Teatro

La chispa

Portulanos

8 junio, 2006 02:00

Los periódicos han traído recientemente la noticia del fallecimiento de Juan Manuel Sáinz de Vicuña, presidente de la Fundación Coca-Cola España. Habrá quien crea que esto no pinta nada en una columna sobre teatro: se equivocan. Porque la última acción emprendida por este admirable anciano fue la de poner en marcha un concurso nacional de teatro para jóvenes. Este premio se inició hace dos años, a modo de prueba. Tras comprobar los buenos resultados de las temporadas precedentes, ha sido ahora refundado definitivamente con el nombre de "Premios Buero" en recuerdo a nuestro gran dramaturgo y gracias a la amable colaboración de su familia. A día de hoy convoca a 200 grupos de todas las comunidades autónomas. Y acaso lo más bello de todo sea que el premio en sí no consiste en dinero, sino en permitir a los chavales representar sus obras en un teatro profesional y llevarles después a seguir viendo y aprendiendo teatro en Almagro.

No es pequeña aventura. Porque es en la adolescencia cuando, estadísticamente, se pierde al público teatral en este país. A los niños los llevan, obviamente, sus padres, y los adultos eligen lo que quieren ver. Pero los adolescentes abandonan el teatro en masa. En parte, porque nadie les ha enseñado a verlo, por culpa de un sistema educativo que durante años despreció oficialmente la cultura teatral, y en parte, porque los propios profesionales se miran mucho el ombligo pero no piensan en ese sector importantísimo de la audiencia.

Afortunadamente, nuestra geografía está sembrada de locos formidables que se empeñan en transmitir su amor por el teatro a sus alumnos de colegios, institutos, centros culturales. A menudo fuera del horario escolar, sin percibir ningún dinero por ello, en condiciones que suelen ser infames. ¡Pero lo hacen! También afortunadamente las autoridades culturales y educativas nacionales y autonómicas se han sumado al esfuerzo con energía. Y el resultado son esos grupos donde se ve literalmente de todo: teatro clásico, textos de vanguardia, musicales... Bravo por todos ellos y por Marcos de Quinto y su gente, empeñados en alimentar la chispa de la vida en el lugar del teatro que más lo necesita.