Teatro

Jordi Galcerán

“El público de Carnaval sentirá emociones que pocas veces se sienten en el teatro”

8 junio, 2006 02:00

Jordi Galcerán

Ha sido el padre de uno de los mayores éxitos del teatro español, El método Grünholm, y el dramaturgo que ha demostrado que se puede colocar el cartel de "no hay entradas" con un texto inteligente y lleno de humor con el certificado "de calidad" que extienden los críticos. Ahora, Jordi Galcerán vuelve al ruedo escénico con Carnaval, obra que dirige Sergi Belbel el próximo 9 de junio en el Teatro Municipal de Gerona.

Pensamos que milagros como Arte, sólo pueden suceder allende nuestras fronteras, pero el catalán Jordi Galcerán nos ha abierto los ojos sobre lo que tenemos en casa: autores con el oficio y el talento necesario para atraer al público a las salas de teatro y sin por ello tener que renunciar a la dignidad de la obra bien escrita. Ahora, Galcerán se examina de nuevo con Carnaval, donde vuelve a repetir con Sergi Belbel.

-Supongo que es difícil repetir un éxito como el de El método Grünholm, pero ¿qué esperanzas tiene puestas en Carnaval?
-Repetir un éxito como el de El método Grünholm no es difícil, es imposible. Con Carnaval aspiro a lo de siempre, a gustar y a que el público pueda vivir en el teatro una experiencia intensa.

Compromiso con el teatro
- A partir de El método, a Galcerán se le pone como ejemplo de autor contemporáneo y "nacional" que triunfa en los escenarios "comerciales" y con una obra de calidad. Es como conseguir repoker ¿Cuáles son las claves?
-Los señores de la Coca-Cola han lanzado un montón de bebidas después de ese exitazo y la mayoría ha fracasado. Ya podían haber aprendido algo, digo yo. Pues eso. No hay una buena respuesta a esa pregunta. Sólo puedo decirle que cuando trabajo mi único objetivo, mi única meta es intentar escribir una buena obra de teatro. No escribo para defender ninguna idea, ni para hacer crítica social, no escribo a favor ni en contra de nadie. Mi único compromiso es con el teatro. Si hay una clave puede que esté por ahí.

-En Carnaval se ha situado en un terreno inquietante: la obra plantea el secuestro de un niño, para hablar del mundo de locos que nos rodea, capaces cualquiera de ellos de perpetrar una acción como ésa ¿No temió que un tema tan trágico resulte también anticomercial?
-Posiblemente lo sea. Y me preocupa. Yo escribo para gustar, y Carnaval toca fibras tan sensibles que es posible que una parte del público no la tolere. La verdad es que se me ocurrió esa idea, me pareció buena e intensa y la escribí. No hice planes más allá de eso. He intentado situarla en los límites de lo soportable, pero reconozco que esos límites son distintos para cada uno. Lo único que puedo prometer a los espectadores es que sentirán emociones que pocas veces se sienten en un teatro. Y el teatro creo que es para eso, para vivir otras vidas.

-¿Es ésta una obra de teatro "policíaca" o de teatro "negro"? ¿Está más cerca de sus primeras obras como Palabras encadenadas? ¿Por qué el teatro en nuestro país no distingue de géneros?
-No lo sé. Y me parece extraño. Uno de mis juegos predilectos es trasladar al teatro géneros literarios y cinematográficos que han sido muy poco tratados en escena. Estoy convencido de que en un teatro, si encuentras la forma correcta de contar ese tipo de historias, la experiencia para los espectadores puede ser más intensa incluso que en un cine. En el caso de Carnaval, que es un thriller policíaco, está claro que no dispondremos de persecuciones y peleas violentas, de coches a toda velocidad y disparos cruzados, pero tenemos actores de verdad sufriendo, luchando, enfrentados a un reto imposible y eso, si aciertas con la manera de contarlo, es mucho más intenso que cualquier efecto especial.

-¿Qué le une a Sergi Belbel, que siempre acaba dirigiendo sus obras. ¿Le ha llamado para colaborar en el TNC?
-De hecho, sólo es la segunda obra mía que dirige, después de El método Grünholm. Ojalá vengan algunas más. Sergi y yo somos muy buenos amigos, pero creo que si ha aceptado dirigir mis obras es sólo porque mi forma de escribir coincide con algunos de sus intereses como director. Para un autor, que Sergi te dirija es lo mejor que te puede pasar, porque su objetivo siempre es contar la historia y defenderla hasta el final. Tiene un respeto exquisito a las intenciones del texto y eso es lo que un autor siempre espera. Ahora Sergi inicia una nueva responsabilidad como director del TNC y él sabe que, como dramaturgo, me tiene siempre a su disposición.

La libre inspiración
-Cuándo escribe teatro: considera si lo hace para un espacio público o comercial? ¿Qué valor concede al público?
-No, yo escribo lo que se me ocurre. Tan sencillo como eso. Intento no ponerme ninguna limitación a parte de las que te marca el sentido común. Para entendernos, si escribo una obra para treinta actores sé que voy a tener algunas dificultades para estrenarla, y yo quiero estrenar. El juego tiene algunas reglas que hay que tener en cuenta. Una de las importantes es respetar al público. Yo tengo un truco que me funciona muy bien: siempre escribo para alguien más inteligente que yo.

-Y cuando ya la tiene escrita, ¿a quién se la da a leer?
-Tengo un equipo lector habitual, bastante gente, una docena de amigos, a quien mando mis obras y les pido consejos para mejorarlas. Acostumbro a ser muy democrático, cuando varias personas coinciden en una sugerencia, les hago caso.

-Usted escribe tanto para cine, televisión o teatro, ¿en cuál de estos territorios se siente más cómodo?
-Todo lo que sea inventar historias es divertido. En teatro tu ego se siente más valorado, ya que un autor de teatro todavía tiene nombre. El cine te da la posibilidad de pensar en imágenes y de ahorrarte muchos diálogos, escribir cine consiste en escribir lo menos posible, y eso es un reto. Y la televisión te ofrece la posibilidad de trabajar en equipo. Jugar a inventar historias con otros apasionados de ese juego es muy estimulante.

-No quedó contento con la adaptación de El método... ¿Por qué?
-Porque el guionista de la película trató al autor de la obra de teatro como si fuera estúpido y eso, especialmente si eres el autor de la obra de teatro, sienta mal. El guionista cambió los personajes, la historia, el desenlace, incluso cambió el género, convirtió la comedia en tragedia. Yo me pregunté, si tan inteligente es como para reescribir totalmente la obra de otro ¿por qué no escribe las suyas propias?

-¿En qué proyectos anda?
-Adaptando una novela al cine, precisamente. Pero con un respeto.


Y que cumplas muchas más...
Seiscientas cincuenta funciones, 250.000 espectadores sólo en Madrid, una película en el cine basada en el original teatral, dos temporadas llenando los teatros, y una tercera por venir. Esta es la matemática de El método Grünholm, un éxito de la industria teatral española sin precedentes que nadie podía haber imaginado cuando, el 13 de agosto de 2004, se subió al escenario del madrileño teatro Marquina por primera vez. Poco habitual también fue su "plan de estreno": en dos ciudades a la vez y con dos equipos distintos. Tamzin Townsend ha dirigido en la capital a unos intérpetes más que solventes, como han demostrado ser Carlos Hipólito, Cristina Marcos, Jorge Roelas y Jorge Bosch. En Barcelona, Sergi Belbel se ocupó de "desconcertar" a ese grupo de ejecutivos que aspiran a una vacante y que deben someterse a una extraña selección. Jordi Boixaderas, Lluís Soler, Roser Batalla y Jordi Díaz dieron altura y sentimiento de equipo al reparto catalán. Sus productores se siguen frotando las manos y ya anuncian nueva temporada en Madrid. El estreno: en septiembre.