Teatro

Los autores buscan salida

14 septiembre, 2006 02:00

Barcelona, Mapa de sombras, de Cunillé, vuelve al CDN

En la nueva programación del Centro Dramático Nacional (CDN) llama la atención que el teatro en castellano que hoy se escribe esté representado por obras escritas originalmente en catalán. Con la excepción de una propuesta encargada a Ignacio del Moral sobre textos de Mihura, la institución nacional dedicada a las artes escénicas ha relegado la autoría teatral actual a Albert Espinosa, a la reposición de Barcelona mapa de sombras de Lluisa Cunillé y a una de las últimas obras de Sergi Belbel, Móvil. Esta pujanza de la nueva dramaturgia catalana puede explicarse por las políticas de promoción del uso artístico de la lengua catalana impulsadas desde instancias y teatros públicos. Por ejemplo, el Teatro Nacional de Cataluña (TNC) organiza, desde hace cuatro años, un programa de creación de textos dramáticos en catalán: el T-6. Cada año seis nuevos autores se incorporan al teatro como "residentes" con el compromiso, a partir de esta temporada y gracias a la colaboración de la SGAE, de escribir dos textos en el plazo de tres años y por 4.500 euros al año. El TNC se compromete a producir y estrenar uno de los títulos, mientras el otro se hace en coproducción con una sala alternativa de Barcelona. Sergi Belbel, impulsor del T6 y actual director del TNC, explica que cuando crearon el programa tuvieron como referente el Royal Court de Londres, sin pretender imitarlo. "El Royal invita a muchos autores pero también hacen muchas lecturas de las obras, y nosotros queríamos invitar a menos autores pero estrenar sus obras, estuvieran como estuvieran escritas. Queríamos darles confianza, aunque eso entrañe un riesgo mayor".

Nada parecido al T-6 tiene lugar en el CDN ni en otros teatros públicos de la geografía española, que dejan al voluntarismo de cada gestor la organización de apoyos al teatro escrito hoy en castellano.

Ante este débil tejido institucional que sustente la creación y puesta en escena de textos en castellano, el peso de las generaciones de autores no estrenados y la quejumbrosa voz de la autocompasión, los dramaturgos corren el riesgo de llegar a una situación endogámica donde sus obras queden relegadas a la exhibición en circuitos minoritarios. Belbel, aunque valora positivamente el T-6 y cree que ha contribuido a crear una cantera de autores con títulos que luego han saltado al teatro comercial como El método Gronholm, piensa que "los autores siguen padeciendo el problema de estrenar con regularidad".

El teatro comercial, que sería la salida natural del dramaturgo, es una infranqueable, que no imposible, barrera. El dramaturgo Alfonso Zurro cree que "las empresas de producción buscan textos de autores extranjeros con éxito contrastado en otras ciudades europeas, tiran de los clásicos o se dejan enganchar por traslaciones cinematográficas que aseguren sus inversiones". Pero Zurro no achaca toda la responsabilidad a los productores: "Los nuevos dramaturgos parecen preocuparse solo de la literatura dramática al servicio de su poética. Quizá deberían preguntarse para qué tipo de público, espacio, y producción escriben".

Disipar la desconfianza
Uno de los autores más representados en la actualidad, Juan Mayorga, considera que "éxitos como El método Gronholm contribuirán a disipar la desconfianza que genera el teatro actual. Para que fenómenos así se repitan el texto ha de ir acompañado de buenos actores y una sabia dirección". Por su parte, el comediógrafo Alonso de Santos incide en otros factores que determinan el paso de los autores al teatro "mal llamado comercial -yo lo llamaría de producción privada-. Este salto siempre ha sido difícil por diferentes razones: el interés del público, la esquizofrenia de desear algo que a la vez está uno obligado socialmente a despreciar y la mínima ayuda de las instituciones. La desvinculación de los nuevos dramaturgos con el mundo profesional suele estar regada desde los centros de enseñanza".

El dramaturgo español cuenta con otros tradicionales instrumentos de difusión de su obra: concursos teatrales (Marqués de Bradomín y el Calderón de la Barca para autores noveles, el Born, el Lope de Vega...) y festivales que apoyan tímidamente la producción (Autores Contemporáneos de Alicante, Madrid Sur o Escena Contemporánea). Mayorga aconseja, sin embargo, recuperar el vínculo con la compañía teatral: "Me parece fundamental que los dramaturgos se vinculen a compañías. He tenido experiencias muy enriquecedoras con Animalario, Guindalera o UR, para la que he escrito recientemente El chico de la última fila". Y Alfonso Zurro alienta a "entrar con más descaro en temas y asuntos de actualidad".

Otro asunto es el interés del público. Según Mayorga, "la literatura dramática española es más importante de lo que la escena da a entender. Hay autores que están escribiendo obras valiosas que, por diversas razones, no llegan al espectador". El diagnóstico de Zurro es arrítmico: "si me guío por algunos textos leídos diré que excelente. Si es por lo que veo en circuitos alternativos, estable. Pero si fuera por lo que accede a los grandes teatros diré que en estado de coma". Alonso de Santos lo ve así: "Una cosa es que los temas de los que se escriben estén de moda, o que sean buenos textos o no. Pero nuestra obligación es escribir obras y no culpar siempre de sus males a los demás".

El Royal Court Theatre, medio siglo dando ejemplo

La creación y difusión de textos contemporáneos (the text is the heart of the work) son los ejes sobre los que se articula el trabajo del Royal Court Theatre de Londres, que acaba de cumplir medio siglo. Basta echar un vistazo a su actual programación, donde tiene cabida desde La última cinta de Krapp protagonizada por el mismísimo Pinter, lo último de Caryl Churchill, Drunk enough to say I love you?, o una creación colectiva de cinco escritoras contemporáneas en torno al concepto de identidad, Catch, para darnos cuenta de que el documento fundacional firmado por Georges Devine en 1953 -en el que se juzgaba las escasas condiciones de exhibición de la dramaturgia contemporánea frente a otras artes- ha dado su fruto con creces. "El mismo diagnóstico de los británicos ante la falta de un espacio consagrado a la nueva dramaturgia podría hacerse hoy del teatro español. Sólo llevamos medio siglo de retraso" cree Juan Mayorga, uno de los dramaturgos que ha pasado por la casa de Pinter.