Teatro

Lorca en japonés

La Abadía de Madrid estrena Amor de don Perlimplín los días 20 y 21

14 septiembre, 2006 02:00

La compañía ksec act cree que estilo y contenido depende del trabajo del grupo. Foto: Jesús Alcaraz

Integrada dentro de la programación del Festival Asia, que se celebra en Barcelona y Madrid, La Abadía presenta los día 20 y 21 Amor de don Perlimplín. Se trata de una libérrima versión de la obra de García Lorca, revestida de refinado erotismo y poesía. La lleva a escena la compañía japonesa Ksec Act, una formación de carácter experimental muy interesada por el teatro español, que cuenta con un repertorio en el que figuran numerosos títulos de nuestra dramaturgia.

Es obvio que el teatro de García Lorca ha sido asumido en el extranjero como representante del teatro español del siglo XX y, por extensión, de una idea de España. Una muestra de cómo es interpretado por una cultura tan lejana a la nuestra como la japonesa es el montaje que presenta La Abadía, dentro del Festival Asia: Amor de don Perlimplín, por la compañía nipona Ksec Act. Se trata de una formación que en sus 25 años de trayectoria ha demostrado gran interés por la dramaturgia española, llevando a escena títulos de Valle, Casona y Arrabal, así como las tragedias más conocidas de García Lorca. Ya ha visitado nuestro país en ocasiones anteriores, con un calderón y un quijote. Ahora han escogido esta corta pieza, que junto a otros títulos como La zapatera prodigiosa, responde al periodo en el que el autor ensayó fórmulas menores de teatro, como la farsa guiñolesca, el teatro de aleluyas o los entremeses. El autor intentó estrenarla en 1929 pero, debido a sus parlamentos eróticos, topó con la censura que la consideró pornográfica. El tema de Don Perlimplín está muy presente en la tradición literaria y recuerda, de hecho, un famoso entremés cervantino: el viejo que se casa con la joven. La joven Belisa es inducida por su madre a un matrimonio de conveniencia con Don Perlimplín, un anciano impotente al que su criada quiere evitarle la soledad. Pero la joven padece una sed de amor "que no se apaga nunca" y le pone unos cuernos temerarios que Perlimplín parece aceptar complaciente. La joven Belisa ama a un joven que viste capa roja y por cuyo amor se siente otra mujer. No sabe que este joven de la capa no es otro que el doble de su marido, al que le espera un final trágico como forma de pervivir eternamente en el amor femenino.

La presencia de Valle
La puesta en escena de esta compañía experimental más que respetar el texto, apuesta por una interpretación colectiva de éste. Dirigida por Kei Jinguji, la formación dice "dar mayor importancia a la creatividad que a la idea original que el propio autor dio a su obra", ya que considera que el estilo y el contenido de una representación no dependen de la obra escrita, sino del trabajo creativo del grupo.

La adaptación, hecha por Yoichi Tajiri, ha incorporado también personajes de la obra Ligazón, de Valle, para describir mejor a la madre de Belisa y a la criada de don Perlimplín, las impulsoras del matrimonio y que en opinión del traductor están escasamente dibujados. De esta manera, madre y alcahueta aparecen como dos personajes esperpénticos.