Teatro

Opalatriste

Portulanos

14 septiembre, 2006 02:00

Lo irritante de elegir a Viggo Mortensen para hacer de Alatriste no es el propio Mortensen, que siendo buen actor hace una interpretación monótona (aunque eso es culpa de lo mal que está escrito el papel), sino que no hayan sido capaces de encontrar aquí un actor con ese perfil. Y no lo han encontrado porque el concepto de "personaje heroico" fue borrado de nuestro diccionario actoral desde que algunos se empeñaron en que era obsoleto y reaccionario, pese a que las tres cuartas partes de los personajes importantes de la historia del drama entran en esa categoría. Durante años hemos aguantado la pamplina de que los actores debían ser "como todo el mundo", a lo cual han contribuido con entusiasmo los guiones televisivos, casi todo nuestro cine, un cierto tipo de teatro y una cierta manera de enseñar la interpretación. Impregnados de esa estética opá que no es invento del koala sino la enésima cabeza de la hidra que Valle Inclán llamaba garbancerismo, hemos logrado el mayor elenco de chachas graciosillas y gañanes de taberna de la historia de la interpretación pero, cuando llega la hora de buscar, no ya un Alatriste, sino un Marco Antonio o un Don Juan Manuel de Montenegro, resulta que los directores no los encuentran. No es cuestión de físico, aunque aquí, encima, los que lo tienen hablan con una patata en la boca. Actuar no es producto del genio, sino del entrenamiento: por eso los actores que han hecho teatro clásico son más versátiles que los que no lo han hecho. Por idénticas razones, si uno se pasa la vida haciendo los mismos papeles de cateto es imposible que crezca, y no cabe que llegue a ser creíble como héroe, como monstruo, como dios, categorías comunes en el drama. En el propio Alatriste hay, en papeles injustamente pequeños, algunos actores españoles admirables: Blanca Portillo, Javier Cámara, Eduard Fernández. Cualquiera de ellos podría haberse eternizado en el éxito fácil de la repetición, pero los tres coinciden en su afán por cambiar de registros, de géneros, de personajes, probando continuamente sus límites. Ellos sí que son Alatriste.