Teatro

El arte de la metamorfosis

Arturo Brachetti se transforma en cien personajes a la velocidad del rayo

21 septiembre, 2006 02:00

El artista en una de sus transformaciones: en su homenaje a Fellini

El Nuevo Teatro Alcalá de Madrid programa a partir del próximo martes, día 26, El hombre de las mil caras. Su protagonista es Arturo Brachetti, sorprendente personalidad artística que en cien minutos interpreta cien personajes.

Brachetti se siente heredero del music-hall parisino, pero también de la commedia dell’arte italiana y, sobre todo, de Leopoldo Fregoli, artista italiano como él a quien homenajea en su espectáculo El hombre de las mil caras. Fregoli destacó a principios de siglo por ser un artista de variedades cuya habilidad para transformarse en múltiples personajes le procuró un gran éxito. Brachetti ha seguido su camino.

Desde muy joven, Brachetti se interesó por el transformismo. Conoció el cabaret en París, de la mano de Jean Marie Rivière, director artístico del Paradis Latin, y poco a poco fue desarrollando un repertorio de personajes que fue exhibiendo en espectáculos corales por Europa. También ha trabajado en compañías de teatro de su país, llegando a ser muy popular en papeles carismáticos como Puck, en Sueño de una noche de verano, o haciendo del mismo Fregoli y su doble, Rómulo, o protagonizando obras musicales como Madame Butterfly.

Su encuentro con el productor Gilbert Rozon, fundador y productor del Just For Laughs Festival, le empujó a actuar en solitario, creando este espectáculo en el que ofrece cien transformaciones y donde canta, baila y actúa. Dura cien minutos y está hilvanado con una dramaturgia sobre la biografía de su protagonista. Comienza cuando Brachetti regresa al granero de la casa de sus padres y encuentra un buen número de recuerdos de su infancia , recuerdos que le permitirán transfigurarse y ofrecer un homenaje a su admirado Leopoldo Fregoli. En la segunda parte del espectáculo, el actor recuerda las películas de Hollywood que alimentaron sus sueños de infancia; una buena excusa para sacar del baúl personajes como Frankenstein, King Kong, Scarlett O’Hara, un cowboy o Chaplin, pero sobre todo para recrear el particular mundo de Fellini. La crítica internacional le dedica elogios y habla de su arte como una extraña combinación de Europa y América, porque asocia la tradición teatral europea con la eficacia espectacular de los shows americanos al estilo de los protagonizados por David Copperfield.