Teatro

María Pagés estrena "Sevilla"

“He querido ser fiel a los símbolos de mi ciudad”

21 diciembre, 2006 01:00

María Pagés. Foto: Carlos Miralles

La bailaora y coreógrafa María Pagés estrena Sevilla el día 27 en el Teatro de la Maestranza, una obra en la que homenajea a la ciudad que la vio nacer y en la que desarrolla buena parte de su educación sentimental. Concebido junto a su recientemente fallecido marido José María Sánchez, el montaje incluye 16 bailaores y temas de compositores como Shostakovich o Sarasate.

El perfil de María Pagés (Sevilla, 1963) en escena es inconfundible: potente, elegante y racial, con unos brazos inacabables que aprovecha al máximo en su baile. Su perfil como coreógrafa es igual de particular: inquieta, curiosa y abierta, con una tradición que la arraiga pero que no la condiciona. Hablamos de Sevilla por primera vez en mayo en su casa en el corazón del barrio de Santa Cruz. Un lugar acogedor, lleno de plantas, muebles antiguos, rincones cómodos y repleto de referencias a los espectáculos que ha realizado junto a su marido y colaborador más estrecho, el director José María Sánchez que, poco tiempo después de la presentación en Japón, falleció. Se le echará de menos en el estreno de una obra en la que invirtió mucha energía y amor.

-¿Por qué Sevilla y por qué ahora?
-Siempre me gusta curiosear mucho por fuera, pero siempre hay un retorno. En cierta manera Sevilla está presente en todo lo que hago, por mis raíces, por mi origen y por el amor que tengo a esta ciudad y a todo lo que inspira. No he querido hacer un documental pero sí ser fiel a los símbolos que para mí tiene la ciudad, que me gustan mantener y recordar cuando me voy fuera. A lo mejor es una necesidad para encontrar siempre el norte de las cosas. Sevilla me da ese equilibrio, creativo y personal.

Conocida por su capacidad de trasladar la experiencia del flamenco a otros ámbitos musicales y escénicos, para Sevilla cuenta con su elenco de músicos: Ana Ramón e Ismael de la Rosa al cante, José Carrillo ‘Fyty’ e Isaac Muñoz a la guitarra, Enrique Terrón en la percusión y Jorge Fournadjiev al violonchelo. La banda sonora incluye música de Shostakovich, Sarasate, Bizet, Gardel, Modugno, Carrillo, Lebaniegos, Gallardo, Pagés y Sánchez.

Oír, ver, interpretar
-¿Qué es lo que le dice que esa música puede funcionar en clave de flamenco?
-El hecho de que te sugiera una traducción simultánea a tu forma de oír, de ver y de interpretar. Lo hago espontáneamente. La transcribo al flamenco y la veo bailada. Hay siempre esa confrontación con músicas que no son flamencas pero que pueden ser interpretadas perfectamente, por la forma, el ritmo y la esencia flamenca. Por ejemplo, cuando escuchamos este vals de Shostakovich, José me dijo: "Así va a empezar el espectáculo", por la grandiosidad que tiene un vals, y con esa melodía... Cuando estás escuchando a Shostakovich, tocado por una filarmónica, dices: ¡pero eso va por bulerías! De hecho, de allí pasamos a una bulería. Y así empieza el espectáculo: yo bailando sola, como si fuera un sueño. Luego van saliendo uno y otro hasta al final, en el que se queda todo el escenario lleno de gente bailando. Es una versión que tradujo José de la canción Volaré, de Domenico Modugno. Parece muy frívola, pero la letra es maravillosa, muy irónica. Primero va por tangos y luego por bulerías. Es una versión muy poética. Y así acaba, en un mundo azul, muy soñado, pero muy directo. Nosotros elegimos la versión original de Volver, de Carlos Gardel, que te desgarra el alma. Lo he montado con cuatro parejas. Luego la vi en la película de Almodóvar pero es pura coincidencia. De hecho, este espectáculo se titulaba en un momento Volver a Sevilla pero decidimos guardar un título más directo.

-¿Qué diferencias encontró entre la Sevilla de sus recuerdos y la Sevilla que ve ahora desde la perspectiva de una creadora?
-Todo lo que se refiere a Sevilla pertenece a mi mundo infantil. Significa todas mis impresiones, recuerdos y emociones de niña vistos con la experiencia de una persona que ha estado mucho tiempo fuera y está continuamente yendo y volviendo. Esa Giralda que siempre me ha parecido tan grande sigue siendo así, como las academias de baile donde iba a trabajar desde muy chica. O esos patios de colegios llenos de niñas bailando. Es una idea muy simbólica que pertenece a mi mundo infantil. Hay unas referencias muy concretas, como la ensoñación y los recuerdos, una academia de baile, que es mi origen, el interior del Alcázar porque allí está la historia por donde han pasado judíos, árabes, mozárabes, cristianos, y las calles, por la importancia que tienen en la vida sevillana, y Velázquez, y las óperas situadas en Sevilla...

Lejos de los tópicos
-¿Cómo calificaría el conjunto del montaje?
-Muy clásico y, por sus aspectos de situación en el tiempo y en el espacio, muy cinematográfico. Son los símbolos sin más rodeos. Sevilla es un símbolo detrás de otro. Hay un esmero total por parte de los sevillanos para que esos símbolos se mantengan. Pero es verdad que sólo los sevillanos son capaces de interpretarlos sin que se conviertan en tópicos. Tengo que dar mi punto de vista sobre ese pedazo de plaza de toros que es La Maestranza, donde he ido tantas veces desde muy chica a ver torear. Y he visto faenas tan grandiosas y he vivido momentos tan impresionantes... Quería hacerlo de una manera nada folclórica. Y me doy el capricho de bailar Banderilla de tinieblas. El colorido del vestuario juega mucho con la dualidad también. En Sevilla encuentras los carteles que anuncian a la vez la Semana Santa y la Feria, dos polos opuestos que se celebran el mismo mes. Se acepta plenamente las dos caras de la moneda y además se manifiestan y se comunican a la vez.

Trabajo conjunto
-¿Con esta obra, cómo ve su desarrollo como coreógrafa e intérprete?
-He intentado concederme el tiempo para las dos cosas. En esta vida que yo llevo, siempre hay algo que tira más. La compañía te absorbe tanto que no tienes el tiempo para dedicarte a lo que te interesa como intérprete. Hasta que dices "se acabó" y te metes en el estudio. Por el momento, por la edad, por la experiencia, o por lo físicamente bien que me encuentro, tengo unas ganas locas de bailar. Entonces me he dedicado mi tiempo. El montaje coreográfico ha sido muy gratificante. He disfrutado con los 16 bailaores, elegidos cada uno por su individualidad pero con una gran fuerza en conjunto.

-¿Cómo ha cambiado Sevilla desde su presentación internacional en mayo?
- He introducido algo nuevo que al principio no estaba ligado a este espectáculo, pero que el tiempo y la madurez han hecho necesario. Es el poema de Saramago Ergo uma rosa que hace poco bailé mientras él lo recitaba. Luego le comenté que tenía una necesidad de incluirlo en Sevilla. Es un refugio para mí. Ahora se presenta la versión musicada por Luis Pastor. Quizás es la coreografía más corta pero más intensa que he hecho nunca, y tenía que estar allí.