Teatro

El Berliner Ensemble recrea el delirio de Artaud

1 marzo, 2007 01:00

Martin Wutke encarna a Arrtaud en su ‘reunión’ con Hitler

El Berliner Ensemble y Tom Peuckert escenifican el supuesto encuentro que Artaud y Hitler tuvieron en la Alemania de 1932. La obra, una diatriba del primero contra el arte y la vida, estará el fin de semana en el Teatro Central de Sevilla y la próxima en el barcelonés Lliure.

Mientras el mundo arde, hay seres de otro mundo a quienes no se les ocurre otra cosa que escribir al pirómano para recordar tiempos pasados. Esa delirante persona es Antonin Artaud, el vanguardista francés que para entonces ya había cruzado todas las fronteras de la cordura, quien en 1943 redactó una carta de ocho líneas cuyo destinatario es nada menos que Adolf Hitler. El motivo no es dar su opinión sobre la guerra u otras cuestiones acerca de los graves hechos que suceden, es mucho más pueril, recordar un encuentro en un café de Berlín que ambos, se supone, tuvieron en 1932, cuando el tirano aún no era canciller y había empezado su barbarie desde el poder. Suposición, porque, para bien de Artaud, no hay constancia de que enviara la carta y porque tampoco se sabe si el encuentro entre ambos llegó a suceder. Pero estas consideraciones no han importado a Tom Peuckert ni al Berliner Ensemble. El autor alemán y la legendaria compañía han tomado el hecho cierto de la redacción de la carta y han montado Artaud recuerda a Hitler y el Romanische Café, que mañana y el 3 de marzo estará en el Teatro Central de Sevilla -en alemán, con sobretítulos en castellano- y unos días después, el 6 y el 7, en el Teatre Lliure de Barcelona, mediante traducción escrita al catalán. La obra, subtitulada una alucinación, es un ‘diálogo’ que interpreta un sólo actor. Martin Wutke encarna al desquiciado artista que aparece encerrado en el psiquiátrico de Rodez. Desde allí, en una especie de pecera, suelta sus diatribas sobre el arte y la vida. La principal destinataria de los inflamados dardos es la burguesía.

Teatro de la crueldad
Artaud desprecia a esta clase, a la que considera la representante suprema de la "hedionda" situación en la que se encuentra el mundo. Por ese motivo, el antiguo miembro del batallón surrealista y fundador del teatro de la crueldad, se aproxima en cierto modo a la ideología nazi. Artaud ataca sin descanso también el arte y el teatro. El primero, en general, y el segundo, en particular, sólo le han producido decepciones debido a la "charlatanería" y "vaciedad" que les inunda y de la que hay que emerger para mostrar la grandeza que contiene y así traspasar sus límites hasta llegar al hombre. Y eso es lo que intenta, ir más allá de las paredes -de cristal en el montaje- que le encierran en el psiquiátrico, algo que sí ha conseguido Wutke, con una obra que le ha servido al actor, ex director de la compañía y antiguo cantante, para cosechar premios desde su estreno en el legendario teatro.