Image: Fura salvaje

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Teatro

Fura salvaje

El Cultural destripa Imperium, su nuevo montaje, que se verá en España por primera vez el sábado

31 mayo, 2007 02:00

La Fura del Baus vuelve a los espectáculos que la han hecho famosa. La compañía catalana presentará el sábado y el domingo en Soria Imperium, el montaje cuyo estreno tuvo lugar en Beijing el pasado 1 de mayo. La obra, interpretada por un reparto de ocho mujeres y cinco maquinistas-actores, recupera el salvaje lenguaje furero para contar el proceso de domesticación a que se ven sometidas las personas en el mundo actual. Jörgen Möller, uno de los creadores de La Fura y director del espectáculo, desvela a El Cultural las claves de un proyecto que, tras su estreno, recorrerá diferentes localidades españolas hasta recalar en en el barcelonés Festival Grec, donde estará entre el 20 y 28 de julio.

Tras El anillo de los nibelungos y Metamorfosis, La Fura dels Baus regresa a su espacio escénico no convencional con Imperium, un espectáculo que recupera las bases originales de la compañía. Jörgen Möller, creador y director de Imperium, destripa el montaje.

Agresividad. "La Fura no es una compañía violenta, nos limitamos a recoger la violencia que hay en la calle y subirla al escenario", deja claro desde el principio Möller sobre la formación. El director reconoce que los montajes con los que se dieron a conocer hace ya cerca de 30 años "pueden parecer agresivos, pero no es así, sólo es un ingrediente más" de nuestros montajes que emplean para manipular y manejar al público según deseen. Esa agresividad escénica también les sirve para "mover y conmover al espectador", como ocurre en Imperium. En la obra, "los actores invaden el espacio íntimo de cada espectador, pero para agresividad, la que hay en la realidad, que es mucho más violenta que nuestros espectáculos".

Dominación. El director considera la dominación "tan antigua como la historia de la humanidad", que ocurre "siempre, o casi siempre, por interés económico". Imperium refleja este hecho, "pero va más allá, porque la relación de dominación no se limita sólo a eso, sino que incluye el canibalismo, que es el siguiente paso". Para Möller, la diferencia entre la dominación o domesticación y canibalismo es sólo de tiempo, ya que la primera es "algo más duradera, con beneficios a lago plazo, mientras que el canibalismo es inmediato, busca el corto plazo para satisfacer una necesidad". Además, la dominación busca más la alienación de las personas, hacerlas creer que lo que tienen que hacer es trabajar, dormir y consumir", asegura el creador y director de Imperium.

Espacio. El lenguaje furero son obras multidisciplinares donde el escenario es todo, un espacio no convencional que ocupan los actores y público. Los montajes incluyen vídeo, música, acción teatral y trabajo físico de los actores con los que proporcionan mucha información al público. Así es en Imperium, pero sin utilizar el verbo y sin que exista un hilo narrativo teatral. En esta obra, la idea para el espacio, de Iago Pericot, es la de una jaula que contiene como elemento central una gran pirámide de cinco metros de altura que se descompone en cuatro módulos según la acción que se desarrolle.

Fura. En la Fura hay seis creadores, de los nueve que había al principio, con "diferentes maneras de ver y entender las cosas". De ellos hay tres que sostienen que es necesario emplear el lenguaje furero para todos los montajes y otros tres, entre los que está Möller, piensan que no. "Creemos que con una ópera también puedes impactar en los espectadores de igual manera que cuando el público puede tocar al actor. Por eso buscamos también hacer obras de diferentes tipos, para lo que necesitas contar con un buen texto". En ese caso, el director cree que pueden "invocarse mundos similares a los conseguidos con el lenguaje típicamente furero". Aunque tiene el problema de que "puede invitar a poner al actor en una silla y no hacer más", algo que no es tan "divertido" como hacer una obra con el lenguaje original de la compañía. Así, el público los vive con el estómago frente a los montajes a la italiana, que se contemplan con el cerebro. Es decir, la diferencia que existe entre "un público activo y participativo frente al espectador".

Imperio. Con la obra, la compañía ha buscado pronunciar "un grito por el diálogo y la pluriculturalidad contra los deseos e intereses del imperio para que todo sea igual y donde todo lo que destaca es aniquilado". Para La Fura, Imperium es una obra y una idea que no se limita sólo a los estados, sino que engloba también la forma de relación entre individuos y colectivos que luchan para dominar a la otra parte. Y sus secuelas del ojo por ojo, que lo único que consigue es "la ceguera total o la muerte". Contra esta situación, la compañía reivindica la rebelión y otras formas de relacionarse" en una obra que está dividida en siete escenas. Estas, que reflejan las fases por las que pasa el sometimiento de una sociedad o de un individuo, son Caos, Profetas, Domesticación física, Domesticación mental, Conversión, Canibalismo y la final, que no revela, pero anuncia trágica.

Mujeres. La participación femenina comenzó en La Fura hacia 1982, con unos pasacalles que la compañía hacía de manera semiprofesional. Pero su incorporación real no fue hasta 1990, cuando entraron mujeres por primera vez en los espectáculos. Luego ha habido altibajos hasta que han estrenado, en China, el primer montaje interpretado sólo por ellas. "Aunque ahora lo hemos cambiado y los hombres participan como los encapuchados, que son el símbolo del poder invisible". De esta manera, cree Möller, "la obra refleja mejor la realidad de un mundo donde las mujeres son usadas como objetos, sobre todo en la publicidad, para vender cualquier cosa". Las actrices, además, "transmiten sentimientos y emociones que los hombres".

Público. La compañía compara a los asistentes a sus espectáculos con "un coro griego". Este espíritu le permite "participar en la obra, comentar las acciones de los protagonistas, moverse y elegir dónde puede estar, acercarse a una acción o a otra". Esa implicación es decisiva, continúa el director, que considera al público "un tercio del espectáculo, del que depende que salga más redondo o no según cómo reaccione".

Reacciones. El estreno de la obra en Beijing proporcionó a la compañía una experiencia inusual. Möller recuerda el choque que les produjo encontrarse con un público provisto de cámaras, las de los móviles, que grabaron el espectáculo. "A mí no me importa que la gente lo filme, pero siempre que luego lo introduzca en Internet, lo modifique y lo comparta con otros". De esta forma, se convierte en un nuevo espectáculo y con un formato distinto, como realiza un seguidor de la compañía en la capital china que "hace cosas fascinantes, fragmenta todo, añade vídeos,...". Para Möller, esto es una muestra del cambio total producido en la sociedad. "Las generaciones jóvenes conjugan imagen analógica, digital y vida, mientras que nosotros, los de 50 años, nos hemos quedado como si fuéramos turistas, que vamos a un sitio, vemos una obra, y ya está".

Salvajismo. El salvajismo está en la vida, en la manera de cómo el Imperium domina el mundo. Lo hace de forma bestial, muy déspota. "Por eso necesitábamos este lenguaje para contar la historia del Imperium. Aunque más que salvajismo para una obra teatral, buscamos el impacto".

Vídeo. Las imágenes y las pantallas no tienen gran importancia en esta obra. En Imperium sólo hay una pantalla que la compañía usa como manual de instrucciones para que las actrices sepan cómo dominar el mundo. Pero la obra sí contiene el resto del lenguaje furero. "La música de Martin Zrost es impactante, ruidosa, rebelde. Incluso hay una parte kitsch para una acción. Lo más importante de todo es que molesta, aunque también acompaña.", concluye el director de Imperium.