Teatro

Danza real

Sol León, Ángel Corella, María Giménez, Laura Hormigón y José Antonio debaten sobre ballet para El Cultural

6 septiembre, 2007 02:00

Sol León, Ángel Corella, María Giménez y Laura Hormigón, en uno de los salones del Teatro Real. Foto: Sergio Enríquez

El Teatro Real es ya una pura danza. El programa doble de la Nederlands Dans Theatre (Silent Scree y Bella Figura) y el homenaje a Maya Plisétskaya del próximo lunes sólo es el aperitivo de lo que aparecerá sobre el escenario del coliseo madrileño. Béjart Ballet Lausanne, en febrero, y el Ballet Nacional de España, en marzo, integran un cartel de excelencia logrado gracias al patrocinio de la Fundación Loewe. Siempre hay motivos para hablar de danza, pero estos días más. De la mano de cinco grandes figuras españolas, El Cultural abre un debate sobre el estado actual de este arte en permanente crisis. En los barrocos salones del Teatro Real, los bailarines ángel Corella y Laura Hormigón, la coreógrafa Sol León y los directores José Antonio y María Giménez diseccionan éxitos y carencias de la danza y, sobre todo, reclaman la estabilidad, la financiación y la atención que no tiene en España su arte. Desde Múnich, se alza la voz clara de la legendaria bailarina Maya Plisétskaya, a quien entrevistamos en su domicilio, que nos habla, claro , de su pasión (¿o es sacrificio?), pero también de las "intrigas" durante su estancia en España y su fatal relación con el comunismo.

Cualquiera que tenga entre sus manos una cartelera de Madrid y vea el programa con el que empieza su temporada escénica pensará que está ante una de las capitales mundiales de la danza. El comienzo es de ensueño, con la presencia del gran Baryshnikov, al que sigue la compañía Nederlands Dans Theatre y una noche para aplaudir a la reina Plisétskaya. Y todo en diez días. ¿Pero es así la realidad de la danza en España?

Los congregados en el coloquio -Sol León, ángel Corella, María Giménez, Laura Hormigón y José Antonio-, que llegan puntualmente a nuestra cita en uno de los salones del Real con cierta inquietud, opinan que rotundamente no. Más bien piensan que la situación es mala y que la danza continúa siendo "la hermana pobre de las artes", aunque no todos sus problemas procedan de fuera de la profesión.

A pesar de que algunos de ellos no se han visto ni hablado durante años, los cinco comparten la misma meta y una pasión análoga por la danza, marcada, eso sí, por la necesidad individual de competir por los escasos recursos e infraestructuras de que dispone una disciplina que, además, suele dividirse a todos los efectos en diferentes apellidos, dando munición a los que buscan cualquier excusa para no apoyarla. Entre ellos, los que ven la danza clásica como un cadáver "con el tutú rosa y las puntas; pero la danza clásica ha evolucionado muchísimo", discrepa Corella (Madrid, 1975), que en enero, después de siete años de gestiones dispondrá de compañía propia y escuela con sede en un antiguo palacio de La Granja segoviano, donado por Patrimonio Nacional.

"Actualmente, estoy en un momento de cambio muy importante", reconoce el todavía primer bailarín del American Ballet que tiene pensado hacer los tres meses de la temporada de primavera en el Metropolitan con el American Ballet Theater y el resto del año pasarlo en España con su compañía. "Con mi nueva formación quiero estrenar en septiembre de 2008 en el Real La Bayadera completa", dice la estrella surgida de la factoría Ullate, mientras sentada a su lado, Hormigón, sonríe con cierta complicidad.

Subvenciones miserables
Ella y su pareja, el también bailarín óscar Torrado, saben lo que es volver al páramo institucional español tras una larga estancia en una prestigiosa compañía extranjera. Ambos fueron durante diez años bailarines del Ballet Nacional de Cuba y se encontraron sin apoyos para emprender una nueva etapa en su carrera y mostrar lo aprendido, en el caso de esta aragonesa, como primera bailarina de la compañía de Alicia Alonso.

"Ahora, recibimos invitaciones internacionales de bastantes compañías, sobre todo, de Rusia. Sin embargo, nuestro objetivo es también luchar y esforzarnos al máximo para que la danza tenga el espacio que le corresponde en España y los jóvenes no se vean obligados a marcharse al extranjero".

El mismo objetivo marca la trayectoria profesional de María Giménez. La que fuera primera bailarina del Ballet de Víctor Ullate y Premio Nacional de Danza en 2002, reivindica con una constancia inaudita un mayor apoyo para la compañía de ballet clásico Arte 369, que fundó y dirige desde hace dos años en los que ha visto cumplido un sueño. "Todos decían que tenía un costo imposible, que no interesaba a nadie", declara la madrileña.

"La danza clásica ha ocupado por fin su lugar desde 2004, los bailarines tienen un puesto de trabajo y tenemos giras por todas las provincias y con temporada estable en Madrid. Eso sí, peleando con las instituciones para que apoyen esto que nadie quiere apoyar, un ballet clásico, y subsistiendo con unas subvenciones que creo que son miserables, haciendo encaje de bolillos para poder sacar adelante cuatro producciones en dos años. Entre ellas, el estreno de Don Quijote previsto para el próximo mes de noviembre".

Ante tal comentario, el actual director del Ballet Nacional de España (BNE), José Antonio, que ha vivido todas las etapas como bailarín, coreógrafo, director de una compañía propia y otra de carácter nacional, cambia de tercio y apunta hacia el mismo sector para denunciar "la falta de responsabilidad y compañerismo que existe en la profesión de forma muy generalizada".

"Eso -puntualiza el director madrileño- me parece absolutamente nefasto. Nosotros somos transmisores de una cultura y por tanto, tenemos una gran responsabilidad social. Lo que deberíamos hacer es juntarnos, apoyarnos y saber que tenemos una problemática generalizada y luego analizar los asuntos más concretos de cada estilo".

"Me parece muy bien que un país como éste tenga una compañía de ballet, como todos los grandes teatros públicos del mundo, pero ¿por qué no crear una formación de flamenco? A mí me gustaría reivindicar que haya una compañía dedicada a la gran riqueza folclórica de este país", continúa el director de la compañía nacional cuyos objetivos son velar por la pervivencia y puesta en escena del patrimonio coreográfico español.

La lucha del más fuerte
"Lo moderno no existiría sin un referente bien enraizado en el clasicismo y lo histórico de lo que han bebido todos nuestros referentes y maestros. Negar eso me parece una gran hipocresía y una falta de rigor y de respeto cultural. ¿No creéis que sería mejor hacer un teatro para la danza? Si no tenemos nada, por qué empezar a repartir el pastel antes de tiempo... ésta parece la lucha del más fuerte, del que más pueda... Y eso hace mucho daño a la profesión porque no nos hacemos respetar y damos una imagen bastante triste", apostilla José Antonio, quien esta temporada va a reponer en el Real Elegía Homenaje, con música del maestro Joaquín Turina, y el Café de Chinitas que estrenó la formación para conmemorar el centenario del nacimiento de Salvador Dalí.

"Lo que ocurre es que aquí falta una política de creación de cultura de base", añade Giménez, que se muestra, pese a todo, en un momento de "plena estabilidad". Corella lo sabe bien. Por eso, ha buscado la creación de su compañía "del 80" (por el número de bailarines de que dispondrá y el porcentaje de financiación privada con la que contará, según sus previsiones).

"Queremos que las instituciones públicas estén de nuestro lado. Pero lo cierto es que a un político le parece igual lo que hace Sol que lo que hace Forsythe o Balanchine... No es capaz de ver estilos, sólo la rentabilidad a corto plazo y su imagen ante su partido", añade Corella.

"Sí, en eso llevas razón, ángel -se lanza a contestar rápidamente Hormigón-. Aún no se ha apoyado la danza como necesidad cultural que da cabida a todas las disciplinas". "Está claro -responde de nuevo la estrella del American Ballet-. Mira, en nuestro país se sabe que el deporte da mucho dinero. Sin embargo, se sigue pensando que el arte no mueve masas, que es algo elitista. Y no se dan cuenta de que el arte es mucho más que todo eso, y mucho más importante de lo que la gente piensa. Es el alimento del corazón, y los políticos deben reconocerlo de una vez".

Inversión para el futuro
"Sí, pero resulta curioso que siempre se culpe a las instituciones públicas de que no nos aportan el apoyo suficiente", lanza José Antonio a modo de reproche. "Yo creo sinceramente, que nunca es suficiente porque siempre necesitamos más. Además, todo lo que se invierte en cultura no es a fondo perdido; todo lo contrario, es una gran inversión", explica un José Antonio al que esta profesión le ha dado "simplemente el placer de saber cada noche que has hecho tu trabajo con rigor, respeto y honestidad".

"Pero no nos engañenos -continúa el director del BNE-, tampoco podemos olvidar una cosa. Las fundaciones y entidades privadas también deberían colaborar en esta mejora. Las instituciones privadas también son responsables de la situación en la que se encuentran todas las disciplinas de la danza y deberían colaborar de una forma más eficaz para mejorar la situación. Debería existir algún tipo de compensación fiscal por crear unos bienes para la sociedad", explica.

Precisamente, la Fundación Loewe ha querido romper ese vacío e involucrarse en conseguir que la danza ocupe parte del lugar que le corresponde. Para ello, y "como un primer paso", según apunta su presidente, Enrique Loewe, la fundación va a patrocinar cuatro de los espectáculos de danza programados esta temporada en el Real (el Nederlands Dans Theatre, la Gala Homenaje a Maya Plisétskaya, el Ballet Nacional de España y el Béjart Ballet Lausanne).

¿Por qué? "Porque entendemos que los grandes aspectos de las artes están muy apoyados, no así el ballet. Hay serias dificultades y un ambiente muy duro", apunta Loewe, quien se introdujo en el mundo de la poesía hace dos décadas casi sin premeditarlo y ahora cuenta con uno de los premios más prestigiosos de España. "Nuestro país ha sido cruel y feroz con la danza", añade.

Unidos en una pasión común, todos ellos sugieren qué aspectos deben cambiar para que las diversas disciplinas de la danza ocupen el lugar que les corresponde. En este sentido, Corella destaca la necesidad de una verdadera ley de mecenazgo que "apoye a aquellas compañías que hayan demostrado una calidad y entendimiento". Sin embargo, Giménez se muestra bastante más exigente: "Es muy importante asimismo, no cegarse con el virtuosismo y los fuegos artificiales. Que haya personas que cuando se levanta el telón, conmuevan.... sea de un estilo o de otro; y, sobre todo, es esencial que tengamos unos consejeros que realmente sepan eso, aconsejar, y no manipulen la información".

Responsabilidad de hacer algo
"Ya, María", replica la coreógrafa cordobesa del Nederlands Sol León. "Pero cuando vuelves a tu país, sientes que tienes la responsabilidad de hacer algo y ahí hay que tener mucho cuidado para no caer en la red del problema y mantener una perspectiva abierta. Yo más que cambiar cosas, preferiría extraer la raíz esencial de nuestro arte, estudiándola, analizándola, limpiándola, exagerando la calidad, la ayuda, el nivel, la disciplina...".

Para Hormigón, no obstante, la única forma de que la danza deje de palidecer pasa por "revisar las condiciones y la manera de conceder las subvenciones. "La cultura tiene una rama de vertientes y hay que atenderlas a todas. Con todos mis respetos, en la danza España no es precisamente Europa, donde hay muchas compañías de diversas disciplinas. Ojalá un día podamos decir que hay muchas formaciones, y no sólo privadas, sino apoyadas por diferentes gobiernos".

"¿Pero realmente hay público para tantas compañías?", pregunta Sol asombrada. "¡Sí!", contestan casi al unísono los demás, conocedores de los llenos que consiguen las buenas compañías extranjeras, incluidas las de ballet clásico, al actuar en España. "Me da la sensación de que estoy en otro ámbito", añade extrañada Sol. "A mí lo que me gustaría es que el arte ocupara el hueco que le corresponde. Me da la sensación de que la danza se ha dormido un poco". Aunque para León "no existe ni la danza clásica, ni la contemporánea, sólo la danza, hay una realidad, que es el nivel. Lo que es bueno es bueno. Y no hay más".

Una idea que comparten los participantes en el coloquio, pero que hasta ahora no ha tenido desgraciadamente mucho eco es la estabilidad del bailarín: "A uno se le encoge el corazón viendo el esfuerzo tan grande que hacen los profesionales de la danza, para luego pasar, en el mejor de los casos, a la reserva... Por eso, creo que hay que trabajar en la formación de los bailarines, en la búsqueda de oportunidades y en la configuración de un entorno bastante más adecuado", concluye Loewe.

Mientras tanto, Sol León, María Giménez, ángel Corella, Laura Hormigón y José Antonio se levantan, se despiden y se alejan del Real, con la mirada puesta en lo que aún está por llegar y, pese a todo, les sigue ilusionando.