Teatro

It’s wonderful

Portulanos

25 octubre, 2007 02:00

A los doce años me sabía enteros West Side Story, Jesucristo Superstar y La leyenda de la ciudad sin nombre. He visto todos los musicales mayores y unos cuantos menos conocidos, y todavía hoy me arranco en la ducha con They call the wind Mariah. Por eso no me hace gracia esta fiebre actual que padece el teatro: no parece provenir del amor hacia el género, sino del (erróneo) convencimiento de que hacer un musical significa forrarse de forma segura. La "musicalización" está llegando a extremos absurdos: ya mencioné aquí Legally Blonde, adaptación de una película tontísima y espectáculo innecesario donde los haya, y pronto se estrenará El cantor de bodas, que tres cuartos de lo mismo. También anda por el mundo (y antes o después llegará aquí) un Drácula musical: con sinceridad, no soy capaz de imaginarme al conde cantando Podría haberte mordido durante toda la noche o No llores por mí, Transilvania. El caso de Drácula es muy ilustrativo de cierta tendencia que consiste en utilizar el musical para caramelizar materiales que, de entrada, puedan resultar difíciles. Lo dijo Mary Poppins: con un poco de azúcar, esa píldora que os dan sin problema tragaréis… En ese orden de cosas se anuncia ya Ana Frank, el musical: a palo seco no apetece mucho lo de los nazis y los judíos otra vez; pero con canciones… ¡hombre, qué diferencia! Se me ocurren algunas ideas de este tipo: Eichmann en Jerusalén, el musical, con un estribillo de apertura que dijera: ¡Oh el mal/que banal!; o El violinista en el campo de concentración, donde cantarían: ¡Si yo fuera ario, dubidubidubidubidubidubidu! También Melodías de Broadway del 11-S , con unos efectos especiales extraordinarios y un número en el que Bush cante: El mañana me pertenece y Bin Laden: Soy un extraño en el Paraíso. O Cabaret 2, con Botín de maestro de ceremonias y Zapatero llevando las medias de rejilla negras, los dos entonando Money, Money… ¿Qué todo esto es un poco bestia? Bueno, quizá; pero espérate a que le pongan música y unos bailecitos y verás como tragamos.