Image: Blanca Li

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Teatro

Blanca Li

“¿De qué sirven las escuelas si no hay dónde bailar?”

3 julio, 2008 02:00

Blanca Li. Foto: Sergio Enriquez

La bailarina y co-reógrafa granadina Blanca Li, que dirige desde hace dos años el Centro Andaluz de Danza, actúa los días 5 y 6 en el Fernán Gómez de Madrid. Li, además, prepara en estos momentos Enamorados Anónimos, un musical que se estrenará la próxima temporada en la capital inspirado en la copla y en la canción española con música de Javier Limón.

Las coreografías de Blanca Li suelen ser corales y están aliñadas con bastantes pizcas de humor. Ella, que encara la vida con optimismo , es una hiperactiva con varios proyectos a la vez para lograr que, al menos alguno, se haga realidad. Al tiempo que dirige una escuela como el Centro Andaluz de Danza, mantiene su compañía con dos obras en repertorio (Poeta en Nueva York y Macadam, macadam), y que lo mismo produce una película que prepara un musical (Enamorados Anónimos). Granadina de nacimiento pero afincada en París, su formación, sus viajes y su curiosidad la han convertido en una coreógrafa que bebe en fuentes tan dispares como el flamenco, el hip hop, el ballet clásico, la danza española, el jazz y la danza contemporánea.

-¿Cómo llegó a dirigir el Centro Andaluz de Danza (CAD)?
-Me llamó la Consejera de Cultura de la Junta de Andalucía tras la muerte del maestro Granero, quien estaba al frente. Me lo propusieron, me fui para allí para conocer el propósito y funcionamiento del Centro y me encantó la idea.

-¿Y ha cambiado el programa y los objetivos del Centro?
-Básicamente mantengo lo hecho por Granero. El Centro era una escuela de danza contemporánea, española y clásica. Yo he mantenido estas especialidades pero, además, he añadido la obligatoriedad de que los estudiantes conozcan también aquellos estilos que no son los de su especialidad. De esta forma un bailarín que se especialice en contemporáneo tiene que estudiar también danza española y clásica, aunque no con el mismo rigor, claro está. Hoy se trabaja mucho la fusión y es muy positivo que los bailarines estén lo mejor formados. Por otro lado, he introducido el hip hop, aunque todavía no es una especialidad.

48 alumnos en el CAD
-Para ingresar en el CAD es requisito haber pasado por el Conservatorio de Danza.
-No, no es obligatorio pero sí tener un cierto nivel. El CAD quiere ser un puente entre los bailarines con un buen nivel y el ejercicio de la danza a nivel profesional. En estos momentos tenemos 48 alumnos y cada año hacemos audiciones para seleccionar a los que quieren formarse en nuestro programa. Es un programa que dura dos años, muy exigente, con jornadas de ocho horas, con un buen cuadro de maestros en todas las especialidades. Además, invitamos durante todo el año a coreógrafos y maestros de todo el mundo para que trabajen con los alumnos. Y, por otro lado, también ayudamos a los estudiantes a preparse audiciones y premios...

-¿El programa que presenta el CAD en Madrid es pues un reflejo de lo variopinto que es?
-Sí, por ejemplo, se abre con El baile del candil, posiblemente la coreografía más tradicional de la escuela bolera. La familia Pericet ha conseguido preservar danzas de la escuela bolera que durante un siglo prácticamente no se han bailado y estamos trabajando en ello. En general, el programa se compone de piezas cortas y de estilos diversos.Trinidad Sevillano, que ha sido una bailarina de clásico excepcional, da clases en el CAD y los alumnos bailarán dos coreografías de ella.

-Y también se incluye una coreografía suya, Silueta.
-Sí, es un solo que hice para la primera bailarina de la ópera de París, Monique Loudières. Es precioso. Lo he introducido en el programa, pero la verdad es que prefiero que sean otros coreógrafos los que lo conformen.

-Usted vive en París y creo que también prepara ahora un musical para Madrid. ¿Cómo compagina un trabajo con otro?
-Bueno, preparo el musical, pero también hago cine, tengo una compañía propia y hago miles de cosas más. Mi vida siempre ha sido una absoluta locura. Con el CAD tengo el compromiso de hacer un proyecto pedagógico, pero no es necesaria mi presencia continuada allí. Ahora, con todos los medios tecnológicos de que disponemos, puedes trabajar desde cualquier lugar. Lo más importante es saber rodearte de personas de total confianza y que respondan a las necesidades de cada proyecto. Lo importante es saber delegar.

-¿Y cómo es el musical que prepara?
-Poco le puedo decir, porque estamos justo haciendo audiciones para elegir el elenco. Es un musical sobre canción y copla española, con historias de amor. Se llama Enamorados Anónimos y la música es de Javier Limón.

Francia cuida la danza
-¿Qué opina sobre el debate de si la Compañía Nacional de Danza (CND) debe bailar clásico o no?
-Tiene que haber de todo. Y necesitamos una compañía que haga el repertorio clásico, los clásicos deben ser accesibles. Pero, por otro lado, me gusta el trabajo de Nacho Duato en la CND, es fenomenal. Pero necesitamos compañías porque de qué nos sirven buenas escuelas si luego los bailarines no van a poder bailar en ningún sitio.

-Usted, por ejemplo, se fue de España. ¿Por qué?
- Me di cuenta de que en España no había mucho futuro para lo que yo quería hacer, y que Francia era el país que más medios ponía a disposición de la danza. Ahora trabajo mucho con teatros de París, que coproducen mis obras.

-Aterrizó en la danza casi por casualidad, ¿no?
-No, siempre tuve claro, desde los cuatro o cinco años, que yo lo que quería era bailar. Pero en mi familia éramos siete hermanos y mi madre no tenía tiempo para llevarme a clases de ballet. Yo soy muy cabezota y me presenté a unas audiciones para el equipo nacional de Gimnasia Rítmica. Me seleccionaron y a partir de entonces me independicé de mi familia, gracias al apoyo del equipo. Luego, estudie clásico pero me recordó la gimnasia, porque es demasiado competitivo. Hasta que descubrí que la danza contemporánea era lo mío, es muy creativa. Yo nunca he querido ser bailarina de clásico.

-En Alemania dirigió el Ballet de la Opera Cómica de Berlín. Al final acabó yéndose, ¿qué pasó?.
-Me ilusionó mi nombramiento pero caí en el peor momento. Había reestructuración de teatros y la Opera Cómica era un caos total, el peor lugar para estar. La verdad es que si aceptas dirigir una institución es, sobre todo, por los medios que pone a tu disposición, pero es necesario que haya voluntad política de que el teatro funcione. Y no la había. Todo lo contrario de lo que ocurre en el CAD, donde hay verdaderas ganas por parte de la administración de que la escuela exista y vaya a más. Ahora queremos convertirlo en Centro Coreográfico, en el que habrá una compañía profesional y mantendremos la escuela.

-Su compañía actúa en los Jardines del Generalife con Poeta en Nueva York, ¿hay algún escenario más bello?
-Volvemos a Granada después del éxito del pasado año en el Festival. Es un escenario maravilloso, por el clima, la noche estrellada... los bailarines tienen muy buenas vibraciones. Sí, tiene un gran encanto.