Un desconocido en La Compañía
La Joven estrena Todo es enredos Amor
24 diciembre, 2010 01:00Escena de la obra
La Joven, dirigida por Álvaro Lavín, incorpora al repertorio de la Compañía Nacional de Teatro Clásico a Diego de Figueroa y Córdoba, autor del Barroco tardío poco conocido y de quien estrena Todo es enredos Amor.
La frescura y lozanía que respiran las piezas del Barroco tardío es una de las virtudes que ha señalado el crítico Emilio Cotarelo y Mori. Por ello Eduardo Vasco, director de la CNTC, se ha fijado en este título para que sea interpretado por un elenco joven y formado en el estilo de la CNTC. "Es una pieza fresca, adecuada para al espíritu de unos actores que tienen la alegría y la inocencia de encarar su trabajo con mucha ilusión", explica Lavín.
La obra se ajusta al modelo de comedias de enredo de la época: dama que, para conseguir a su amado, se disfraza de caballero, criada o lo que haga falta. Tiene el aderezo dramático de corredizos y puertas que se abren a habitaciones insospechadas, dándole un espíritu vodevilesco a la obra y que permiten un juego escenográfico. Y todo ocurre en Salamanca, en un ambiente de estudiantes.
El bisturí de Julio Salvatierra ha sido implacable con el texto. "Lo ha sometido a una profunda intervención que", según Lavín, "es sutilísima, nadie se va a dar cuenta, ya que es fiel al espíritu de la obra de Figueroa. Salvatierra ha evitado situar al espectador en una época precisa para trasladarlo a un espacio sin tiempo, aunque se mantiene un aire convencional, el que crea el verso de la obra, y al que también contribuye el vestuario". De esta manera Salvatierra se ha replanteado el concepto del honor o la finalidad del matrimonio para adaptarlo a nuestros días. Ha hecho desaparecer a los criados, que son sustituidos por amigos de los estudiantes, y también a las damas de compañía, que pasan a ser hermanas o estudiantes. Se ha tomado la licencia de introducir nuevos papeles cómicos, para dar juego a los 13 actores y el músico que consigue mantener en escena todo el tiempo. Son estudiantes que viven en la capital salmantina, en la Posada de las Conchas o compartiendo piso.
Apartes.
Lo que sí se ha respetado ha sido el juego de "apartes" tan utilizado por Diego de Figueroa y que Lavín ha aprovechado al máximo: "El discurso es constantemente interrumpido por los apartes del actor hacia el público, lo que permite invocar al espectador e informarle de los sentimientos y pensamientos del personaje. Es una herramiento que procura comicidad". Autor y director han querido servir el título con emoción, respetando el corsé del verso, e "intentado transformar las referencias a la sociedad de entonces en referencias reconocibles hoy día". En este sentido, señala Lavín, "sorprende el comportamiento tan moderno y libre de la mujer que nos presenta Figueroa". La puesta en escena es desnuda, con escenografía (Carolina González) e iluminación (Luis Perdiguero) al servicio del actor.