Laila Ripoll: "Según para qué cosas, aún es útil un pseudónimo masculino"
Lleva un curso trepidante. Ya cerró capítulo con 'Tea Rooms'. Ahora tiene en el Infanta Isabel 'Atra Bilis' y en breve repone 'El caballero incierto' en las Naves del Español
26 mayo, 2022 03:27¿Qué libro tiene entre manos?
Tongolele no sabía bailar, de Sergio Ramírez, que conoce de primera mano el drama de la Nicaragua contemporánea.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
El aburrimiento.
¿Con qué personaje cultural le gustaría tomar un café?
Con Jo de Mujercitas, pero con otros muchos también.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
No. Empecé a leer mucho de muy pequeña.
¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura?
No me gusta leer en los medios de transporte, por lo demás creo que leo en prácticamente en cualquier sitio y a cualquier hora.
¿Qué persona o acontecimiento cultural le hizo cambiar su manera de ver el mundo?
No me puedo referir a una sola. Ha habido varias que han ido cambiando cosas, a veces radicalmente, otras de un modo más sutil. La más reciente ha sido la lectura de Humo humano de Nicholson Baker.
El caballero incierto nace de ‘una costilla’ de La carne, la novela de Rosa Montero. ¿Por qué se quedó con el personaje de Josefina Aznárez para este monólogo?
Fue un encargo de Silvia de Pé, que se enamoró del personaje y pidió su mano a Rosa Montero. Después intervine yo y también surgió un flechazo.
Su caso remite a María Lejárraga, George Sand… ¿No?
En cierto modo, sí.
¿Diría que la sociedad ya ha dejado atrás definitivamente los condicionantes que abocaron a estas mujeres escritoras a utilizar un pseudónimo?
Pues no, creo que según para qué cosas aún es útil un pseudónimo masculino.
Ya acabaron las funciones de Tea Rooms. ¿Qué regusto le ha dejado su inmersión en el universo Luisa Carnés?
Dulce y hermoso. Ha sido una relación entrañable, llena de admiración y respeto. He disfrutado muchísimo.
Ahora tiene en cartel en el Infanta Isabel Atra Bilis, un cruce entre Valle-Inclán, Almodóvar y Berlanga. Qué sugerente cóctel.
Bueno, y añadiría a Quevedo. Sí, entronca con toda la tradición del humor negro español, ese que es capaz de contar chistes en un velatorio. Llega hasta Luis Mateo Díez.
Ha tenido que liderar el Fernán Gómez en una época muy complicada. ¿Qué balance hace hasta la fecha?
Hasta este momento es positivo, complicado pero positivo.
¿Entiende, le emociona el arte contemporáneo?
‘Arte contemporáneo’ es un concepto muy amplio. Claro que hay cosas que entiendo y que me emocionan. Y otras muchas que no.
¿Le importa la crítica, le sirve de algo?
Depende del crítico, como con todo. Hay comentarios muy útiles, análisis muy acertados y otros que mejor ignorar.
¿Cuál es la última exposición que ha visitado?
El arte del trampantojo en el Museo Thyssen.
¿Qué obra teatral le ha impactado últimamente?
Moria de Unahoramenos.
¿Qué película ha visto más veces?
Seguro que Dumbo. A las veces que la vi de pequeña se suman las que la he visto con mi hijo. Y Novecento de Bernardo Bertolucci, una historia poderosa, interpretaciones sublimes y una manera de dirigir fascinante. La vi de jovencita en un cinestudio y me quedé clavada en la butaca.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Pues teniendo en cuenta que es donde he nacido, donde vivo, donde me he criado y la cultura que conozco, es evidente que me gusta. Unas cosas más y otras menos, como es lógico. ¿Razones? Las que he enumerado anteriormente, pero también por la riqueza y variedad de paisajes, de gentes, de lenguas… No me canso de viajar y recorrerla, tanto física como culturalmente.
Una idea para mejorar la situación cultural del país.
Valorarla en lo que se merece.