Image: Hugh Thomas

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Letras

Hugh Thomas: "Estados Unidos no perdió la inocencia el 11-S sino en 1917"

23 octubre, 2003 02:00

Hugh Thomas. Foto: Mercedes Rodríguez

Tras analizar La guerra civil española (1961), Cuba (1973), Goya (1982), La conquista de México (1995), Moctezuma (1995) y La trata de esclavos (1998) en obras consideradas hoy como clásicos de la historiografía contemporánea, Hugh Thomas vuelve ahora la vista al Imperio español para tratar “las hazañas de las dos generaciones de exploradores, colonizadores, gobernadores y misioneros que abrieron el camino al enorme imperio americano de España, que permaneció durante mucho tiempo incontestado y que duró más de trescientos años”. A pesar de esta declaración de intenciones, resulta imposible no preguntarle ahora qué es lo que más le ha interesado del Imperio español al punto de dedicarle una obra de casi ochocientas páginas rebosantes de erudición: -Lo que me interesa es el ánimo de la primera generación de españoles que salieron de España buscando gloria, oro y la conquista de almas indígenas después de los descubrimientos de Cristóbal Colón. ¿Qué les llevó exactamente a marcharse? ¿Qué clase de personas fueron esos hombres tan valientes? ¿Era la “empresa de las Indias” para ellos un trabajo más, o algo de verdad extraordinario? ¿Acaso se habían contagiado con la imaginación de Colón? Lo cierto es que a contestar estas preguntas ha dedicado el profesor Thomas “más de cinco o seis años”. Dice ahora que no recuerda exactamente el momento en el que decidió hacerlo. “Posiblemente cuando terminaba mi libro sobre la trata de esclavos”, puntualiza.
“He visto desde el aire el cabo Gracias a Dios, donde Colón se entrevistó con los mercaderes mayas, y también la bahía de Santa Ana (Nueva Sevilla)”
De Sos a Veracruz Para documentarse, Hugh Thomas se ha pateado España a conciencia, viajando, escribe , “a prácticamente todos los lugares mencionados en el libro”. Ha visto la tierra natal de Diego Velázquez, en Cuéllar, “y el lugar en el que tenía sus tertulias en Santiago de Cuba”. Ha visitado Sos, donde nació el Rey Fernando, y Madrigal de las Altas Torres, cuna de Isabel la Católica. Molins de Rei, “donde Bartolomé de Las Casas habló con el emperador Carlos I”. Y Sevilla, y Sanlúcar de Barrameda. “Y he paseado desde Moguer hasta Palos, antes de visitar el monasterios de La Rábida”. También ha visitado Santa Fe, la casa donde Ponce de León vivió en lo que hoy es República Dominicana, la costa norte de Suramérica, Cozumel, Isla Mujeres, Veracruz, “y he recorrido el camino desde allí hasta México/Tenochtitlan, que recorrieron Cortés y sus quinientos hombres en 1519”. Más aún: “He visto desde el aire el cabo Gracias a Dios, donde Colón se entrevistó con los mercaderes mayas, y también la bahía de Santa Ana (Nueva Sevilla), donde pasó un triste año en Jamaica en 1503”. Lo mejor de todo es que Hugh Thomas no ha trabajado solo porque, como siempre, ha contado con colaboradores de excepción. Para empezar, en el libro agradece su ayuda a medio centenar de personas, de John Elliott a Carlos Fuentes, pasando por Felipe Fernández-Armesto, Francisco Morales Padrón; su mujer, Vanessa, o los directores de la British Library, de la Bibliothèque Nationales de París, de la Biblioteca Nacional de Madrid, del Archivo Histórico Nacional de Simancas, o del Archivo Histórico de Indias de Sevilla. Ahora, en cambio, al preguntarle por sus colaboradores más directos en esta obra, reduce mucho la relación. Pipes y Oscar de la Renta -¿Mis colaboradores? Amigos, como el profesor Richard Pipes que me invitó a pasar unos días en las Islas Vírgenes, el diseñador Oscar de la Renta, con quien pasé una temporada en la República Dominicana, y algunos amigos españoles con quienes he visitado o revisitado Segovia, Madrigal de las Altas Torres, Salamanca, etc. -¿Y cuáles han sido sus fuentes? -Mis fuentes han sido primeramente los viejos textos de los documentos del siglo XVI, muchos editados, y algunos nuevos que he descubierto en el Archivo de Indias. He leído con gran atención los grandes libros sobre estos años de Bartolomé de Las Casas y Fernández de Oviedo. -Resulta imposible no hacerle esta pregunta: ¿cuáles son las principales aportaciones de su obra? ¿Acaso no está ya todo escrito sobre el Imperio español? -El mío es un libro sobre el conjunto, que no solamente habla de los descubrimientos de Colón y de la Conquista de México sino también de la administración en La Española de Bobadilla y Ovando, de las conquistas de Puerto Rico y de Cuba por Ponce de León y Diego Velázquez, de Panamá-Darien por Núñez de Balboa y Pedrarias Dávila, de las hazañas de Hernán Cortés en México y de Magallanes en su viaje alrededor del mundo. En él hablo también de las primeras protestas de Bartolomé de las Casas contra los malos tratos a los indígenas. Existen estudios particulares de muchos de estos acontecimientos pero nada en su conjunto, que yo conozca.
"Aún existen dudas acerca de la verdadera actitud de Fernando el Católico hacia las Indias. Tengo alguna idea pero soy escéptico sobre si todo lo que dijo era así"
-Sin duda, pero ¿cuáles son los principales puntos oscuros pendientes de solucionar en relación con la conquista de América? -Hay detalles como, por ejemplo, la relación exacta de Hernán Cortés con financieros en Sevilla como Juan de Córdoba. Existen dudas aún mayores acerca de la verdadera actitud de Fernando el Católico hacia las Indias. Tengo alguna idea pero soy escéptico sobre si todo lo que dijo era así. Mi interpretación del papel de Las Casas quizás ha dependido demasiado de sus propios escritos. En realidad, Thomas centra cada uno de los capítulos en acontecimientos “que hicieron época y de perdurable importancia mundial”, como la caída de Granada, la formación de la España unida, la expulsión de los judíos españoles; el descubrimiento del Nuevo Mundo; las primeras protestas de los dominicos por los malos tratos que sufría la población indígena... Temas que numerosos historiadores ya han tratado. Precisamente por eso, es preciso preguntarle cómo complementa su libro las investigaciones de gentes como Elliott, de Parker o Kamen... -El libro de John H. Elliot es una obra que trata sobre todo de España en la época del imperio hasta el final del siglo XVII. Geoffrey Parker es un experto sobre los finales del siglo XVI, no sobre sus comienzos. Desgraciadamente hasta ahora no he tenido tiempo de leer a Henry Kamen pero mi impresión es que su libro habla de tres siglos, no de tres décadas. Con la autoridad que da conocer la materia como pocos, Thomas niega la mayor. O las mayores. Por ejemplo, que una de las claves de su obra sea el papel de los virreyes: -No, no es así, porque mi libro termina en el año 1522 y el primer virrey de hecho fue Antonio de Mendoza, nombrado Virrey de México en 1535. Colón, es cierto, era virrey, pero es más usual hablar de él como de El Almirante. Es cierto que hablo mucho de los gobernadores, como Ovando, Diego Colón, Diego Velázquez. Bueno, con la distancia, era fácil para ellos actuar de forma un tanto independiente. Lo curioso es que todos ellos, e incluso los priores jerónimos que actuaron como gobernadores, siempre estuvieron preocupados por lo que estaba pasando en la corte de España. La extinción de la esperanza -¿Por qué perduró esa estructura política y social? -Pienso que los descubridores y los conquistadores quisieron siempre volver a su tierra y por eso ellos daban su apoyo al sistema español. Tampoco nadie podía prescindir del apoyo de la Corona y sus asesores. Quizá uno de los aspectos más interesantes del libro de Hugh Thomas sea lo que corrobora o desmiente sobre la leyenda negra. O sea, si su libro confirma las principales acusaciones contra el Imperio, las niega, las matiza... -¿Qué queda de tanta denuncia, de tanta condena? -La catástrofe demográfica en el Caribe fue consecuencia de la conquista, pero fue aún más causante de la misma la extinción de la esperanza y los cambios en las estructuras sociales de los indígenas que las matanzas o las batallas. El asunto más complicado fue la trata de esclavos indígenas, tan considerable entre los años 1510 y 1530. Los primeros esclavos del atlántico no fueron negros procedentes de áfrica enviados a las Américas sino los indios del Caribe, enviados a España por Colón.
"Fue más causante de la catástrofe demográfica en el Caribe la extinción de la esperanza y los cambios en las estructuras sociales de los indígenas que las matanzas o las batallas"
-Dicen que los atentados del 11-S acabaron con la inocencia de Estados Unidos. ¿Cuándo terminó la inocencia del imperio español? -No sé nada sobre la inocencia política. Naturalmente, el asunto del 11 de septiembre de 2001 fue impactante para los Estados Unidos, pero no lo veo como un país “inocente” anteriormente. Ha sido un gran poder intervencionista después de 1941 o mejor 1917. Quizás la inocencia del imperio español se perdió cuando los franceses capturaron la flota de regalos en 1522. Por primera vez fue necesario pensar en enemigos europeos. ¡Qué horror! Y después de los franceses, los ingleses, los holandeses, etc. -¿Qué le parecen las tesis de Fukuyama sobre el fin de la historia, cree que los conflictos que estamos viviendo ahora son de culturas, de religiones, sólo económicos? -La tesis que Fukuyama plantea acerca de que estamos en el umbral de una democracia global con empresa libre no es sostenible. Estamos en un mundo mucho más complicado. El propio Estados Unidos es un tipo de imperio global pero al mismo tiempo no lo es. Fukuyama no habla de ésto. Lo que tenemos en los Estados Unidos es un poder global de una manera que no habíamos conocido antes. Este es el asunto original de nuestro tiempo. “¡Qué luz tan extraordinaria!” Pero volvamos a España. Resulta que la fascinación de Hugh Thomas por nuestro país surgió hace casi medio siglo. Hoy lo recuerda así: “Estuve una semana a principios de 1955 en la estación de Antequera. ¡Qué luz tan extraordinaria”. No tuvo maestros, “desgraciadamente”, ya que se confiesa “autodidacta”. Aunque puntualiza: “En Cambridge conocí historiadores magníficos como Walter Ullman, profesor de Derecho canónico, que me ofreció su ejemplo de trabajo y dedicación. -¿Y quiénes son sus discípulos? -Durante un año Paul Preston fue alumno mío en un master que cursó en la Universidad de Reading. Era un alumno magnífico, muy trabajador y con un gran sentido del humor. En estos momentos mi recuerdo es que era de derechas, pero es posible que me equivoque. Otra alumna mía fue Jill Edwards, una profesora de Historia en la Universidad Americana de El Cairo, una señora extraordinaria, muy trabajadora, con mucha voluntad, que ha elaborado una tesis sobre Gran Bretaña y la Guerra Civil. El profesor Michael Alpert, historiador del ejército republicano y de muchas otras cosas hizo un doctorado con mi ayuda aunque sabía mucho más que yo. Por último, fui asesor de dos personas con sus doctorados en Oxford: José María Maragall, sobre la oposición estudiantil a Franco; y el estupendo Shlomo Ben-Ami que hizo una tesis fascinante sobre los orígenes de la Segunda República. ¡Dos ministros! -Según algunos la guerra civil sigue teniendo asuntos por resolver. ¿Qué opina de las tesis de Pío Moa, las conoce, las valora? -Lo que dijo Pío Moa sobre la revolución de 1934 es muy interesante y pienso que dijo la verdad. ¡Pero no fue tan original! él me acusa en su libro, pero yo dije casi lo mismo: la revolución de 1934 inició la guerra civil, y fue culpa de la Izquierda. Existe una conferencia dada por Indalecio Prieto en México diciendo exactamente eso, aceptando su culpabilidad.
"No entiendo tampoco cómo fue que tantos amigos de la Izquierda, tantos anarquistas, pudieran ajusticiar a tantos burgueses sin crimen alguno"
-Hace años revisó su Historia de la Guerra civil... ¿le queda algún aspecto por analizar? ¿Qué documentos tendría más interés descubrir ? -Serían algunos matices: algo nuevo sobre la guerra en Aragón, por ejemplo, y sobre la cantidad de armas enviadas desde Rusia a la República, etc. Para mí, el aspecto más importante es explicar cómo pudo ocurrir tanta violencia detrás de las líneas, en las dos zonas. No entiendo cómo fue posible para los falangistas dar muerte a tantas personas inocentes, incluso algunas que habían votado por el Frente Popular. No entiendo tampoco cómo fue que tantos amigos de la Izquierda, tantos anarquistas pudieran ajusticiar a tantos burgueses sin crimen alguno. Esto constituye un gran contraste con lo que ocurrió en la España del siglo XIX (después de la guerra de independencia, claro) y debo decir en la España de después de 1975 cuando no se produjo ningún crimen por venganza. Los costes de la globalización -¿Entiende el papel que Europa juega hoy ante el Imperio americano? ¿Y el papel de Gran Bretaña? -Sí, Europa no acepta el papel hegemónico de los EE.UU. Europa piensa que es necesario plantear una alternativa. Es un punto de vista que comparten muchos norteamericanos también: Arthur Schlesinger, por ejemplo, o el senador Byrd, etc. -Sus últimos libros tratan de la libertad, como el de Cuba o La trata de esclavos, ¿está hoy más en peligro que nunca por la globalización, o es un valor a reivindicar? -Esta es una pregunta fascinante. La globalización supongo que podría abaratar los costes de todo. Pero es deseable, no esencial, mantener ciertos standards. Si una cadena norteamericana quiere promover la venta del pulpo gallego, es necesario que este pulpo sea de la misma calidad que el de Carballiño.