Goldhagen desató una encendida polémica con Los verdugos voluntarios de Hitler. Su investigación despejaba cualquier duda sobre la responsabilidad de la sociedad alemana en el Holocausto. Sin el amplio arraigo del antisemitismo, no habría prosperado el proyecto exterminador. El odio hacia los judíos no es una invención del partido nazi, sino una patología de la civilización cristiana. La Iglesia Católica fomentó el menosprecio del pueblo deicida. El pontificado de Pío XII refleja esa hostilidad. En La iglesia católica y el holocausto Goldhagen habla de complicidad. Las excusas posteriores no han conseguido clarificar el pasado de una institución que nunca ha renunciado a influir en los asuntos terrenales.