El Sáhara
Manuel Julivert
29 julio, 2004 02:00Mujeres en el puerto de pescadores junto a Nouakchott
Durante siglos los españoles han dirigido su mirada hacia el norte, sobre todo al conjunto de países de la Europa occidental con los que se ha mantenido tradicionalmente una relación ambivalente.También nos ha interesado el este, el Mare Nostrum en el que hoy nos gusta reconocernos culturalmente; incluso el oeste, el nuevo continente, ha polarizado pese a su distancia los anhelos de miles de compatriotas, y hoy sigue atrayendo por la lengua común. En contraste, nos ha importado relativamente poco el sur, a pesar de que a tiro de piedra de la Península Ibérica se halla uno de los lugares más fascinantes de la Tierra: el Sáhara. Es indudable que la razón fundamental de ese desinterés reside en las condiciones climáticas extremas que caracterizan este colosal territorio de nueve millones de kilómetros cuadrados, la tercera parte de la superficie africana. Como se dice en las primeras páginas de este libro, el Sáhara es para nosotros, habitantes del hemisferio occidental, el desierto por antonomasia. Hasta hace bien poco, y aún hoy, sin los recursos técnicos apropiados, adentrarse en esa terra incognita era poco menos que un dislate. ámbito hostil en grado sumo, sólo propicio para aventureros, aparte naturalmente de los buenos conocedores del medio -nómadas o tribus autóctonas-, resultaba por ello mismo el territorio ideal para la literatura, en su vertiente mítica o simplemente fantasiosa. Esta última constituye probablemente la imagen más extendida de esta inmensa región en nuestro medio cultural.
Dejar constancia de ello es al mismo tiempo reconocer lo obvio: que el Sáhara, como sugiere desde las primeras páginas el autor de esta espléndida obra, es un completo desconocido. Sería pueril la pretensión de compendiar su riqueza paisajística, su diversidad biológica o su complejidad humana con una serie de tópicos acerca de las tormentas de arena, los oasis o los tuaregs. Incluso el viajero circunstancial por estos pagos, debido a las coordenadas excepcionales antes aludidas, debe abastecerse de una serie de datos y conocimientos indispensables. Proporcionar éstos de la manera más sencilla y directa, dice con modestia el autor, "es precisamente el objeto de este libro". Quien afronte la lectura pormenorizada de este impresionante volumen se encontrará con que el resultado desborda con mucho ese tibio objetivo. Estamos ante una obra que puede calificarse de monumental por sus pretensiones, en la medida en que aspira a no dejarse nada sustancial en el tintero. Comienza con un ajustado examen geológico, en el que se destacan no sólo la acción de los elementos más insoslayables -el viento, el agua, la arena-, cuya interacción presta al medio su fisonomía más característica, sino la variedad de paisajes que una mirada apresurada suele pasar por alto: desde las mesetas -tassilis- a los cauces secos -wadis-, pasando por la montaña -djebel- y, por supuesto, las zonas desérticas de arena -ergs- o de piedra -regs-, sin que la enumeración sea completa, ni mucho menos. En este contexto, como resultaba previsible, la cuestión del clima y la distribución del agua -bien escaso por antonomasia- requieren tratamiento aparte.
Así, por encima de todo, cualquier acercamiento adecuado ha de partir de la base de que nos encontramos con una superficie tan vasta -desde el Atlántico al Mar Rojo- que no tiene sentido el uso del singular. Se impone, pues, el estudio de las distintas regiones naturales. Julivert empieza por la zona occidental -el Atlas y las Altas Mesetas argelinas-, se detiene después en el Sáhara central -que alberga una de las zonas más fascinantes, el macizo del Hoggar-, considera los límites meridionales -el Sahel- y abarca tan sólo una parte del sector oriental, puesto que el libro sólo contempla la zona sahariana al oeste del meridiano 15º E. Pese a esa diversidad, que el autor no pierde ocasión de enfatizar, en la vida vegetal y animal hallamos un denominador común: la adaptación a unas condiciones climáticas agresivas, caracteriza- das sobre todo por el calor, la sequedad y los fuertes contrastes.
Esos factores influyen también, como no podía ser menos, en el ser humano, condicionando su modo de vida. El acercamiento más elemental en este aspecto comienza con la distinción entre pueblos nómadas y sedentarios pero, más allá de esta clasificación primaria, nos interesa un acercamiento más pormenorizado a los usos, costumbres y creencias de estas poblaciones. Fiel al estilo de las páginas anteriores, Julivert trata de abarcar todos los temas posibles a grandes rasgos, aunque dedica especial atención a algunas cuestiones precisas, como las caravanas, la arquitectura o la artesanía. No descuida, naturalmente, el índice y descripción de las etnias, diferenciando tres grandes áreas y señalando los rasgos físicos y culturales de los diversos pueblos de cada una.
Desde mi punto de vista, la parte más floja y discutible del libro la constituyen las 75 últimas páginas, encabezadas con el epígrafe de "Aproximación histórica". Entiéndase lo anterior no tanto como rechazo frontal a esa sección sino como constancia de la insatisfacción del lector que vaya buscando algo más que un mero resumen aséptico de acontecimientos. El autor, que es geólogo de formación y no historiador, está naturalmente en su derecho de abordar este capítulo con el tono frío y distanciado -como de redactor de enciclopedia- que ha podido resultar adecuado al tratar de fenómenos geológicos, la flora autóctona o incluso la estructura de la tienda bereber. Pero en un libro que trata de dar una visión completa del Sáhara resulta decepcionante el apretado compendio de hechos de la edad contemporánea, que lleva a despachar la penetración del colonialismo de las potencias europeas -en particular Francia e Italia- en unos cuantos párrafos y, aún peor, por lo que respecta a la responsabilidad española en la colonización y desbandada de su zona, no se encontrará más que una sola frase (literalmente: "España abandonó el territorio en 1975", nada más), sin mención siquiera al conflicto internacional abierto desde entonces.
Es verdad que el libro está escrito mucho antes de la dimisión de Baker y del giro que, al parecer, el gobierno Zapatero pretende dar a la política española en la región -más receptivo ahora hacia las posiciones de Marruecos y menos beligerante en el amparo del Frente Polisario-, pero no es menos cierto que la cuestión del Sáhara ha sido desde hace tres décadas un tema candente que ha condicionado en no escasa medida nuestras relaciones con el sur. Se merecía un tratamiento más detenido en una obra de estas características. Este desacuerdo puntual no empaña en ningún caso la valoración global de un volumen muy estimable, primorosamente editado y que cuenta además con decenas de bellísimas fotografías que nos acercan también, con su elocuencia, a un territorio tan asombroso como ignoto.
Historias secretas
En la amplia bibliografía sobre el conflicto del Sáhara vale la pena destacar La historia prohibida del Sáhara español (Destino, 2002), de Tomás Bárbulo, sobre la otra historia de las relaciones de España y el Magreb; José Ramón Diego Aguirre descubre en Guerra en el Sáhara (Istmo, 1991) las raíces del conflicto y revisa las políticas de los distintos gobiernos españoles desde 1975, mientras que El Sáhara desvelado, de William Langewiesche, presenta a los personajes olvidados del desierto. Una dimensión más literaria tienen los relatos recopilados por la editorial Clan en 2001; Camelladas: exploraciones por el verdadero Sáhara, deTheodore Monod (Olañeta, 2004) ofrece una visión poética de una tierra ensangrentada, y las Adivinanzas saharahuis de Fernando Pinto (Miraguano, 2004), dejan constancia de un tesoro de incierto destino.
El Sáhara Occidental, historia de un desencuentro
1884. España comienza la colonización del Sáhara occidental.
1965. La ONU proclama el derecho a la autodeterminación saharaui.
1970. España convoca un referéndum de autodeterminación y elabora el censo de población.
1973. Se crea el Frente Polisario. El Gobierno franquista intenta acabar con él y concede al Sáhara el estatuto de provincia española.
1975. Se celebra la Marcha Verde, 350.000 hombres convocados por Hassan II para tomar posesión del Sáhara Occidental. El Gobierno español cede a las presiones y cede dos tercios de su soberanía a Marruecos, y el resto a Mauritania.
1976. Los saharauis proclaman la República árabe Saharaui Democrática. Comienza el enfrentamiento armado con Marruecos.
1985. La ONU reconoce la autodeterminación del pueblo saharaui.
1991. Marroquíes y saharauis aprueban una Plan de Paz y acuerdan la celebración de un referéndum.
1992. En enero, fecha prevista par el referéndum, la MINURSO no ha logrado identificar a todos los votantes. Marruecos exige el derecho al voto para los cerca de 100.000 colonos que mantiene en la zona.
2000. El referéndum previsto es anulado. James Baker es nombrado mediador entre Marruecos y el Polisario.
2002. Kofi Annan propone tres opciones: la división del territorio entre las partes en conflicto; celebrar un referéndum; conceder al territorio una fórmula de autonomía bajo soberanía marroquí.
2003. EE.UU. apoya la fórmula de la autonomía bajo soberanía marroquí.
2004. España cambia su postura tradicional, favorable al referendum, y apoya la propuesta norteamericana, que es también la marroquí.