Se nos ofrece en edición de bolsillo un título poco conocido de Faulkner, Las palmeras salvajes. Desde luego que no tiene la profundidad de Luz de agosto, la complejidad de El ruido y la furia o la maestría de Absalom, Absalom; sin embargo considerar Las palmeras salvajes como un título menor supondría un grave error. La compleja relación entre Harry Wilbourne y Charlotte Rittenmeyer es el más claro antecedente a las que posteriormente se desarrollaran en Yoknapatawpha. Idéntica apreciación podemos formular en cuanto al componente gótico de la obra, o el significante parabólico, aquí en su fase más temprana, y que será parte imprescindible de la esencia faulkneriana.