Tras su adhesión inicial a las teorías de Freud, Jung percibió la necesidad de avanzar hacia un modelo de interpretación más ambicioso que abordara el estudio del inconsciente, integrando las aportaciones de Adler y el análisis de los arquetipos que pueblan el imaginario colectivo. Surgió de este modo una interpretación de la mente y de la cultura que posibilitó una comprensión más perspicaz de las emociones humanas. Jung recurrió a la literatura para explicar la función simbólica de lo divino y lo demoníaco, de la sublimación y la perversión, de la creación y la destrucción. La necesidad de comprender la neurosis y las patologías colectivas desembocaron en la recuperación del mito.