El Romanticismo es algo más que una corriente estética. Es una interpretación de la realidad, que refleja la escisión entre el hombre y la Naturaleza, la fascinación por un espacio convertido en cosmos, pero en el que aún prevalece el desorden. En la pintura romántica, el paisajismo es algo más que un género. Tras el Renacimiento y la Ilustración, el hombre se percibe como un extraño ante una realidad que le desborda. Su propio conocimiento le ha separado del mundo y le ha convertido en un exiliado, sin patria a la que regresar. Al igual que en la tragedia clásica, experimenta terror, pero ese miedo convive con una atracción. Argullol nos propone un "museo imaginario" para reflejar el naufragio de la condición humana. El impulso fáustico es inseparable de la conciencia de pérdida. Van Gogh profundizó ese sentimiento, que en el expresionismo se hizo insoportable. La dolorosa sensibilidad de Munch preludia el ocaso de la Razón. El surrealismo representa una realidad muerta. El titanismo romántico se convierte en derrota. El abismo ha prevalecido sobre el impulso civilizador.