Julia Otxoa: poeta hasta las últimas consecuencias, tanto que su intensidad y su compromiso creador no caben en una reseña. Cabe, sí, indicar la dirección de estos relatos, muchos de ellos minúsculos, sobre temas mayúsculos: sobre lo insólito pactando con el absurdo, sobre lo real, lo intuido y lo presentido. Todos tratan de realidades humanas, sin perseguir explicarlas, sólo apresarlas con una técnica depurada y personal. A base de impresiones que transmiten extrañeza ("Viaje circular"), empujan a la ternura ("El hombre del alambre") o arrancan la compasión y una sonrisa ("El estanco"). O a través de un enfoque que llena de profundidad y dimensión poética objetos cotidianos. El conjunto no se deja resumir en unas cuantas impresiones porque resultan expresivos, atrevidos, nada convencionales. Se percibe que, entre sus páginas, el estilo de la autora, conciso, indagador, se encuentra perfectamente acomodado. No le falta razón cuando asegura que "lo suyo" con el género breve no es una elección sino "un hallazgo", porque quizá sea ese reducto el espacio en el que mejor se reconoce quien acostumbra a lidiar con el lenguaje sin pretender otra cosa que revolcarse en la creación de un texto literario. Los de este "extraño envío" bregan con constantes vitales (cansancio, identidad, crisis) que no son sino enigmas poéticos evocadores de otros estilos (kafkiano, borgeano…) que también los pelearon. De ahí el volumen que resulta, intenso y singular. Un libro que invita a acomodarse entre sus desasosiegos.