Image: Cartas íntimas de Antoine de Saint-Exupery

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Letras

Cartas íntimas de Antoine de Saint-Exupery

María del Pilar Sáiz

5 julio, 2007 02:00

Antoine de Saint-Exupery



2. SAINT-EXUPéRY Y LA NECESIDAD DE AMAR Y SER AMADO

A. Hacia la dimensión ontológica de Saint-Exupéry

La realidad del pacto no se reduce a la suscripción de determinadas condiciones entre autor y destinatario relativas a la forma de la carta y a la forma propia del intercambio y contacto epistolares. éstas no son suficientes para asegurar la correspondencia recíproca. Por mucho que el autor se sirva de todas las estrategias discursivas posibles para mantener la atención del destinatario, éstas se revelarán ineficaces si no tiene en cuenta un nivel de suma importancia que garantiza las relaciones epistolares tal como han sido pactadas. Nos estamos refiriendo al nivel semántico, que permite un punto de conexión más profundo entre las instancias enunciativas y como tal, susceptible de mantener el punto de inflexión entre ambas.

Si el contacto se ha realizado, si Saint-Exupéry ha desencadenado este proceso comunicativo con vistas a ser proseguido en una relación constante y fl uida, esto es, si el autor ha iniciado la "panoplia de seducción", el contenido se revela de suma importancia. Hasta tal punto es así que si el destinatario no se siente atraído, interpelado o interesado por aquello que se le transmite y no sólo por cómo se le transmite, se puede llegar a la ruptura del pacto. Podemos decir entonces, que el pacto no habría conseguido un nivel de consistencia o de profundidad suficiente para su permanencia. Autor y destinatario tienen que encontrar puntos temáticos en los que se puedan implicar recíprocamente para que el proceso comunicativo tenga continuidad. El nivel semántico va a adquirir gran importancia para el proceso de seducción que representa todo intercambio comunicativo. En efecto, "écrire à l'autre, c'est dans bien des cas, véhiculer ses propres valeurs, affi rmer ce à quoi on croit, et tenter d'infl échir, au nom de ces valeurs, le jugement ou l'action du destinataire".

Por tanto, todos los temas de que el autor trate van a tener como punto de partida la perspectiva del yo en su proyección hacia el otro. En virtud del pacto epistolar el yo-autor, yo-narrador y yo-personaje constituyen una única identidad en la que el nivel de enunciación y el nivel de enunciado, textuales, se han fundido con un componente extratextual. Sin embargo, la coincidencia en una misma identidad de estas tres instancias plantea algunas observaciones que es preciso tener en cuenta en la escritura epistolar, porque afectan de lleno al plano semántico. La instancia que toma la iniciativa del acto epistolar, Saint-Exupéry, en su proyección hacia el otro, escribe de sí y desde sí, de forma que "sólo podrá afirmar su conocimiento de la realidad desde la perspectiva de un yo"; de la misma manera que sólo podrá afirmar su conocimiento de sí y del otro desde su yo. Esto quiere decir que el proceso de escritura epistolar que le lleva a afirmar su identidad quedará marcado por el concepto de subjetividad, que es "la instancia resultante de la acción de un sujeto que hace de su yo la causa sustancial de su escritura". La consecuencia lógica resultante es que al situarse en el centro de su escritura, Saint-Exupéry va a intentar aprehenderse, y por tanto, va a manifestarse. Esto es propio de la práctica intimista.

Madelénat, uno de los grandes estudiosos de este tema, nos refiere que hablar de estética intimista es hablar de unos temas determinados que son tratados en una práctica concreta de escritura, la que se realiza desde la perspectiva del yo. Tales temas pasan por la introspección y cubren todos los ámbitos de la existencia personal, como los secretos del alma, la vida misma en su cotidianeidad, incluyendo los asuntos más triviales de la existencia. Pero es preciso tener en cuenta otro aspecto de capital importancia en lo que a los temas se refi ere y que afecta al yo como causa de su escritura. Madelénat, con gran perspicacia, ha sabido captarlo. En la época actual, el yo que escribe es un yo problemático, que no se limita a la contemplación de las cosas y a la observación de la influencia de éstas sobre sí mismo para, en un momento posterior, escribir sobre ello. En la actualidad, el yo es consciente de su identidad, una identidad que es propia y diferente de la de los demás, que debe ser afirmada con relación a los otros, y que, en consecuencia, es "conciencia de su mismidad". Por eso, la escritura le sirve a Saint-Exupéry no sólo para expresar las cosas desde sí o para hablar de determinados temas en relación a su yo, sino también para tratar de afirmar su identidad. Es una tarea que emprende y reemprende sin descanso. El pacto se actualiza en cada carta, por consiguiente. Nuestro autor escribe unos enunciados con un contenido, los transmite y se re-crea en el proceso escritural. El yo-autor no es tan sólo el yo histórico de la persona cuyo nombre figura en la firma, sino que además su yo adquiere en cada carta un contenido nuevo esencial. Es lo que Prado denomina las resultantes epistemológica y ontológica de los escritos autobiográficos.

La estructura circular de la carta, en su doble dimensión, nos habla de dicha afirmación en la carta-en-sí, pero también en la carta-en-proceso, es decir, enviada. Saint-Exupéry siempre se va a proyectar hacia el otro por mucho que se centre en los temas referentes al yo, o por mucho que afirme su identidad en cada una de ellas. Sin esa dirección al destinatario no se puede entender el verdadero alcance de la escritura epistolar. El proceso de persuasión iniciado en el momento en que los dos actantes han sido puestos en contacto, se continúa ahora, aun cuando el autor se limite a hablar de sí y a afirmar su identidad. Por esta razón Grassi sostiene que hablar de sí permite "renforcer la démarche presuasive". En su opinión, el hecho tan simple de vehicular una información, unos contenidos, o de agradar al destinatario, lleva implícito el desencadenamiento del proceso de seducción, ya que querer hacerse oír o tratar de ser aceptado por el otro forman parte de esta estrategia de seducción. Se trata, en definitiva, de "apprivoiser" al destinatario, utilizando el término saintexuperiano. La identidad de nuestro autor se afi rma con más fuerza en la medida en que "apprivoise" al destinatario.

Para entender en todo su alcance este término recurrimos a la misma explicación proporcionada por Saint-Exupéry en su célebre libro Le petit prince. Dicha explicación se desarrolla en el conocidísimo pasaje del diálogo entre el principito y el zorro. Por ser de gran relevancia para nuestro estudio lo reproducimos en lo esencial:

""- Je ne puis pas jouer avec toi, dit le renard. Je ne suis pas apprivoisé.
- Ah! pardon", fit le petit prince. Mais, après réflexion, il ajouta: "Qu'est-ce que signifie "apprivoiser"? (…)
- C'est une chose trop oubliée, dit le renard. ça signifie "créer des liens...".
- Créer des liens?
- Bien sûr, dit le renard. Tu n'es encore pour moi qu'un petit garçon tout semblable à cent mille petits garçons. Et je n'ai pas besoin de toi. Et tu n'as pas besoin de moi non plus. Je ne suis pour toi qu'un renard semblable à cent mille renards. Mais, si tu m'apprivoises, nous aurons besoin l'un de l'autre. Tu seras pour moi unique au monde. Je serai pour toi unique au monde...
- Je commence à comprendre, dit le petit prince. Il y a une fleur... je crois qu'elle m'a apprivoisé...(...)
Mais le renard revint à son idée: "Ma vie est monotone. Je chasse les poules, les hommes me chassent. Tous les hommes se ressemblent. Je m'ennuie donc un peu. Mais, si tu m'apprivoises, ma vie sera comme ensoleillée. Je connaîtrai un bruit de pas qui sera différent de tous les autres. Les autres pas me font rentrer sous terre. Le tien m'appellera hors du terrier, comme une musique. Et puis regarde! Tu vois, là-bas, les champs de blé? Je ne mange pas de pain. Le blé pour moi est inutile. Les champs de blé ne me rappellent rien. Et ça, c'est triste! Mais tu as des cheveux couleur d'or. Alors ce sera merveilleux quand tu m'auras apprivoisé! Le blé, qui est doré, me fera souvenir de toi. Et j'aimerai le bruit du vent dans le blé...".(...)
- Que faut-il faire? dit le petit prince.
- Il faut être très patient, répondit le renard. Tu t'assoiras d'abord un peu loin de moi, comme ça, dans l'herbe. Je te regarderai du coin de l'oeil et tu ne diras rien. Le langage est source de malentendus. Mais, chaque jour, tu pourras t'asseoir un peu plus près...". Le lendemain revint le petit prince. "Il eût mieux valu revenir à la même heure, dit le renard. Si tu viens, par exemple, à 4 heures de l'après-midi, dès 3 heures je commencerai d'être heureux. Plus l'heure avancera, plus je me sentiría heureux. à 4 heures, déjà, je m'agiterai et m'inquiéterai; je découvrirai e prix du bonheur! Mais si tu viens n'importe quand, je ne saurai jamais à quelle heure m'habiller le coeur... Il faut des rites"

Sin duda ninguna se pueden sentir las resonancias del pacto epistolar, que ahora en este nivel se va a concretar en un pacto de sinceridad, por el que Saint-Exupéry va a dar cuenta en sus cartas de su propia realidad, inseparable de este proceso de seducción, por encima de cuestiones como la sinceridad y el proceso de fi cción inherente a la escritura. Más aún, la fi ccionalidad de las cartas no va a representar un obstáculo a la sinceridad de los contenidos transmitidos que constituyen la esencia y proyección de su yo. El pacto de sinceridad representa la garantía de esta realidad.

B. "écrire est une conséquence": sinceridad y realidad histórica

La concepción que de la correspondencia tiene Saint-Exupéry, le lleva a manifestarse siempre a sí mismo y a dejar muestras de su identidad para establecer las bases que asienten el pacto de sinceridad. Aun en el caso muy excepcional de que la carta pueda ser concebida como un juego para confundir al destinatario, las huellas de su identidad van a ser explícitas y con ello la autenticidad de su expresión está garantizada. Además, el humor y la ironía serán piezas fundamentales de este tipo de cartas, con lo cual ofrece al destinatario las claves de su lectura. Un ejemplo de ello lo encontramos en esta carta que Saint-Exupéry escribe a Ségogne, en la que manteniendo su identidad en suspenso, ya que firma bajo un seudónimo, intenta reprocharle a su amigo con gran sentido del humor y carga irónica, el hecho de que no se haya dignado llamarle rápidamente en cuanto éste viajó a París. Gracias al mantenimiento del seudónimo se desdobla en un yo textual, que engloba a autor, narrador y testigo, portavoz del personaje principal, y en una tercera persona, personaje principal, que es quien está ofendido por el comportamiento del destinatario. Tanto aspectos del contenido, en los que manifiesta la complicidad con el destinatario, como la singularidad de la presentación tipográfica de la carta, desde el principio hasta el final en mayúsculas, dan cuenta de la identidad del autor, que puede ser reconocido por el destinatario, Ségogne. Transcribimos algunas frases:

"MONSIEUR,
VOUS PERMETTEZ à UN AMI QUI VOUS VEUT DU BIEN DE VOUS AVERTIR DE CE QUI SUIT: LES MURS D'UNE CERTAINE MAISON RETENTISSENT DU MATIN AU SOIR D'IMPRéCATIONS (...) IL S'AGIT D'UN JEUNE ET CHARMANT MéNAGE QUI VIENDRAIT, DIT-ON, D'APRRENDRE - PAR HASARD - QUE DEPUIS QUINZE JOURS VOUS ÊTES à PARIS (...) LES VOISINS AFFLIGéS CHUCHOTENT QUE SEULES PLUSIEURS DOUZAINES D'HUÎTRES OFFERTES PAR VOUS CHEZ PRUNIER POURRAIENT LEUR FAIRE OUBLIER CET AFFRONT (...)" (O.C. I, pp. 836-837).

Saint-Exupéry evita, por tanto, el equívoco y la superchería, desde el momento en que la autenticidad de su identidad se pone Cartas íntimas de Antoine de Saint-Exupéry de manifi esto. Los rasgos de su verdadera identidad nunca se ponen en duda, como tampoco la realidad a la que remiten, a pesar de la ironía. Por eso, tal como explica Haroche-Bouzinac, no se puede en modo alguno afi rmar que el testimonio transmitido por el autor en su carta esté ligado a la "insincérité préméditée".

De hecho, Saint-Exupéry hace alusión al pacto de sinceridad en sus cartas, en concreto en ésta que escribió a su madre en 1925, en la que nos muestra las diligencias seguidas por él en el proceso de escritura epistolar, un proceso en el que la pretensión de sinceridad y de verdad sobre sí son los fundamentos. Según Saint-Exupéry la existencia de estos fundamentos en su acto epistolar le permite proyectar una imagen real de sí:

"Il faut me chercher tel que je suis dans ce que j'écris et qui est le résultat scrupuleux et réfléchi de ce que je pense et vois. Alors dans la tranquillité de ma chambre ou d'un bistro, je peux me mettre bien en face à face avec moi-même et éviter toute formule, truquage littéraire et m'exprimer avec effort. Je me sens alors honnête et consciencieux (…) Vous ne pouvez pas me demander vraiment non plus d'écrire des lettres du jour de l'an ou genre jour de l'an (...) Je n'ai plus aucune coquetterie de la pensée qui fait qu'on s'interpose entre ce que l'on voit et écrit. Comment voulez-vous que j'écrive que j'ai pris un bain… ou dîné chez les Jacques. Je suis tellement indifférent à ce point de vue" (O.C. I, p. 749).

Por consiguiente, para nuestro autor la importancia de escribir una carta no estriba en el hecho de contar una serie de hechos sin importancia, que sería como hacer la crónica del día. La carta cobra su interés y su importancia en la medida en que es el propio yo el que se manifi esta. En esa manifestación de sí mismo va a aparecer la verdad sobre él. De ahí que ambas cuestiones, la de manifestación de sí y la de sinceridad en su expresión, caminen intrínsecamente unidas. Para Saint-Exupéry la realidad sobre sí es independiente del proceso de refl exión inherente a la escritura epistolar.

Es consciente de que en este proceso, desde el momento en que intervienen los fi ltros de la memoria y la inteligencia, la realidad histórica de los hechos muchas veces no va a ajustarse a la más absoluta objetividad sino que va a manifestarse a través de la subjetividad de su yo. Por esta razón, un mismo acontecimiento es transmitido de forma diferente en distintas cartas, con recuerdos más embellecidos o con más detalles en una que en otra, que no invalidan la autenticidad del relato. Lo podemos comprobar en las siguientes cartas en las que Saint-Exupéry relata la misma anécdota a varios de sus corresponsales (relato que, dicho sea de paso, plasmó con gran belleza poética en Terre des hommes y, con anterioridad, de forma novelesca en CourrierSud, como una aventura del protagonista, Jacques Bernis). En cada una de ellas añade distintos matices. Desde Dakar, en 1927, le dice a su madre: "Un camarade est venu nous reprendre et nous avons couché dans un petit fortin français isolé du monde entier où le sergent qui commandait n'avait pas vu un Blanc depuis des mois!" (O.C. I, p. 754) 150.

A Yvonne, su prima, le cuenta en términos parecidos la misma aventura de forma escueta, aunque añade alguna impresión personal: "L'autre avion a pu nous reprendre et nous avons couché dans un petit fortin isolé à quelques centaines de kilomètres de tout point habité. Le sergent qui le commandait n'avait pas vu un frère depuis trois mois. Cette nuit-là m'a paru extraordinaire. Si loin de tout" (O.C. II, p. 867).

Sin duda ninguna este hecho le impresionó, como podemos comprobar, al relatarlo una vez más a alguno de sus amigos, como a Ségogne. En la carta a él dirigida, fechada en "Dakar, 14 février 1927", se extiende en detalles e impresiones personales, utilizando incluso imágenes poéticas:

"L'autre avion a pu découvrir un terrain, s'y poser et nous repêcher. C'était de la chance et nous avons couché dans un petit fortin français. Un vieux sergent nous a reçus qui avait dû vieillir là, s'était racorni là mais riait de joie à la vue de frères. Ses quinze Sénégalais se sont alignés au garde à vous, si frais, si jeunes, si lisses de peau qu'ils étonnaient dans ce désert comme auraient étonné des géraniums ou des salades. Et nous les avons passé en revue, gravement... Nous sommes montés fumer avec le vieux sergent sur la terrasse du fortin. C'était extraordinaire ce désert vide au clair de lune. Je me demande ce qu'il surveillait de son fort. Sans doute les étoiles, sans doute la lune. Mais tout était bien à sa place car nous avons trouvé l'étoile polaire et le Chariot aussi mais rangé dans un coin du ciel nouveau pour moi. Nous nous faisions les confidences les plus intimes, rassurés par cette lune, apprivoisés par l'étoile des bergers (...) Nous apprenions aussi que la dernière visite d'un lieutenant, il y a trois mois à un vieux sergent perdu dans le sable, est presque un souvenir d'amour" (O.C. I, p. 834) 151.

Los ejemplos expuestos nos muestran, por una parte, que el recuerdo se encuentra reforzado por la expresividad de las imágenes y, por otra, sin embargo, que lo esencial no se encuentra adulterado en ninguno de los casos. Sean las frases simples de una carta, que en tan sólo un párrafo dejan constancia de la huella en el autor del acontecimiento relatado, sean varios los párrafos que bajo una forma más detallada se refi eren al mismo hecho, aun cuando estén imbuidos de gran belleza poética, la anécdota parece mantenerse fi el a lo esencial. Saint-Exupéry nos ofrece unos textos epistolares auténticos escritos por él mismo y en los que intenta mantenerse fiel al significado que ese hecho representa para él, por mucho que las imágenes poéticas inunden su narración. El valor referencial y autorreferencial del texto epistolar es evidente. Poco importa entonces que en esta referencialidad el grado de objetividad al relatar los hechos sea mayor o menor. La cuestión de la sinceridad epistolar y, por tanto, el pacto, se asientan en la aceptación del punto de vista subjetivo que domina la narración de los hechos. Además, tal como ya hemos hecho referencia en otro momento, la naturaleza escritural de la carta conlleva un "acto de conciencia", como le gustaba decir a Salinas, que hace que exista un pro sables est presque un souvenir d'amour" (SAINT-EXUPéRY, Antoine de, ceso de reflexión por mínimo que sea. Necesariamente, al tener que servirse de la lengua, observará las leyes que la rigen para que su expresión sea aceptable, de modo que, como bien expresa de nuevo Salinas, es "muy difícil que la persona que se pone a escribir no sienta, deseo no cuenta clara de ello, prurito de hacerlo bien, de escribir bien". El pacto de sinceridad, entonces, partiendo de la autenticidad del texto, reposa en la fidelidad a la significación que unos hechos representan para Saint-Exupéry, independientemente de su mayor o menor grado de exactitud objetiva.

Otros ejemplos entresacados de la correspondencia de Saint- Exupéry sirven para ilustrarnos al respecto. En ellos la fidelidad a lo esencial, en lo que se refi ere al hecho relatado, con su realidad referencial, lo mismo que la autenticidad del texto, marcado por la percepción del autor que da cuenta de esa realidad, son los elementos básicos. En esta ocasión la anécdota relatada hace referencia a un baile provinciano en Montluçon, al que acudió en compañía de su amigo Sallès, cuando Saint-Exupéry trabajaba como representante de camiones en esa zona. Le escribe a su madre, en 1925: "Salles est venu me voir à Montluçon le dimanche, quel brave vieux type! Nous avons été ensemble au "dancing" hebdomadaire, un bal de sous-préfecture où les mères de famille formaient le carré autour de leurs "jeunes fi lles" qui dansaient en rose ou en bleu
avec les fi ls des boutiquiers" (O.C. I, p. 750).

La misma anécdota, rica en detalles e impresiones, la encontramos relatada ahora a Renée:

"Samedi dernier ayant appris la présence d'un dancing à Montluçon nous y sommes allés. Un dancing à Montluçon ce devait être drôle... Hélas. Pas de barman, pas de cocktails, pas de jazz. Un bal de sous-préfecture où l'on valsait sous l'oeil sévère des mères. On se disait "Et votre dame? Et votre jeune fille, comment ça va?" Les "dames" formaient le carré autour de la salle. La vieille garde. Elles ruminaient paisiblement. Les "jeunes filles" en rose ou en bleu céleste tournaient dans les bras des cyclistes, au centre. Les mères avaient l'air d'un jury. Les cyclistes avaient arboré des smokings neufs et raides qui sentaient la naphtaline. Ils se regardaient dans toutes les glaces. Ils tiraient sur leurs manchettes, ils remuaient le cou parce que le col les grattait. Ils étaient heureux" (O.C. I, p. 789).

La anécdota se mantiene fiel en cuanto a la realidad referencial, la cual no se pone nunca en entredicho, la autenticidad del texto está marcada por la subjetividad del autor siempre fiel a su identidad. Tal subjetividad se puede entrever por la riqueza de detalles aportados en el segundo caso y que están ausentes del primer relato. Se entiende si se tiene en cuenta que la realidad de un baile era algo más próximo al universo juvenil de los dos amigos que al de la madre. Por tanto, con Renée puede explayarse más con referencias relativas al mundo que conocían ambos (el jazz, los cocktails, etc.). Esta misma presencia de los detalles, o por vía negativa, su ausencia del primer texto, nos ofrece una imagen de sí marcada por el sesgo de la subjetividad.

En cada carta, Saint-Exupéry ofrece una versión de sí mismo, un momento concreto en la interrelación con el destinatario o un aspecto de su futuro, unido o no al de su corresponsal. Además, desde el momento en que las cartas van insertadas en el flujo de una correspondencia, o desde el momento en que un mismo acontecimiento es relatado a corresponsales varios, es posible aprehender el sentido más profundo que tiene para el autor cada acontecimiento expuesto o cada sentimiento expresado, repetido después en otras cartas. A la inversa, la "postulación del sentido determina los hechos que se eligen, los detalles que se resaltan o se descartan, de acuerdo con la exigencia de la inteligibilidad preconcebida. Los olvidos, las lagunas y las deformaciones de la memoria se originan ahí". Por eso, olvidos o detalles que se resaltan constituirían sencillamente una opción de Saint-Exupéry que quiere mostrar una versión concreta de "su realidad personal", que es preciso integrar en un significado global. En defi nitiva, cada carta escrita por Saint-Exupéry es "el testimonio de un hombre sobre sí mismo, el debate de una existencia (...) a la búsqueda de su fidelidad más íntima " 156. Ser fi el a sí mismo supone dar "testimonio de una verdad: la verdad del hombre, imágenes de sí y del mundo".

La búsqueda de la verdad, empezando por la verdad sobre sí, es un aspecto de suma importancia para Saint-Exupéry, tal y como él mismo dice en sus cartas. Precisamente en una escrita a Renée el año 1926, dice: "De deux explications d'un phénomène les gens se rangent d'instinct vers l'occulte. Parce que l'autre, la vraie, est simple et terne et ne fait pas dresser les cheveux sur la tête. Le paradoxe est plus tenant qu'une explication véritable et les gens le préfèrent" (O.C. I, p. 797). La búsqueda y manifestación de la verdad sobre sí va a guiar toda su producción epistolar. El pacto de sinceridad se revela fundamental en esta tarea.