Image: El coleccionista de mundos

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Letras

El coleccionista de mundos

Ilija Trojanow

17 julio, 2008 02:00

La novela cuenta en clave de ficción la biografía de Sir Richard Francis Burton. Foto: Archivo

Traducción de Rosa Pilar Blanco. Tusquets. Barcelona, 2008. 400 páginas, 22 euros

Vivimos en un momento cultural en el cual el contenido humano de la vida resulta aburrido para muchos, pues las imágenes publicitarias de la existencia cotidiana, llenas de relumbrón, superan en atractivo a la realidad misma. Funcionan a modo de vallas que maquillan la verdadera faz de las circunstancias vitales de la gente; por ejemplo, cuando los turistas cruzan en autobús un barrio miserable de una capital tercermundista notan que la solicitud de los gobernantes levantó un muro para hacer invisible el perfil roto de ese espacio. La India y Pakistán cuentan con novelistas de renombre global, como Salman Rushdie, Kiran Desai y Vikram Chandra, entre otros, empeñados en derrumbar esas vallas para que el lector pueda observar de cerca la cara verídica de ese universo. Miran sus sociedades colocando sobre sus rostros de nativo la máscara proveída por su educación occidental. Hace un par de siglos el interés europeo por las culturas del subcontinente indio estaba motivado, en cambio, por la conciencia de que existían puntos de encuentro bajo las diferencias, que proveníamos de una misma raíz indoeuropea. Los escritores de entonces, numerosos aventureros británicos, trataron de alejarse de sus propios sistemas de valores para entender mejor los ajenos. Tanto en la lengua, a través del sánscrito, el equivalente indio de nuestro latín o griego, como en las leyendas subyacentes, buscaban las semejanzas entre Oriente y Occidente. En la actualidad la globalización nos acerca desde fuera (ordenadores, Nike, Nokia...); antes tratamos de viajar por el corazón de las tinieblas (Conrad, Kipling...).

Ilija Trojanow (Sofía, 1965), es un escritor nacido en Bulgaria que residió durante varios años en Alemania, país del que adoptó la lengua. Se trata de un viajero consumado, poseedor de un temperamento apto para experimentar los sentimientos de otros, lo que le facilitó la adopción de una actitud particular hacia el Oriente, cercana a la de los viajeros ingleses entre los siglos XVIII y XIX. él no busca tanto subrayar los rasgos exóticos de un mundo extraño como su entendimiento. La propia experiencia le ha permitido comprender las bondades de la diversidad cultural: huyó de niño con la familia de su Bulgaria natal por razones políticas (1971), pasando por Alemania e Italia, para recalar en Kenia, donde su padre ejerció su profesión de ingeniero, y luego en París. Realizó largas estancias en Bombay, en Ciudad del Cabo y en diversas ciudades alemanas (Munich, Mainz), para terminar residiendo en Viena. Su dedicación profesional comprende la labor de traductor y de editor de
literatura africana en alemán. Ha recibido numerosos galardones por su trabajo, obteniendo el premio de la Feria del Libro de Leipzig en el 2006 por la obra aquí considerada.

No sorprenderá que con un trasfondo tan variado la presente novela cuente en clave de ficción la biografía del personaje histórico Sir Richard Francis Burton (1821-1890), un capitán del ejército inglés, que sirvió en la India, donde aprendió numerosas lenguas, siendo luego enviado por la famosa Sociedad Geográfica Inglesa a explorar diversos lugares de áfrica, como el lago Victoria, el mayor del continente, y donde se hallan las famosas fuentes del río Nilo. Su habilidad lingöística fue legendaria, y se dice que hablaba cerca de treinta lenguas, lo que le permitió traducir del árabe al inglés obras tan diversas como el Kama Sutra y el libro de cuentos de Las mil y una noches.

Gönter Grass ensalzó El coleccionista de mundos por dos razones, el interés que despierta la historia contada, los periplos de Sir Richard Burton, y la riqueza de conocimientos que transmite al lector. Esta obra muestra, en mi opinión, lo que el arte de narrar, en tiempos en los que la imagen lo desnuda todo y penetra en inéditos rincones, puede hacer como ningún otro: enseñarnos que la realidad está constituida por múltiples capas. La novela consta de tres partes bien diferenciadas: la primera transcurre en la India y en el actual Pakistán, la segunda tiene lugar en la Península Arábiga, mientras la última ocurre en áfrica. Sir Richard Burton es el protagonista, y en cada una de todas estas aventuras él ejerce también de escriba, tal y como ocurrió en la realidad, anotando todo los acontecimientos en los que se ve inmerso.

El lector descubrirá poco a poco las lecciones que aprende Burton en cada uno de esos mundos, como durante el período de servicio militar en la India colonial. Lo sabrá por medio de dos fuentes, una es la narración de los hechos tal y como el aventurero los vive y anota en sus cuadernos, y, por otra parte, iremos enterándonos a través una visión externa, generalmente un relato oral que hace un personaje co-protagonista de la historia de Burton. La tensión entre la narración inspirada en los cuadernos de Burton y el recuento oral de los testigos de sus acciones condiciona el carácter del texto; el uno, el testimonio escrito, suplementa al otro, la memoria de los hechos recordada en palabras, lo cual hace que la verdad expresada sobre estos mundos en la novela termine en suspenso. La escritura no agota la verdad, mientras la memoria oral sin la escritura se queda en leyenda.

La primera parte presenta al joven capitán inglés asignado a un enclave militar en Baroda, población relativamente cercana a Bombay, donde domina la cultura hindú y, a continuación, es enviado a otro puesto, próximo a Karachi, donde predomina la cultura musulmana. En Baroda toma por sirviente a un indio, Naukram, quien le arregla todos los detalles de la vida cotidiana, desde la búsqueda de una casa, una amante, e incluso un buen profesor de lenguas. Los episodios de este período en la vida del joven militar los conoceremos porque Naukram acude, tras ser despedido años después por Burton, a un escribano para que le redacte una especie de carta memorial donde se diga que sirvió al capitán. El escribano se enamora de la historia, y lo que iba a ser una epístola de dos páginas se convierte en un extenso relato, mediante el que conoceremos en profundidad la vida del militar. Por ejemplo, sus descubrimientos sexuales, efectuados a través de la lectura del Kamasutra y de las habilidades de su concubina, como el arte de retrasar el placer, o aprender a experimentar cómo sienten personas distintas a nosotros.

La segunda y la tercera parte cuentan otras dos momentos extraordinarios en la vida de Burton, un viaje de Medina a La Meca, donde se hace pasar por un médico persa, y gracias a su domino del árabe y de otras lenguas consigue realizar este peregrinaje que se hallaba estrictamente prohibido para el infiel. En la última parte, la africana, lo vemos de aventurero, viajando con amigo en busca de los orígenes del Nilo, narradas en parte por uo de sus acompañantes, Sidi Mubarak Bombay, que ahora le cuenta las historias a sus nietos. La enfermedad, el encuentro con indígenas que exigen tributos, la traición de los porteadores, todo ello sirve de trasfondo para redondear esta enorme historia, donde en última instancia se ausculta la difícil identidad humana. Sir Richard Burton, fue pensado como un traidor a los suyos, porque entendía a las gentes diferentes, su habilidad para expresarse en numerosas lenguas resultaba también sospechosa.

A lo largo del libro hay pasajes que rezuman poesía y sabiduría. Cuando los encontramos en el texto no dejan de sorprendernos. Son pequeñas joyas repletas de hondura sicológica como la siguiente: "Las máscaras desconocidas hablaban con la lengua del látigo. Querido mío, tú no conoces la lengua del látigo, ni siquiera el palo conoces, tu padre olvida la furia en tu presencia, tú no sabes cómo te ofende antes de dolerte, cómo te castiga antes de amenazarte, cómo atraviesa tus sentidos obligándote a caer de rodillas […] quieres cortarte la lengua de un tajo, pero nuestras manos estaban atadas". (pág. 278)

La vida cotidiana en las sociedades de bienestar occidentales se ajusta a unos patrones donde el riesgo, la aventura, lo diferente, han sido erradicados, y donde el deporte se ha convertido en el sustituto controlado de nuestro encuentro con el azar. Nos hemos hecho miedosos. Trojanow, en cambio, novela una vida llena de riesgos, de aventura, mientras retraza los viajes de Sir Richard Burton con el propósito de ofrecernos el contexto indio, árabe, africano, y la historia, las historias de nuestro mundo, todo lo que la cultura de Internet, el permanente contacto instantáneo con las cosas nos escamotea a diario. El valor de la lectura recobra su legitimidad con libros como el presente, porque nos enfrenta con la humanidad en su estado puro.

Los elogios de Jorge Luis Borges

"Una increible versión de las Mil y una noches".

"En trieste, en 1872, en un palacio con estatuas húmedas y obras de salubridad deficientes, un caballero con la cara historiada por una cica-triz africana -el capitán Richard Francis Burton, cónsul inglés- em-prendió una famosa traducción del Quitab alif laila ua laila, libro que también los rumíes llaman de Las mil y una noches. (...) En algún lugar de su obra Rafael Cansinos-Assens jura que puede saludar las estrellas en catorce idiomas clásicos y modernos. Burton soñaba en diecisiete idiomas y cuenta que dominó treinta y cinco: semitas, dravidios, indo-europeos, etiópicos... Ese caudal no agota su definición: es un rasgo que concuerda con los demás, igualmente excesivos. (...) Aventuro la hipérbole: recorrer Las mil y una noches en la traslación de Sir Richard no es menos increible que recorrerlas vertidas literalmente del árabe y comentadas por Simbad el Marino". Historia de la Eternidad (1936).