Image: Mi nombre es Nadie. Inmigración: el viaje más antiguo del mundo

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Letras

Mi nombre es Nadie. Inmigración: el viaje más antiguo del mundo

Carla Fibla y N. Castellano. Icaria. Barcelona, 2008. 152 páginas. 25 euros

24 julio, 2008 02:00

FOTO: C. García.

La inmigración y sus causas. A. Guerra y F. Tezanos. F. Sistema. Mad., 2008, 42 e / La inmigración sale a la calle. F. Checa y Olmos. Icaria. Barc., 2008. 296 pág, 16 e / La inmigración en España. H. Cebolla y A. G. Ferr











La llegada masiva de inmigrantes está transformando España. La inmigración supone un impacto que se caracteriza tanto por su potencia como por lo desconocido de sus efectos a medio y largo plazo. Esa combinación de fuerza e incertidumbre está estimulando la reflexión sobre un fenómeno que de una forma u otra nos ha de afectar, cada vez más, a todos. Estos cuatro libros responden a la misma inquietud: arrojar luz y ciencia sobre algo que nos ha cogido por sorpresa y urge desvelar. Estamos ante cuatro volúmenes que forman un mosaico que muestra de manera diversa pero consistente lo que hoy significa la emigración. Textos que permiten trenzar la lectura relajada del verano con la tensión propia de las páginas que conviene afrontar con lápiz y papel para ir tomando notas.

Quizá convenga el lector en comenzar por el más emocionante de los volúmenes: Mi nombre es Nadie. En realidad es un audiolibro, puesto que viene acompañado de cuatro CDs con material sonoro recopilado durante siete años de recoger testimonios en las rutas seguidas por la inmigración entre áfrica y España. Sus autores son periodistas, Carla Fibla (Valencia, 1973) y Nicolás Castellano (Las Palmas de Gran Canaria, 1977). Corresponsal de la SER y "La Vanguardia" con base en Marruecos, Carla Fibla es una excelente conocedora de la problemática de la orilla sur del Mediterráneo, y Nicolás Castellano, también vinculado a la SER, se ha currado el estudio de la inmigración siguiendo sobre el terreno los movimientos de los inmigrantes desde sus lugares de origen hasta su entrada en España. Las fotografías que ilustran Mi nombre es Nadie son de Juan Medina (Buenos Aires, 1963). Trabaja para la agencia Reuters y lleva años fotografiando los movimientos migratorios, labor por la que ha recibido diversos galardones.

Escuchar, contemplar, leer Mi nombre es Nadie es meterse en el interior del drama de la inmigración africana. La óptica es la de quien sufre porque quiere llegar a España o a Europa, la del desesperado que recibe la brutalidad de la policía marroquí o el rechazo y la desatención de las fuerzas españolas. Al mismo tiempo los reportajes de Fibla y de Castellano muestran al trasluz, como si no quisieran hacerlo, las dificultades que para las poblaciones de acogida ha supuesto el aumento de la densidad inmigratoria. Como leemos y escuchamos, las primeras llegadas a Canarias no supusieron problema alguno para sus habitantes.

La primera llegada de inmigrantes documentada se produjo en Fuerteventura en agosto de 1994 con dos saharauis a bordo. Hasta febrero de 1995 no llegó la segunda embarcación con cinco marroquíes. En dicho año arribaron ocho barcas. Aquello no parecía preocupar a nadie, medios de comunicación incluidos. El siguiente año llegó una barca menos. No sería hasta 1998 cuando la llegada de barquillas se convierte en noticia. Llegan 67 pateras a las Islas Canarias con 399 personas "dejadas en libertad en las calles después de unos días en el calabozo de la Guardia Civil". En 1999 llegan 448 personas, y se produce el primer naufragio. Se ahogan 9 jóvenes en Fuerteventura y en la isla aparecen los primeros signos de rechazo.

En 2000 se produce un punto de inflexión. Comienzan a llegar subsaharianos procedentes de Mali, Nigeria o Ghana. En total 908 inmigrantes, entre ellos la primera embarazada. Cruz Roja se ve obligada a montar un centro de acogida en Las Palmas cuyas 150 plazas quedan saturadas inmediatamente. La nueva Ley de Extranjería entra en vigor en enero de 2001. A lo largo de ese año los inmigrantes deambulan por Las Palmas y el alcalde decide pagarles un billete de avión a Madrid. 2001 es el año en el que los servicios sociales canarios quedan saturados porque arriban a las islas 2.227 personas. 2002 marca la llegada de 6.600 personas y la tensión social aumenta con distintas declaraciones xenófobas. Se oficializa el traslado de inmigrantes a la península y aparece el primer barco chatarra cargado de inmigrantes. Un año más tarde arriban cerca de 10.000 y entre ellos destacan los primeros paquistaníes e indios. En 2004 llegan más inmigrantes que nunca. Más de 12.000, siguen ahogándose numerosas personas. Descartados los barcos chatarra porque su volumen los hace muy detectables, aparecen los cayucos, que pueden llegar a transportar más de 150 personas y emprenden viaje desde lugares situados a mas de dos mil kilómetros de Canarias. Por fortuna en 2007 se registra la llegada de sólo 12.000 personas aunque reaparecen los grandes barcos chatarra. Como leemos en Mi nombre es Nadie, pese a que en 2005 el gobierno de Zapatero regulariza a 700.000 sin papeles y las expulsiones de inmigrantes a sus países de origen se hacen habituales, las bolsas de gentes dispuestas a entrar en la Península o en la Unión Europea no disminuyen lo más mínimo.

Tras este dramático encontronazo con la realidad es aconsejable que el lector siga sus reflexiones sobre la inmigración con la lectura del tomo editado por Alfonso Guerra y José Félix Tezanos, presidente y director, respectivamente, de la Fundación Sistema, entidad que viene organizando los Encuentros de Salamanca. La edición de 2007, la sexta, giró en torno a la problemática planteada por la inmigración y las desigualdades sociales. Debatieron veintiséis ponentes cuyos textos, convenientemente revisados, conforman las páginas de La inmigración y sus causas. La pretensión más evidente de este volumen es conformar un estado de la cuestión sobre los movimientos migratorios en el mundo y lo cierto es que el panorama conseguido por Guerra y Tezanos conforma una visión muy completa de los movimientos de población. Tras una introducción del propio Tezanos, las ponencias de Stiglitz, Galbraith, Sutcliffe o Milanovic, por citar únicamente a las figuras interna-
cionales, proporcionan una visión de conjunto articulada y convincente. En la segunda mitad del libro, las ponencias se orientan a estudiar las relaciones entre migración, desarrollo y cooperación. Fitzgerald y Massey aportan perspectivas comparadas de gran interés. Por último, con un Sami Naïr que a fuerza de repetirse suena ya a mampostería, un interesante grupo de politólogos y sociólogos reflexiona sobre la integración de los inmigrantes y el desarrollo de sus derechos ciudadanos. Interesante volumen tanto para leer seguido como para el picoteo. Aunque eso sí, el patrocinio manda, y algunas de las ponencias se deben a primeras espadas en el gobierno.

Se ha dicho y escrito que la inmigración es un arma política en manos de los medios de comunicación. La lectura de La inmigración sale a la calle es muy ilustrativa de esta perspectiva. El profesor Francisco Checa y Olmos ha coordinado a un grupo de investigadores y académicos con el fin de analizar la inmigración como representación social y como elemento indispensable de toda agenda política y comunicativa. Análisis de texto y de contenido de diversos medios de comunicación en su tratamiento de la multiculturalidad o el multiculturalismo y los conflictos relacionados con la ciudadanía de los emigrantes son abordados por once estudiosos de distintas universidades.

Por último, La inmigración en España (2000-2007): Héctor Cebolla Boado y Amparo González Ferrer han escrito, como bien señala Joaquín Arango en el prefacio, un libro de referencia. Encargado por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, los autores han conseguido una obra completa en la que no faltan críticas a las políticas migratorias del PP y del PSOE, ambas caracterizadas por el afán de controlar unas fronteras que al final se han demostrado más porosas de lo que se pretendía. Dicha ineficiencia en el control de flujos, unida a una falta de decididas políticas integradoras, pondría en duda la eficacia de los procesos de regulación de inmigrantes. El repunte del trabajo inmigrante irregular, unido a la desaceleración de la economía española, plantea para los autores un panorama complicado que debería ser gestionado con instrumentos de medida menos imperfectos que los actuales.

Para el lector interesado en el fenómeno migratorio conviene recordar la existencia de numerosas monografías como la de Gladis Nieto, La inmigración china en España (Catarata, 2007) o Inmigrantes del Este de Miguel Pajares (Icaria, 2007). Y, ya por fin, una adivinanza. ¿Por qué en Japón no existe casi la inmigración?