El curioso caso de Benjamin Button
F. Scott Fitzgerald
6 noviembre, 2008 01:00S. Fitzgerald junto a su familia.
Francis Scott Fitzgerald es uno de los nombres referenciales de la primera mitad del siglo XX en literatura norteamericana, de igual forma que su inmortal El gran Gatsby se ha convertido en el título referencial por excelencia de toda una época en la historia de los Estados Unidos. Y es precisamente esa novela, popularizada por Robert Redford en la versión cinematográfica, la que nos acompaña en la lectura de los ocho relatos que conforman esta recopilación de cuentos. Paradójicamente el que presta su título al volumen, "El curioso caso de Benjamin Button", se aparta de la generalidad; aunque la paradoja pierde su natural singularidad al conocer que el último papel protagonizado por Brad Pitt es precisamente encarnando al protagonista del relato, y tampoco es cuestión de dejar pasar tamaña promoción.En este primer cuento se nos narra el "caso" del referido personaje cuya vida recorre el camino inverso al natural discurrir de la naturaleza; esto es, nació siendo un anciano y su vida termina en el preciso momento que debía haberse iniciado. El infantil juego de "El mundo al revés" se convierte en una realidad para Benjamin Button y el lector llega a plantearse hasta que punto nuestra vida se rige por una serie de normas y convenciones sociales. Son esas mismas convenciones, sobre todo las referidas a las clases sociales más altas, las que marcan la vida de Dexter Green, el protagonista de "Sueños de invierno". Dexter tiene mucho de Jay Gatsby, pues como éste también él logra alcanzar una posición más que privilegiada habiendo comenzado como un anónimo caddy. Y si Gatsby tenía a Daisy, Dexter tiene a Judy Jones, una joven cuyo recuerdo le acompaña durante toda la vida… sobre todo porque nunca pudo conseguirla.
También encontramos una historia de amor imposible en "Lo sensato", que concluye con una suerte de máxima amatoria: "Hay toda clase de amores en el mundo, pero nunca el mismo dos veces." (pág. 107) Pero no es la historia de amor, imposible una vez más, entre George O’Kelly y Jonquil Cary lo singular de este relato, sino el componente social que determina las relaciones humanas. "El niño rico" se asemeja más a una "novella" que a un relato tanto por su extensión como por su desarrollo, con pequeñas subtramas en el desarrollo argumental. Incluso el recurso del narrador omniscente, similar a aquel de Nick Carraway en Gatsby, sustenta tal interpretación. El protagonista es Anson, sobre cuyas espaldas caerá la responsabilidad de mantener el honor de su acomodada familia.
"El cortejo nupcial" tal vez sea el relato más flojo, sobre todo si lo comparamos con "Regreso a Babilonia", el que más me ha interesado del volumen. Este representa uno de los más claros ejemplos de la simbiosis entre realismo y naturalismo que permea el corpus narrativo de Fitzgerald. Y, finalmente, "La tarde de un autor", una especie de divertimento del propio Fitzgerald, que parece narrar en este microrelato sus propios miedos en el momento de enfrentarse a la cuartilla en blanco: "Debe de ser fantástico tener un don así, sencillamente sentarse con un lápiz y un papel. Trabajar cuando quieres, ir a donde te apetece." (pág. 265)