Jesús Miranda de Larra: "Larra se suicidó convencido de que caminaba solo"
Autor de la última biografía del escritor madrileño, este descendiente de Fígaro intenta rescatarle de la leyenda romántica
26 febrero, 2009 01:00Jesús Miranda de Larra. Foto: EFE
Alberto OjedaLlegó un punto en que a Larra lo de vivir le pareció una carga insoportable. Demasiado dolor, demasiada desesperación, demasiado vacío. El tiro de gracia que se recetó sobre su sien le libró del tormento. Quizás aquella detonación le instaló para siempre en la leyenda del romanticismo. Pero también ensordeció el mensaje cívico y renovador que figura en sus numerosos artículos. Jesús Miranda Larra, descendiente de Fígaro, corrige ahora, en el bicentenario de su muerte, esa visión sesgada. Al menos ese es el verdadero propósito de su libro Larra. Biografía de un hombre desesperado.
Pregunta.- Entre la vasta bibliografía escrita sobre Larra, ¿cuál considera que es su aportación más original?
Respuesta.- Creo que la obra Larra. Biografía de un hombre desesperado permite una aproximación completa a la persona y al escritor para conocerlo como hombre comprometido con el objetivo de conseguir el progreso para los españoles a través de la libertad, la justicia y la educación.
P.- Afirma usted que su prosa cambió nuestra manera de escribir en castellano. ¿En qué sentido?
R.-La censura tenía que ser burlada desde el humor, la sátira, la ironía, los heterónimos, los diálogos, las corresponsalías..., todo lo cual "obligó" a Larra a perfeccionar la forma de escribir y sublimar el castellano, creando una forma de hacer periodismo, además.
P.-¿Su mensaje político y cívico ha quedado oculto bajo su halo romántico?
R.-Creo que sólo los literatos y los periodistas conocen al verdadero Larra. Su muerte, su humor y su forma de escribir para engañar a la censura, han hecho que no haya sido entendido su mensaje por la gran mayoría y sólo a mediados del siglo XX se haya comenzado a estudiarle debidamente.
P.- ¿Qué le debe a la Generación del 98?
R.-El volver a la vida pública.
P.-¿Se sentiría satisfecho al ver la España actual?
R.-No. No se suicidaría porque la democracia y la libertad están conseguidas y con ellas la posibilidad de avanzar en tantas cosas que aún nos sitúan a niveles preocupadamente atrasados, como la justicia, la cultura, el respeto a los demás y a la naturaleza...
P.- ¿Ejemplifica su suicidio la impotencia de la literatura y la inteligencia frente a la mediocridad y la desesperación?
R.-En parte, pero él se suicidó, convencido de que caminaba solo y hacia ninguna parte al ver frustrada su lucha por mejorar su patria, por orgullo; no quiso ser parte de la España desastrosa que le tocaba vivir.
P.- ¿Qué le dolía más a Larra el día que se suicidó: España o Dolores Armijo?
R.- Le dolía todo, pero más era la desilusión y la desesperanza al no poder ver una España en vías de progreso. El desengaño amoroso, primero con Pepita, su mujer, y luego, y especialmente, con Dolores Armijo, fueron la gota de agua que colmó el vaso.
P.- "El amor mata", llegó a escribir en la crítica de Los amantes de Teruel, en 1836. ¿Fue un vaticinio fatal? ¿Vislumbraba ya su final?
R.-Creo que sí. En varios de sus escritos hace referencia a la muerte como salida al suplicio de vivir: carta a su amigo Ventura de la Vega, exequias a la muerte de su amigo Campo Alange, entre otros. Sus últimos artículos en El Mundo y en El Redactor General son terribles y maravillosos, a la vez.