Image: Soseki. Inmortal y tigre.

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Letras

Soseki. Inmortal y tigre.

Fernando Sánchez Dragó

27 noviembre, 2009 01:00

Fernando Sánchez Dragó y el malogrado Soseki.

Planeta. 352 pp. 19 e.


Beppo", "Plutón", fueron gatos nacidos de la literatura de Borges o Poe… Otros muchos hubo que lograron trascendencia gracias a escritores que les rindieron justicia poética, como Kipling, Neruda, Perrault, Baudelaire, Umbral... Y más allá de nuestra tradición, Natsume Soseki, autor de Yo, el gato, referencia que atraviesa muchos de los sentidos de este libro de Sánchez Dragó porque ofrece el relato de un gato que fustigó a los humanos de su tiempo. Soseki. Inmortal y tigre rinde homenaje a aquel gato de más de cien años, sin rumbo y sin botas, en la piel de un felino que nació en un pueblo de Soria y no se rindió, hecho como estaba de aventura, hasta dar con un hogar, amor, familia y un nombre. Que bien podía haber sido "Teseo", porque en la "casona-laberinto" en que vivió, junto al escritor y su mujer, encontró su destino.

Pero dejemos al lector lo que constituye el dispositivo de la trama y obviemos preámbulos que nos hagan detenernos en un autor que nos tiene habituados a toda clase de excentricidades, salvo a ésta de entreverar de ternura un relato que va y viene entre ser cuento de niños que pueden entender los adultos y cuento de adultos para niños. Aunque si la excusa es dedicar a su nieta la historia de un gato que acabó por tener su lugar en un cuento, arroparlo con los versos de Rubén Darío (para que guarde en recuerdo"al abuelo que un día le quiso contar un cuento"), e incluir la presencia de su destinataria en diálogos que entrecortan la narración inicial para enfatizar ese propósito,… la resolución final se arrima demasiado a los costados del escritor. ¿Y?: pues que la aventura de ese héroe doméstico discurre junto a la del proceso de creación del cuento, y a la biografía de sus obsesiones. Y el proyecto de narración se abisma en un monólogo que evidencia cierta improvisación en la técnica compositiva, a la vez que brinda un curioso anecdotario. Pero siempre regresa a "Soseki". Y sí, acaba siendo la historia del gato que se instaló de tal manera en sus afectos que su muerte sólo halló alivio en la escritura de esta obra, que le mantendrá vivo en el nirvana de la literatura. ¡Y, por supuesto, en la presencia de nuevos gatos!: uno, "Teseo", como no podía ser de otro modo. El otro sigue buscando su nombre.