Image: Correr el tupido velo

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Letras

Correr el tupido velo

Pilar Donoso desvela los secretos de su padre, José Donoso

17 septiembre, 2010 02:00

José Donoso

Diez años después de la muerte de su padre, el escritor chileno José Donoso (1924-1996), su hija adoptiva Pilar se embarcó en una aventura aniquiladora: leer sus diarios y los de su madre para Correr el tupido velo de los silencios, secretos y mentiras que fueron sus vidas, las de los tres. O para explicar cómo en su casa "era imposible diferenciar esa línea tenue entre la ficción y la realidad". El Cultural ofrece algunos de los mejores y más polémicos fragmentos del libro, que lanza Alfaguara la semana que viene.

Obsesión por el dinero
"Luego vendrá una larga etapa -por lo menos tres años- en que yo, su hija, seré el centro de sus obsesiones, de sus delirios de persecución, de su monomanía. Para mí esto ha sido una verdadera sorpresa. Siempre se mantuvo como padre cariñoso, comprensivo, aunque lapidario frente a mis decisiones, pero siempre presente, al fin y al cabo. Detrás, sin embargo, se escondían miedos, rencores, odios, frustraciones.

Al enfrentar cada página, cada párrafo, cada línea, debo recomponer nuevamente las piezas rotas, una y otra vez, para encarar la siguiente.

Éste es el reflejo de sus obsesiones respecto del dinero: ‘Navidad habitual familiar, esta vez en casa de Pablo y la Lucha. Miles -demasiados- de regalos, totalmente de sociedad de consumo, una locura. Temor horrible por la relación de Pilarcita con el dinero -el mío- y su relación viciada con el Toby. Algo muy malo puede suceder y no dejo de tener miedo. ¿Por qué me mintió para sacarme mil quinientos dólares? ¿Quiso comprarse al Toby con mi dinero? Peligroso y angustiante, y puede acabar muy mal. Pero puede ser, también, suspicacia de parte mía, y que la Lucha esté dispuesta, como yo, a soltar otros mil quinientos dólares para completar el estudio de posgrado del Toby.' [...]

"Desaparece un cheque de ciento cincuenta dólares y vuelve a sospechar que yo lo he robado. Son sus «tincas» respecto de mi falta de honradez con el dinero. Siente que si él tuviera fuerza y tiempo, tomaría todas las finanzas de nuevo en sus manos y así ya no tendría esas horribles ideas que le quitan el sueño". [...].

El comienzo del Boom
De regreso en Ciudad de México [en 1962], Carlos Fuentes invita a una comida en su casa para despedir a todos los asistentes al simposio. Esa noche mi padre conoce a Gabriel García Márquez. Mientras actrices, escritores, poetas, pintores, escultores, autoridades, cantantes y todo tipo de asistentes disfrutaban de la fiesta, mi padre buscaba a García Márquez por los salones, porque había leído El coronel no tiene quien le escriba y alguien le había dicho que Gabo estaba en la fiesta. Depronto, se le acercó un señor de bigote negro que le preguntó si él era Pepe Donoso y con un abrazo latinoamericano comenzó una gran amistad, no exenta de futuros problemas, o envidias escondidas bajo la alfombra: Vi a García Márquez como un ser sombrío, melancólico, atormentado por su bloqueo literario tan legendario como los de Ernesto Sábato y el eterno bloqueo de Juan Rulfo, del que salió con la gloria que es de conocimiento público.

Para mi padre el inicio del Boom como tal comienza con esta fiesta en casa de Fuentes, presidida por la figura hierática de Rita Macedo cubierta de brillos y pieles, y a la que describe como una diosa estática, intocable.

Carmen Balcells
"Hablando sobre Carmen en esas largas conversaciones, sentados bajo la sombra de la flor de la pluma, en la terraza de nuestra casa en Santiago de Chile, se reía de sí mismo por la autoridad que esta mujer tiene sobre él: -Llego donde la Carmen Balcells, justo antes de terminar El pájaro, bastante mágicamente, me parece. Ella estaba muy presente en nuestras vidas, iba a visitarnos a nuestro departamento a menudo. Es una catalana de gran carácter. Por ambición llegó a ser lo que es. [...] Trabajó mucho, tenía muy buen «ojo literario», sabía reconocer dónde iban las cosas. Con esta visión logra ser la agente literaria de Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Jorge Edwards y muchos escritores importantes que con el paso del tiempo fue reclutando. Hoy en día tiene una oficina elegantísima y es la más importante agente de la lengua castellana. Una vez dijo: "Pepe Donoso es el más escritor de todos mis novelistas", aludiendo a mi trabajo, porque veo las cosas literariamente. [...]

»¿Si la quiero? No, no la quiero nada, me hace sufrir horriblemente, es una canalla, una perversa. Mi padre espera mi reacción ante sus palabras y se ríe porque sabe que yo noto lo mucho que la quiere, admira, depende y, a la vez, teme sus opiniones. A pesar de que dice sobre ella: -Es una mercenaria de la literatura y me inspira terror la autoridad de su tono, pero me pregunto admirado de dónde habrá sacado ella tanta sabiduría, además de un gran sentido del humor". [...]

Pelea con Carlos Barral
"Ingenuamente mi padre le ofrece el manuscrito [de El obsceno pájaro de la noche] a Carlos Barral, con la intención de ayudar a su nueva editorial [...]

-y se puso furioso conmigo: «¡Qué eres, un indigno de mierda!, ¡con esa barba mal cortada!, ¡te ves ridículo con tus anteojos pegados con scotch!», me dijo furioso. Lo consideró como una ofensa, como un insulto. Luego, las cosas se arreglaron entre nosotros, gracias, en parte, a las gestiones diplomáticas de Carmen Balcells.

Con o contra Castro Mi padre, más reacio a "la amistad", me describe esa época: -"Yo me sentía lejano, porque en ese momento todo era política, era estar con o en contra de Fidel Castro. Tanto Carlos Fuentes como García Márquez como Vargas Llosa hacían política, estaban muy metidos en eso. A mí la política nunca me ha hecho vibrar, aunque mis novelas sí tienen un fondo político, ésa es toda la política que concedo, es un poco lo que dice Ramokov que debe tener un autor, que también lo tienen Chejov y Tolstoi, es escribir la vida de ellos, pero no haciendo política. Yo he logrado que la gente de derecha me tilde de izquierdista, y los de izquierda me tildan de derechista."

Homosexualidad [En una carta de noviembre de 1976 a mi madre, mi padre escribió]: "Hay cientos de miles de cosas que no he hablado aquí: mi homosexualidad, pasiva y latente e imaginativa en este momento, como una huida al miedo de la entrega total a ti; pero el miedo a esta entrega total no existiría si no existiera la urgencia y el deseo de esta entrega, que mi neurosis transforma en peligro. No pierdo de vista este amor tan valioso, y a veces tan delicioso, que nos une".

Hasta hoy me pregunto qué los llevó a casarse. En ese momento él era un hombre maduro, soltero, de treinta y siete años, perseguido por los fantasmas de su juventud; ella, una mujer soltera, virgen (a su decir), de treinta y seis años. ¿Qué misteriosos lazos los unían? Desde luego había muchos: lograron estar casados treinta y seis años, con crisis, grandes heridas y dolores profundos, pero a su vez con grandes momentos de amor mutuo. [...]

Excesos de John Elliott
John Elliott, en cuya casa estaba viviendo [mi padre] en Manhattan, bebe cinco vodkas antes de cenar y por lo menos ocho después, duerme poco y no trabaja nada. De manera que la convivencia se hace insoportable [...]. Siente que John lo odia y él lo está odiando también. Anota en su diario: "Racista, imperialista, jamás le ha trabajado un día a nadie y se ha dedicado a administrar la fortuna que le dejó su padre, lo que significa, en buenas cuentas, gastarla, porque parece que ha perdido mucho. Me tiene profunda envidia porque trabajo, porque estoy joven, porque soy honrado, porque, según él, «I have achieved something». Con su ética puritana, esto le parece muy importante.".

Novela "mediocrota" de Muñoz Molina
Lee El invierno en Lisboa, de Muñoz Molina. Comenta en su diario: "Me parece que esta novela es mediocrota: bar, jazz, mujeres, capitales, todo lo modernette, pero veré qué pasa más adelante. Este libro ha vendido más de 20 ediciones. Claro que los españoles ponen el número de ediciones cuando se trata de ellos, no cuando se trata de alguien como yo, que hace mil años que estoy vendiendo y no ponen ni [...]el número de ejemplares. [...]