Image: En el poder y en la enfermedad. Enfermedades de jefes de Estado y de Gobierno en los últimos cien años

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Letras

En el poder y en la enfermedad. Enfermedades de jefes de Estado y de Gobierno en los últimos cien años

David Owen

8 octubre, 2010 02:00

Mao Zedong.

Traducción de María Cóndor. Siruela. 512 pp., 29'95 e.

'En el poder y en la enfermedad' trata de la interrelación entre la política y la medicina. David Owen se declara fascinado por ella y la ha analizado en ambos campos. La enfermedad en personajes públicos suscita importantes cuestiones: su influencia sobre la toma de decisiones, los peligros de mantener en secreto la dolencia o la dificultad para destituir a los dirigentes enfermos.

Tres grandes caudales confluyen en este volumen. El papel de la enfermedad en los líderes políticos, la hybris como un mal derivado del ejercicio del poder y el constante testimonio autobiográfico del autor.

Nacido en 1938 en el seno de una acomodada familia galesa, David Owen ha heredado sin duda el tan británico gusto por las biografías. A nadie le extrañó que en 1991 publicase Time to Declare, unas memorias políticas cargadas de información autobiográfica. Ya en las primeras páginas de En el poder y en la enfermedad, Owen recuerda al lector que estudió medicina en Cambridge, la mejor universidad europea en todos los ránkings, y que se afilió al Partido Laborista en 1959 "al ver la pobreza y la infravivienda del sur de Londres". Tras ejercer una temporada como "simple médico" en un hospital londinense, el joven Owen entra en el Parlamento en 1962 y durante 26 años es miembro de la Cámara de los Comunes. Al renunciar en 1994 se había convertido en el MP que más tiempo ha estado en el cargo.

La carrera política de Owen permea este volumen de principio a fin. No en vano tras sus iniciales puestos políticos en la sanidad inglesa, se convierte en 1976 en Foreign Secretary. Ser ministro de Asuntos Exteriores a los 39 años en el Reino Unido es algo tan infrecuente que buena parte del laborismo comenzó a verlo como su futuro líder. Con el paso de los años, como leemos en estas páginas, Owen estuvo siempre en las primeras filas de la política británica y de la acción internacional. La Reina de Inglaterra le nombró Barón Owen de la Ciudad de Plymouth en 1992, y como miembro de la House of Lords se ha convertido en Lord Owen. Entre 1996 y 2009 fue rector de la Universidad de Liverpool.

Autor de una docena de libros y de múltiples artículos, Owen ha sabido rentabilizar en sus últimas publicaciones su doble condición de médico y de político que en el ejercicio de sus funciones tiene información de primera mano, tanto de los líderes como de los hechos históricos que analiza. Con En el poder y en la enfermedad, cuyo subtítulo es muy revelador del contenido, Enfermedades de jefes de Estado y de Gobierno, estamos ante un texto organizado en cuatro partes. La primera abarca desde 1901 hasta 2007. Owen analiza la salud del depresivo presidente norteamericano Theodore Roosevelt, enfermo crónico de asma y diarrea, y cierra con Ariel Sharon, obeso primer ministro israelita y víctima de una grave dolencia cardiaca en los años de su mandato.

Esta primera parte recorre la salud y el papel político de 30 jefes de gobierno, además de los dos ya citados. El lector entra en la hipertensión y arterioesclerosis de Woodrow Wilson, en el cáncer del Primer Ministro británico Neville Chamberlain, quien negoció con Hitler en 1938 en Múnich. La depresión es quizá la enfermedad más repetida entre los treinta y dos estadistas estudiados por Owen. La sufrieron, entre otros, los norteamericanos Warren Harding y Calvin Coolidge. Churchill añadía a su severa depresión insuficiencia de miocardio. Owen insinúa que Ronald Reagan pudo sufrir Alzheimer ya desde el comienzo de su mandato.

Una visión tan extensa en el tiempo y tan diversa en sus referencias biográficas tiene la ventaja de ofrecer una panorámica de conjunto que agradece el lector pero presenta, por un lado, el inconveniente de la falta de conexión entre los personajes y, por otro, la desventaja de pasar de puntillas sobre gigantes políticos de la talla de Mao Zedong, al que dedica dos páginas y una mínima fotografía con Richard Nixon de cuando se entrevistaron, en 1972, con el objetivo de establecer relaciones fluidas entre ambos países.

La segunda parte es mucho más fluida y se nota de forma positiva la cercanía del autor con los personajes y los hechos narrados. Se abre con la enfermedad de Eden, Primer Ministro británico durante la nefasta crisis, para Inglaterra, del Canal de Suez. La mala salud del presidente Kennedy y la enfermedad secreta del Sha de Persia son el objeto de los siguientes capítulos y, por último, el cáncer de próstata del presidente Mitterrand. El capítulo dedicado a John F. Kennedy cruza los datos médicos conservados en la Biblioteca Kennedy con un intenso estudio de los episodios que marcaron su breve presidencia. La invasión de Bahía Cochinos y la crisis de los misiles en Cuba conforman un ejemplo de brillante análisis. A todo ello, añade Owen el análisis del historial médico de un Kennedy adicto a las inyecciones de esteroides y procaína así como a las mal llamadas drogas recreacionales. El análisis de la enfermedad del Shah de Irán es también un potente y ejemplar foco de luz. El tratamiento de su cáncer por parte de los médicos franceses y el uso del secreto de Estado ilustran a la perfección la política de ocultamiento, como sucedió con Mitterrand, de las enfermedades de los líderes políticos, lo que acaba incidiendo en sus tareas de Estado.

La breve tercera parte está dedicada a la disección del mal que afectó a Bush y Blair y a su influencia en las guerras de Irak y Afganistán. Owen acuña y describe el término hybris como un síndrome derivado del uso del poder, presente en un gran número de líderes y que se caracteriza por una autoconfianza excesiva, rechazo a las advertencias y avisos de colaboradores y representación equivocada de la realidad.

Por último, la última pretende establecer la protección democrática contra las enfermedades de los jefes de Estado y de Gobierno. Tras haber mostrado cómo a lo largo de los últimos cien años han sido numerosas las decisiones políticas tomadasde forma errónea por dirigentes públicos enfermos, Owen busca establecer barreras de protección. Al mismo tiempo, advierte del negativo papel de los médicos personales o de los parientes, incapaces con demasiada frecuencia de advertir la gravedad de ciertas situaciones.

Viene este denso volumen a cubrir un hueco de considerable importancia en la democracia del siglo XXI. Owen plantea e ilustra el conjunto de problemas derivados de líderes enfermos y a la vez aborda el envejecimiento de los poderosos y las pérdidas cognitivas vinculadas a la edad. No existe, por ahora, demasiada literatura en torno al tema de este libro. Si bien es cierto que autores como M. Cook o D. Bell se han aproximado al problema, se echa de menos una atención más concentrada. En todo caso, Owen presenta un rico material que nos hace reflexionar sobre la naturaleza de la democracia y del comportamiento humano.

Líder

Por Fernando Aramburu

Llega al poder con sonriente convicción de haber alcanzado una meta colectiva, pero también personal. Puede que se vea en una cumbre pues fue escalando puestos en el partido, a menudo sirviéndose de los codos. Tiene vedado ejercer la duda en público. Condenado a no equivocarse, acertará incluso cuando yerre. Lo envuelve la burbuja que en adelante lo aislará de su entorno. Siendo física e intelectualmente imposible gobernar para individuos diferenciados, agrupa a los ciudadanos en masas y reduce la complejidad de los fenómenos a asuntos y objetivos. A los pocos días ya está gobernando una simplificación de la realidad. Si no es dictador debe convencer, pero sobre todo agradar. Tras cada amigo recela un rival ambicioso de su sillón. No le falta quien elogie sus tropiezos ni quien los fomente. A diario busca en los periódicos las proporciones variables de su estatura. Está solo y no lo sabe.