El Planeta recupera su prestigio nombrando ganador a Eduardo Mendoza
El reconocido autor catalán merece el galardón por la obra Riña de gatos, Madrid 1936 | La valenciana Carmen Amoraga finalista con El tiempo mientras tanto
15 octubre, 2010 02:00Eduardo Mendoza tras recoger el Premio Planeta 2010. Foto: EFE
Varios medios lo anunciaron de buena mañana: "Prepárate, Eduardo", "¿Dónde cenará esta noche Mendoza?", ironizaban. Haciendo caso omiso a aquello de que el rumor no es noticia, fueron muchas las cabeceras que se adelantaron este viernes al fallo del Planeta, el premio mejor dotado de cuantos se entregan en el ámbito literario español (601.000 euros para la obra ganadora y 150.250 para la finalista). Y, finalmente, alrededor de las 9 de la noche surgían por doquier titulares que confirmaban ya un secreto a voces y que por primera vez se saltaban el protocolo: los "suena" y "se perfila" se tornaron en "El Planeta, para Eduardo Mendoza".Este año, internet no ha querido esperar a las 12 de la noche para que el nombre del ganador traspasara los muros de la tradicional cena que se ha celebrado en el Palacio de Congresos de Cataluña. Poco antes de esa hora, la editorial catalana nombraba oficialmente ganador a uno de los autores insignes de la región y también del Grupo Planeta, Eduardo Mendoza, que ha merecido el premio por la obra Riña de gatos, Madrid 1936.
Novela ambientada justo en los momentos que precedieron al estallido de la Guerra, en ella las tramas mendozianas emergen por primera vez de su Cataluña. No obstante, la obra mantiene la fidelidad a temas como el complot, las intrigas y las conspiraciones, que caracterizan la trayectoria del autor, combinándolos con su estilo humorístico y refinado. El punto de partida de la novela es la llegada a la España de la primavera de 1936 de un joven inglés, especialista en pintura española, reclamado para tasar un posible cuadro desconocido de Velázquez.
Intriga y reflexión
Tras recoger el premio de manos de la ministra de Cultura Ángeles González-Sinde, Eduardo Mendoza ha reconocido que le resulta difícil hablar de su novela, porque "siempre escribo libros para ver cómo acaban y no sé muy bien lo que pasa". Según el autor, Riña de gatos es una "una novela de intriga" pero también "de reflexión sobre un momento histórico". Sin avanzar detalles de la trama, el escritor ha querido precisar que "no tiene nada que ver con la Guerra Civil", aunque meses antes de su estallido coinciden en la novela "dos personajes, uno de ficción y uno real, que prefiero no revelar quién es".
Por su parte, la escritora valenciana Carmen Amoragas (Picanya, 1969) ha resultado finalista con la novela El tiempo mientras tanto, presentada bajo el seudónimo Lord Jim, y que cuenta la trágica historia de una mujer cuya hija ha sufrido un accidente de coche. La autora entró con buen pie en el campo de la novela con Para que nada se pierda, ganadora del Premio Ateneo Joven de Sevilla en 1997, le siguieron Todas las caricias (2000), La larga noche (2003) o Algo tan parecido al amor , con la que quedó finalista del Nadal en 2007.
El otro Planeta
La elección de Mendoza devuelve al galardón cierto prestigio, el que había perdido los últimos años apostando más por autores mediáticos que por otros de mayor reconocimiento literario. No en vano, el galardón ha tenido entre sus ganadores a dos premios Nobel, Camilo José Cela y, desde la pasada semana, a Vargas Llosa.
Más de 500 novelas han optado al premio en la presente edición, entre las que han predominado los relatos históricos y los centrados en la Guerra Civil y la posguerra. El jurado, que este año ha contado con una nueva incorporación, la vencedora del Premio Planeta 2009, Ángeles Caso, ha estado formado por: Alberto Blecua, Juan Eslava Galán, Pere Gimferrer, Carmen Posadas, Rosa Regàs y Carles Pujol.
Los misterios de Mendoza
Nacido en Barcelona en 1943, Eduardo Mendoza es uno de los narradores españoles más reconocidos de los últimos años. Su vocación literaria fue relativamente tardía, pues antes de dedicarse a las letras estudió derecho, ejerció la abogacía y trabajó como traductor de la ONU en Nueva York. En esa época (año 1975), ve la luz su primera novela, La verdad sobre el caso Savolta, que lo lanzó a la fama. Obra precursora y clave para entender la transición, mereció el premio de la Crítica. Su personaje principal, interno de un manicomio y adicto a la Pepsi, reaparece en otras dos obras suyas, El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de señoras, convirtiéndolas en una trilogía.
Su popularidad crece con la publicación de El misterio de la cripta embrujada, libro en el que ya cobra vida propia su famoso sentido del humor, que se reitera en otros títulos como Sin noticias de Gurb. Entre 1995 y 1999, fue profesor en la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Pompeu Fabra y ha sido columnista del diario El País.
Una de sus novelas más célebres es La ciudad de los prodigios, título emblemático que bautizó a una ciudad, Barcelona, y que catapultó definitivamente al autor. Ambientada entre las Exposiciones Universales de 1888 y 1929, recrea los años de mayor esplendor de una ciudad que a finales del XIX se preparaba para el mayor crecimiento urbanístico de su historia. En este marco se desarrollan los días barceloneses de Onofre Bouvila, este último testigo y cicerone de cuanto sucede en una novela salpicada con múltiples anécdotas históricas.