Image: Isabel II, una reina secuestrada por la política y sus propias emociones

Image: Isabel II, una reina secuestrada por la política y sus propias emociones

Letras

Isabel II, una reina secuestrada por la política y sus propias emociones

Isabel Burdiel presenta en Madrid la más completa biografía sobre la soberana del XIX español

2 diciembre, 2010 01:00

Isabel II

Deshacer entuertos mentirosos, disipar los gases viciados del tópico historiográfico y contar, contar con dignidad, fidelidad a las fuentes y contundente gancho narrativo. Tales son los requisitos tan básicos como poco repartidos de la mejor Historia, como la que Isabel Burdiel ha derrochado en su excelente y torrencial Isabel II. Una biografía. 1830-1904 (Taurus) que este jueves se ha presentado en Madrid. Y no en cualquier sitio, sino en el mítico Lhardy, escenario de correrías y disfraces de la soberana isabelina ya hace más de siglo y medio.

El libro, de casi mil páginas, reúne el trabajo de diez años en los que Burdiel ha descubierto que la ruptura pactada con el Absolutismo que todos los manuales de Historia adjudican a Isabel II no existió, que fue más bien el liberalismo el que se impuso sobre una Corona que rigió, entre la impotencia y el escándalo, más de tres décadas del XIX español. "He intentado mostrar", ha explicado la autora, "la política de la Corte y de los partidos de entonces desde dentro, analizando las luchas de poderes y el secuestro emocional y político de la Corona por moderados y progresistas".

De maestro de ceremonias ha ejercido el gran Santos Juliá, que ha saludado la aparición de esta obra como "una de las más grandes biografías que se han escrito en España en los últimos tiempos, que introduce en la narración las relaciones personales, el lenguaje de la época y los perfiles fundamentales de los grandes personajes de la época como Donoso Cortés".

No han faltado en el debate que ha seguido a la presentación la pimienta de una época donde los cotilleos acerca de la legión de amantes de la Soberana abastecían cada día la voracidad de mentideros y fondas. Y al quite de las usuales acusaciones de doble moral, pues los amoríos de los monarcas han sido tan habituales como aceptados si estos eran varones, Isabel Burdiel ha apuntado que las infidelidades regias podían resultar verdaderamente peligrosas cuando las dirigían facciones opuestas que buscaban subordinar la política del Reino a sus intereses. Las concomitancias con nuestros tiempos de filtraciones y fotografías indiscretas resultan evidentes.