La editora Carola Moreno, alma de Barataria.

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Carola Moreno llevaba muchos años trabajando para editoriales, en todas las vertientes de esta profesión menos en la comercial. Había traducido, corregido, redactado, editado, llevado equipos de redacción, maquetado, producido... tal era su conocimiento del oficio que, como una evolución natural y después de haber editado multitud de libros ajenos, decidió dedicarse en exclusiva a aquellos que ella eligiera.

Fundó Barataria, un sello independiente que, en cuanto a tal, exige todo del editor, desde la elección de los títulos hasta el diseño, desde trato al autor hasta la corrección. Y esto sin perder de vista al libro en ningún momento. Como explica ella, en sus títulos "el editor es una presencia reconocible y el resultado un producto coherente", a diferencia de lo que ocurre en los volúmenes de los grandes grupos, en los que se aprecia "un híbrido de muchas voluntades solitarias" con una presencia "decisoria de la poderosa mano del departamento de marketing".

De entre los libros publicados, la editora se siente incapaz de elegir aquellos que más satisfacciones le han dado, porque los pequeños editores, confiesa, se enamoran de cada uno de los libros que publican y están "orgullosos de ellos". Y, en cambio, sí recuerda uno de sus pinchazos, Escalas melografiadas, de César Vallejo, "una maravillosa selección de cuentos que a nadie pareció interesarle y que, sin embargo, me sigue pareciendo imprescindible en mi catálogo", opone.

Barataria tiene actualemente seis colecciones: Bárbaros, Documentos, Humo hacia el sur, Inferno, Mar Negro y Uno más uno, que se basan, por un lado, en el rescate de textos narrativos y, por otro, en la búsqueda de lo testimonial y lo diferente de nuestra época. ¿Y sus autores? Pues de Joseph Roth a Leo Bassi; de Alejandro Mansonni a Voltaire, de Leonor Paqué a Miquel Silvestre, entre otros.

En mitad de la difícil situación que padecen estas empresas pequeñas, Moreno decidió unir la suya al premiado Grupo Contexto, con el que varias editoriales fundadas en los últimos años pretenden lograr una mayor cota de visibilidad, por una parte, y organizar pequeñas citas que les acerquen a sus lectores, por otra. "Los editores estamos muy aislados en nuestro trabajo. Hablamos con los distribuidores y hablamos con los libreros, pero en ambos casos se trata de profesionales que están implicados en la red de comercialización del libro. El contacto directo con el lector es profundamente enriquecedor. El lector te habla de tu libro y de tu autor, de las portadas, de los errores de edición. El contacto permanente con otros editores es también una ayuda importante. Del intercambio de ideas nacen los buenos proyectos", comenta la editora.

En cuanto a la crisis, considera que, a diferencia de los grandes grupos editoriales e incluso de las casas de mediano tamaño, que tienen actualmente problemas para mantener las estructuras de personal, oficinas, etcétera, los pequeños sellos como Barataria pueden mantenerse a flote gracias a que en ellos el editor es una suerte de hombre orquesta que "lee y selecciona los libros, maqueta, diseña las cubiertas, corrige las pruebas y un par de veces al mes llena con sus novedades el carrito de la compra y se va a la oficina de correos para enviarlas a la prensa". En este sentido, para ella la única crisis seria que puede afectar a Barataria sería "cogerse una gripe o partirse una pierna". Aunque, no obstante, sí es consciente de cómo la actual coyuntura afecta a su entorno (traductores, correctores, imprentas, libreros, periodistas...). No se achanta, al contrario. En un futuro desea para su empresa ampliar el mercado hacia América y Europa, así como ajustar los costes de producción para reducir el precio de venta sin bajar la calidad y entrar en el mercado del libro electrónico "en las mejores condiciones posibles".