Image: Pepa Roma: El paraíso hippie de la India conducía a un callejón sin salida

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Letras

Pepa Roma: "El paraíso hippie de la India conducía a un callejón sin salida"

La escritora catalana gana el Premio Azorín con Indian Express, novela en la que desmitifica la India hippie de los años 60 y 70

4 marzo, 2011 01:00

Pepa Roma. Foto: Ernesto Caparrós.

Pepa Roma fue hippie a principios de los 70. Serlo entonces suponía asumir una especie de obligación: había que ir a la India, al lugar donde los hombres podían conocerse a sí mismos. La lectura de El filo de la navaja de Somerset Maugham fue el espaldarazo definitivo. Con 18 años cargó la mochila y puso rumbo al país que Ramiro Calle, quizá el español que mejor lo conoce, considera "otra galaxia". La escritora catalana contó su experiencia en Mandala (1997). En esta novela, la protagonista -trasunto de la propia narradora- se quedaba con la duda de si debía haberse quedado allí. Volver al mundo occidental o vivir en el paraíso hippie hasta las últimas consecuencias. Ese era el dilema. En Indian Express lo resuelve. Pepa Roma describe el reencuentro con este pasado, idealizado en exceso. "En este libro lo desmitifico: hay mucha gente que se quedó colgada de la India pero descolgada del mundo", afirma, en una entrevista que concede a elcultural.es minutos después de recoger el Premio Azorín en Alicante, reconocimiento que ha merecido por la novela.

Pregunta.- ¿Cuál ha sido la principal enseñanza que le ha brindado la India?
Respuesta.- Es algo que se puede aprender en otros sitios, a lo largo de la vida, pero yo lo aprendí en la India: sobre todo prescindir de lo accesorio y quedarme con lo esencial. Y lo esencial son tus sentimientos, tus percepciones... La India posibilita encontrarte con tu interior. Sé que suena muy cursi pero es así.

P.- El sentido de viajar es una pregunta que late de fondo en la novela. ¿Una inquieta viajera como usted tiene alguna teoría al respecto?
R.- En la novela son dos amigas las que deciden ir a la India. Era algo que no pudieron hacer cuando eran jóvenes, una asignatura pendiente. A lo largo del viaje su amistad empieza a tambalearse. Es que viajar supone salir de la rutina, en la que nuestras emociones suelen estar muy regladas. Viajar ayuda a descubrirte a ti mismo, porque te exige afrontar situaciones diversas de las habituales. Y si viajas con un amigo, por ejemplo, es una prueba perfecta para medir la solidez de la amistad, al colocarla ante nuevas circunstancias.

P.- ¿Cuál es en tu opinión la gran novela sobre la India?
R.- Los indios, claro, han escrito mucho sobre su propio país, y muy bien. Hay una literatura india fantástica. Pero desde la perspectiva de occidentales que van a la búsqueda del camino de la interioridad, yo diría que la gran novela es Pasaje a la India de Foster. Y en general, como autor que haya profundizado más en el alma india, citaría a Mircea Eliade y su novela Medianoche en Serampor. Pero, de todas formas, la novela que me empujó a mí a ir a la India con 18 años fue El filo de la navaja, de Somerset Maugham. Cuando leí esta novela me dije: "Ahí es donde quiero ir".

P.- Usted vuelve recurrentemente a la India. ¿Qué queda del paraíso hippie del apogeo contracultural, en los 60 y 70?
R.- Encuentro cosas que me deprimen mucho. Sobre todo la gente que fue en esa época se quedó colgada de la India y descolgada del mundo. En Indian Express desmitifico esa India que vivimos intensamente y que idealizamos en exceso. Yo me pregunté muchas veces si había hecho bien volviendo a España o si debía haberme quedado allí con todas las consecuencias. Cuando vuelvo me quito las dudas: seguir allí, como una hippie, era acabar en un callejón sin salida. Aun así, la India me sigue enriqueciendo como persona cada vez que voy.

P.- Tras escribir Mandala concluyó que había saldado sus cuentas con la India, que en sus libros se ocuparía de otras cuestiones... ¿Qué ha pasado?
R.- Pues que volví y la India volvió a imponerse sobre mí, a pedirme otra novela. En Mandala retraté la India del apogeo hippie y ahora he sentido la necesidad de rastrear que quedaba de aquello, en qué se había convertido ese paraíso. En Mandala había quedado pendiente volver y es lo que he hecho en esta novela.

P.- La India es un lugar perfecto para reinventarte, tras un trauma, tras una desilusión... ¿no?
R.- Sí, porque la India atrapa tus sentidos, te hace mirar el mundo de manera diferente y, lo que es más importante, te obliga a pararte y sentir. Esa es la clave de este país: que te obliga a pararte y sentir. Y en nuestro mundo occidental eso resulta muy complicado. Si paras una temporada, sientes que te quedas fuera de juego, no se puede parar... Por eso la gente sigue yendo a la India, porque te da esa oportunidad tan valiosa.