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Atlantic City: de balneario para ricos a capital del libertinaje

Lea el comienzo del libro que inspiró Boardwalk Empire, la serie más ambiciosa de HBO

23 septiembre, 2011 02:00
El domingo 25 de septiembre se estrena en Estados Unidos la segunda temporada de Boardwalk Empire, la ambiciosa serie de HBO (sólo el piloto, dirigido por Martin Scorsese, costó 18 millones de dólares) que recrea la telaraña de corrupción tejida que envolvió a la ciudad de Atlantic City durante buena parte del siglo XX, tejida a dúo por políticos republicanos y la mafia local. Creada por el guionista de Los soprano, la serie se centra en el reinado del político-gángster Enoch "Nucky" Johnson durante los años de la ley seca y está inspirada en el libro de Nelson Johnson Boardwalk Empire. El nacimiento, el esplendor y la corrupción de Atlantic City, que abarca una franja temporal mucho más amplia: desde los comienzos de la ciudad como tranquilo balneario para ricos a mediados del siglo XIX hasta su resurgir como meca internacional del ocio y del juego donde todo está permitido. A continuación reproducimos un fragmento del libro (Reproducido con permiso del editor. Todos los derechos reservados).



La manipulación de la población negra de Atlantic City era fundamental para mantener el poder y el control sobre el Partido Republicano. Nucky aprendió a hacerlo. Continuó con el sistema de bienestar social privado del Comodoro, pero el apoyo que él ofrecía a los negros iba más allá de lo que Kuehnle había hecho; cuando llegaba el invierno, él se convertía en su salvador. Las largas temporadas de desempleo durante los meses de la temporada baja podían resultar devastadoras. Johnson procuraba que Northside dispusiera de comida, ropa, carbón y servicios médicos. «Si tu niño necesitaba un abrigo de invierno, lo único que tenías que hacer era pedirlo; tal vez no fuera de su talla, pero abrigaba. Si el tendero te cortaba el crédito, el líder del distrito te diría adónde podías acudir para hacer la compra a cuenta del partido. Lo mismo ocurría si alguien necesitaba ir al médico, o si le hacía falta una receta». A cambio, la comunidad negra lo amaba, y lo consideraba un «dios blanco». Nucky Johnson era el «dueño» del voto negro y cuando necesitaba una gran participación electoral para obtener los resultados adecuados, ellos nunca le fallaban.

Johnson era consciente de la necesidad de controlar el flujo de capital a los candidatos.

Si él manejaba la circulación del dinero, no había riesgo de que los reformistas entrasen a ocupar cargos importantes. Para mantenerse en el poder, necesitaba un flujo ininterrumpido de pasta. Transformó el sistema de sobornos existente. Con el Comodoro, los sobornos se pagaban según un «código caballeresco» que regulaba las relaciones entre el Partido Republicano y la industria del vicio. Con Nucky, el dinero que provenía de los negocios ilegales de Atlantic City a cambio de protección se convirtió en una fuente importante de financiación para el negocio de la política. «Con Nucky, los pagos dejaron de ser voluntarios. O pagabas o él cerraba tu negocio».

Las salas de juego, los prostíbulos y los bares ilegales eran vitales para Nucky y su ciudad. Sin una industria del vicio floreciente, Atlantic City perdería su competitividad a la hora de atraer visitantes, y el Partido Republicano local perdería el dinero que necesitaba para perpetuar su dominio. Una lección importante que Nucky aprendió tras presenciar la destrucción de Kuehnle a manos de Woodrow Wilson era que había otra cosa que también exigía grandes cantidades de dinero. Nucky sabía que nunca estaría en una posición segura si seguía como jefe sólo a nivel local. Tenía que convertirse en una fuerza importante a nivel estatal para que él y su ciudad pudieran evitar futuros ataques desde Trenton. Su oportunidad llegó en 1916.

En las elecciones a gobernador de 1916, Nucky apoyó la candidatura de Walter Edge. Edge era residente de Atlantic City y producto de la maquinaria de Kuehnle, había formando parte de la asamblea del estado y fue elegido senador del condado en aquellas infames elecciones de 1910 marcadas por la actuación de la Comisión Macksey. Edge era lo más honesto que un miembro de la organización de Atlantic City pudiera ser. Era un legislador solvente y en 1912 fue elegido presidente del senado del estado por mayoría, tras ganarse el respeto de la organización republicana estatal.

Walter Edge era la versión en Atlantic City de Horatio Alger. Nació en Filadelfia, pero todavía era niño cuando se fue a vivir a Atlantic City, con motivo del traslado del puesto de su padre en el ferrocarril. Al igual que sucediera con otros hombres hechos a sí mismos en aquella época, Edge tuvo que empezar de cero en su carrera de amasar fortunas, a través de la adquisición de un periódico local y la fundación de una empresa de relaciones públicas. Edge trasladó su éxito comercial a la política y tuvo una carrera llena de puestos influyentes, más que cualquier otro político del balneario, convirtiéndose en gobernador, senador de Estados Unidos y embajador en Francia. Era íntimo de Warren G. Harding y estuvo a punto de convertirse en su vicepresidente. Más tarde, Edge se desentendió de sus lazos con Kuehnle y Johnson, pero necesitaba su apoyo. A pesar de su fortuna personal, no habría podido ser elegido en Atlantic City si no hubiera sido leal al Comodoro y su maquinaria local; prueba de ello es que Edge eligió a Nucky como gerente para su campaña electoral. «Edge era una persona estirada, pero sabía dónde tenía que acudir para conseguir algo en la política: a Nucky Johnson».

El adversario político de Edge en las elecciones primarias republicanas era el acaudalado Austin Colgate, el heredero del imperio de la pasta de dientes. Las primarias fueron muy disputadas y, en una época en la que no existían los informes de financiación de campañas, Colgate fue generoso con su dinero. Nucky ayudó a Edge con la recaudación de los fondos necesarios para llevar a cabo una campaña a nivel estatal, utilizando sus habilidades como cabildero para obtener apoyos para Edge de una fuente insospechada. No hubo dudas en las elecciones primarias de los demócratas; el candidato era el alcalde de la ciudad de Jersey Otto Wittpenn. Wittpenn, un alcalde reformista, no paraba de darle problemas al líder demócrata del Condado de Hudson, Frank «Yo soy la Ley» Hague, quien decidió que ya era hora de que Wittpenn ascendiera y se largase fuera de su vista. Frank Hague estaba convirtiéndose en una fuerza en la vida política de los demócratas más o menos al mismo tiempo que Nucky comenzaba su ascenso hacia la cumbre de la jerarquía republicana. Hague era el hijo de una pareja de irlandeses inmigrantes y nació en el Barrio de la Herradura de la Ciudad de Jersey en 1871. A pesar de que carecía tanto de formación (fue expulsado del colegio en el sexto curso) como de un apellido importante que le respaldase en la política local, Hague se convirtió en un líder siendo todavía joven. Iba amasando poder paso a paso, avanzando desde agente de policía a encargado de la vigilancia de City Hill, y de ahí al puesto de comisionado de aguas. Al igual que Nucky, Frank Hague se metió en la política a nivel estatal no porque quisiera poder en el estado, sino porque era conveniente tener influencia sobre la política estatal para proteger los intereses de su ciudad.

Cuando se avecinaban las elecciones de 1916, no había ningún demócrata en el que Hague confiara lo suficiente como para apoyar su candidatura a gobernador, lo cual hacía presagiar que Nucky acabaría arrollando. Antes de la Constitución estatal de 1947, un gobernador no podía sucederse a sí mismo en el cargo. Cuando Wilson salió de Trenton rumbo a Washington, su sucesor fue James Fiedler, un político del partido que venía de la ciudad de Jersey y que tuvo la fortuna de ser el presidente del Senado en el momento adecuado. Hague controlaba a Fiedler y lo había apoyado en las elecciones de 1913, pero cuando llegaban las de 1916, Hague no pudo encontrar a nadie a quien apoyar. Por iniciativa de Nucky y tras una petición de colaboración por parte de Edge, Hague dio instrucciones a su gente para que votara al «bando contrario» y apoyase el candidato de Nucky en las primarias. Después, Hague dejó tirado a Wittpenn en las elecciones generales. Wittpenn no era más que una herramienta en las manos de Hague y Nucky, y Walter Edge se convirtió en gobernador. Ésta fue la primera de muchas ocasiones en las que Nucky y Hague dejaron de lado sus diferencias políticas para favorecer sus intereses mutuos.

Como gobernador, Edge cumplió con su deber y agradeció la ayuda de Nucky nombrándolo secretario de la Corte Suprema del Estado. «¿Puedes imaginarte algo así? ¡Un personaje como Nucky Johnson haciendo de secretario general del poder judicial de Nueva Jersey!». Johnson continuó en el puesto de tesorero de Atlantic City, a pesar de que ambos trabajos supuestamente eran a tiempo completo. El puesto de secretario le importaba más bien poco a Nucky, pero le daba una excusa para pasar más tiempo en Trenton y comenzar a hacer contactos en la organización republicana estatal. A sus treinta y tres años, con el gobernador de aliado cercano y el poder necesario para poder operar más allá de Atlantic City, Nucky se había establecido como una fuerza importante en la política estatal.

Más o menos al mismo tiempo, Atlantic City estaba luchando por convertirse en algo más que un patio de recreo de Filadelfia; quería ser un balneario nacional. La popularidad de la ciudad, y con ella el poder de Johnson, aumentaron de manera radical. En 1919, con Woodrow Wilson en la Casa Blanca, la moralidad victoriana cosechó un éxito importante con la adopción de la Decimoctava Enmienda a la Constitución de Estados Unidos, la Ley Volstead. Woodrow Wilson, el reformador, lanzó de nuevo, sin pretenderlo, la carrera de Nucky Johnson, junto con la de cientos de negocios ilegales. La Ley Seca prohibió la fabricación, la venta y el transporte de bebidas alcohólicas, pero estaba destinada a fracasar. Durante décadas, la Liga Antibares y, antes que ella, el Partido Prohibicionista Nacional habían mantenido una campaña con el único propósito de acabar con la industria del alcohol. Con Wilson como presidente, los prohibicionistas finalmente tenían a alguien que les escuchara. La Decimoctava Enmienda fue adoptada por las necesarias tres cuartas partes de los Estados en menos de un año. La enmienda ya había sido incorporada a la Constitución y su aplicación estaba prevista para unos meses después cuando el candidato de Hague, Edward I. Edwards, fue elegido gobernador. Durante la campaña, Edwards prometió: «Mi intención es luchar contra la aplicación de la Ley Seca en este Estado». Gracias a Edwards, Nueva Jersey fue el último Estado en ratificar la enmienda, dos años después de que hubiera entrado en vigor.

Que tanta gente en el poder pudiera demostrar tanta inocencia apoyando una ley que era absolutamente imposible de aplicar ha quedado como un monumento a la ignorancia de la política fundamentada en propósitos únicos. Es el ejemplo clásico de una «ley con consecuencias no intencionadas ». La Ley Seca redujo la disponibilidad general de alcohol, pero aumentó notablemente el dinero disponible para la corrupción política y el crimen organizado. Ciudadanos que, por lo demás, cumplían con las leyes, se negaron a abandonar el placer de una copa ocasional y adquirieron su alcohol a través de proveedores ilegales. Al Capone, que era toda una autoridad en la Ley Seca, dijo una vez:

Yo me gano la vida atendiendo las necesidades del mercado. Si yo infrinjo la ley, mis clientes, entre los que se encuentran cientos de las personas más notables de Chicago, son tan culpables como yo. La única diferencia entre nosotros es que yo vendo y ellos compran. Todo el mundo me llama mafioso. Yo me considero un hombre de negocios. Cuando yo vendo alcohol, se llama contrabando. Cuando mis clientes lo sirven en una bandeja de plata en Lake Shore Drive, se considera hospitalidad.