Radiografía de la sexualidad difusa
Guillermo Martínez desmonta en su novela Yo también tuve una novia bisexual los clichés noventeros del boom gay y lésbico
19 enero, 2012 01:00Guillermo Martínez. Foto: Alejandra López.
La última novela de Guillermo Martínez (Bahía Blanca, Argentina, 1962) empieza con una ironía, en el mismo título: Yo también tuve una novia bisexual (Destino). La ironía tiene su explicación: "En los 90 vivimos una especie de exaltación de la cultura homosexual, transexual, bisexual... Parecía que todo el mundo había tenido alguna relación de este tipo, como si fuera lo más normal", explica el autor argentino. Acaba de llegar de Buenos Aires y luce bronceado austral en vestíbulo del hotel madrileño en que se ha dado cita con elcultural.com. Los hielos madrileños le han caído encima como una especie de traición metereológica pero no le han descompuesto el talante afable, alegre más bien: anoche estuvo cenando con Gerardo Herrero y Carmelo Gómez. El primero tiene intención de dirigir La muerte lenta de Luciana B, su novela anterior, que tan buena acogida crítica tuvo por aquí. El segundo, claro, la protagonizaría, si la economía lo permite. "Sólo faltan algunos detalles de financiación para que el proyecto salga adelante". Veremos.El escritor argentino es como si diese por sentado, con sorna, este punto. Como si dijera: "Bueno, vale, todos hemos he vivido eso, pero ahora vamos a tratarlo de otra manera". Estamos en agosto de 2001. Un profesor argentino llega a una universidad norteamericana del sur (frontera entre Georgia y Alabama) para dar un curso de literatura española. Y allí, los ojos insinuantes (y deslumbrantes) de una alumna le trastornan sus planes. El entorno académico, estrictamente severo en el plano moral, no está preparado para asimilar una posible relación entre ambos. Pero las leyes del deseo juegan su papel. Y para enredar la situación todavía un poco más, ella es bisexual. En realidad, Jennifer (así se llama la joven estudiante) siempre ha estado con mujeres. La relación con el profesor es una especie de paréntesis en sus inclinaciones habituales; una aberración puntual, digamos.
El sexo tiene una presencia constante. Los encuentros carnales se suceden. "Quería contar la evolución de su relación sexual, cómo va cambiando a lo largo del tiempo. Por lo general, en literatura el sexo es un punto culminante, o algo esporádico, sin continuidad. Yo quería retratar el proceso de conocimiento, cómo se manifiesta la personalidad en ese campo de batalla". Guillermo Martínez, autor también de Los crímenes de Oxford, adaptada al cine por Álex de la Iglesia, sigue el ejemplo de Calvino, que dividía la realidad entre lo escrito y lo no escrito. Yo también tuve una novia bisexual -opina- es una nueva conquista del primer ámbito sobre el segundo, ya que "esa progresión de la sexualidad en una relación no ha sido tratada suficientemente".
La novela refleja las relaciones de dominación que también enturbian las parejas homosexuales. La ex novia de Jenniffer es una butcher, término que define en el ámbito anglosajón a las lesbianas corpulentas físicamente, de aires varoniles. Ella siente atracción por este perfil, mujeres que la someten y destruyen su autoestima. Ahí está su tragedia: puede estar con hombres, sentir placer, pero no ve autenticidad en el terreno hetersexual. Es en el otro, el lésbico, donde vive su verdad, aunque es en este también donde experimenta adicción al sometimiento.
A la hora de tratar las escenas de sexo, Martínez se enfrentó a un dilema: "No quería ser demasiado metafórico, como en la novela decimonónica, ni tampoco caer en lo zafio. Volví a leer a escritores afines, como Henry Miller. Pero quizá el tono de equilibrio que yo quería me lo dio Alberto Moravia, y las memorias de Casanova publicadas por Atalanta. Este libro me acompañó durante toda la escritura". El escritor argentino es doctorado en Ciencias Matemáticas. Conoce a fondo el mundo universitario. Durante más de dos décadas ha sido profesor en la Universidad de Buenos Aires, aunque ya lleva diez años entregado en exclusiva a su obra literaria. De su formación no piensa que haya tenido especial influencia en ella: "Dicen que mis tramas son muy claras, pero no creo que se deban a las matemáticas. Yo creo que eso viene de mi faceta como cuentista... Quizá sí influya en la fase de corrección, donde soy capaz de separarme de lo que he escrito para tratar de ser lo más objetivo posible. Pero eso de la frialdad del matemático es un tópico".
Una última pregunta para el final. ¿Realmente existe la bisexualidad? Es decir, alguien que sienta indistinta (y equilibrada) atracción hacia hombres y mujeres. "La naturaleza tiene horror al vacío. Y la moral y el sexo, también. Creo que se puede encontrar todas las gradaciones posibles. Para cada opción sexual, hay representantes. La bisexualidad perfectamente balanceada también los tiene, aunque es cierto que no es algo común".