Image: Rezando a Dior en el armario

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Letras

Rezando a Dior en el armario

La periodista Beatriz Miranda debuta en la novela con Sin noticias de Dior, que narra con humor la peripecia de una rica señora de Madrid que acaba secuestrada en su vestidor con todas sus reliquias de la moda

7 marzo, 2013 01:00

La periodista y escritora Beatriz Miranda, autora de la novela Sin noticias de Dior (La Esfera de los Libros). Foto: Carlos García Pozo


Aquí una exclusiva: una periodista treintañera se estrena en la literatura y evita narrar su vida o la de una urbanita de su edad. La debutante, Beatriz Miranda, redactora del suplemento La Otra Crónica de El Mundo, sortea el tópico, se marcha a las antípodas y urde una fresca, divertida y sensible primera novela en la que encierra a una protagonista que ya acaricia los 60 en un vestidor de 35 metros cuadrados repleto de joyas de la moda. Bravo por eso.

Este insólito escenario noir en el que María Granada, Nada, dama rica de las de toda la vida, está secuestrada por los hijos de su asistenta paraguaya, que quieren desvalijarla, hace las veces de máquina del tiempo desde la que la víctima repasará su biografía, una vida que, al cabo, es también una historia de la moda y de una generación de señoras que tienen mucho más fondo del que muestran de cara a la galería, sostiene Miranda. A bucear en sus tópicos (a saber, pijerío, clasismo, prejuicios...) pero también en la soledad que se oculta bajo sus colecciones de vestidos y cosméticos, sus tiaras y su aspecto impecable se dedica Miranda en Sin noticias de Dior (La Esfera de los Libros), expresión que también da título al blog que desde hace cinco años escribe para elmundo.es y que comparte con esta obra el ágil sentido del humor y el desenfado con el que se toma el mundo de la moda.

¿A quién se parece esta Nada que protagoniza la novela y que reza a Dior para salvarse de su secuestro? ¿Es una Lomana? ¿Una Preysler? ¿Una Koplowitz? ¿Protagonizaría alguna portada del Hola!? Miranda aclara las dudas: "Saldría en todo caso en las negritas. Esta mujer tiene un punto marujo, por eso su relación con el servicio es más personal. No hace nada de la casa pero sabe cómo hacerlo. Mientras la gente de las portadas tiene ejércitos de empleados en casa, ella sólo tiene a Flori. No quise hacer una celebrity, quería que fuese conocida pero no famosa, aunque físicamente sí podría coincidir con Carmen Lomana. Su vida es un juego de máscaras, pertenece a esa clase de mujeres que figuran que todo les va estupendamente pero que en realidad tienen una vida tan jodida como los demás". Nada ha tenido, además, una educación exquisita, rasgo habitual en las personas de su generación y de su clase: "Es gente que aprecia la historia, para la que la moda es cultura, que compra un vestido como podría comprarse un cuadro".

A la autora se le nota que sabe de lo que habla, su trabajo y su propia vida le han puesto en suerte en muchas ocasiones a este tipo de mujeres. Por eso cuando reproduce el registro de Nada, su voz suena creíble, de la misma forma que acierta al recrear la voz de una mujer paraguaya que ha dejado a sus hijos para hacerse cargo de las vidas de otros en la otra punta del mundo: "No es una novela autobiográfica aunque hay cosas de muchas mujeres que conozco en el personaje de Nada. Además, viví nueve años con mi abuela y he visto desfilar por mi casa a muchas extranjeras que han cuidado de ella. Mi abuela no es Nada porque no es ni tan rica ni ha tenido una vida personal tan intensa, pero me llamaba mucho la atención cómo se desenvolvían las asistentas con la señora y la señora con ellas. Se tienen respeto y se necesitan las unas a las otras al mismo nivel. Lo que comparten es la soledad".

Es cierto, colmada de bienes, doña Nada (nombre parlante, claro) tiene todo a su alcance. Ha sido madre, se ha casado dos veces y acumula millones de euros en pertenencias y lo suficiente en cash como para detener el tiempo. Pero se siente vacía y su encierro forzoso en el vestidor le sirve para hacer balance de sus desdichas. "Quería que la protagonista fuera graciosa e inteligente, porque el humor al fin y al cabo es inteligencia, pero al segundo capítulo me empezaron a salir desgracias. A mí no me ha ocurrido nada de eso en la vida pero quizás sí hubo algo de psicoanálisis, así que conté sus penas desdramatizando a través de anécdotas surrealistas", amplía. El libro encierra una lectura casi antimaterialista que casa mucho con la coyuntura presente, con la necesidad de despojarnos de la acumulación de bienes materiales: "No me gustan las moralejas pero me salió así", admite.

Para los aficionados a la moda, Sin noticias de Dior es también una gustosa cabalgata de términos, telas, modelos de las mejores casas, cortes e hitos de la alta costura. La autora no da puntada sin hilo, en su casa siempre se ha cosido mucho y ella, que tiene un posgrado en Moda y Arte Contemporáneo, es además una compulsiva lectora de libros y revistas relacionados con el tema. No obstante, más allá de todo este léxico afrancesado, reconoce la inspiración de autoras como Françoise Sagan, Carmen Laforet, Martín Gaite (estas dos últimas aparecen en el libro) y Amelie Nothomb, de la que le fascina el costumbrismo y el trasfondo psicológico de sus novelas. "Leí mucho en mi adolescencia y ahora, por mi trabajo, soy una gran lectora de periódicos y revistas. Sin embargo, a la hora de escribir este libro no he acudido a una referencia concreta, quizás porque hasta la fecha no me había visto como escritora", reflexiona Miranda, a la que sí le gustaría regresar a la literatura con una obra que conlleve una investigación mayor. "Siempre tuve la idea de una novela. Mi amigo Javier Cid [también escritor y periodista de El Mundo, autor de El diario de Martín Lobo], me pinchaba para que lo hiciera y ahora que la tengo me gustaría repetir. Compaginar la literatura con un trabajo es un dolor, pero reconozco que el periodismo me ha ayudado. Tener oficio te foguea mucho, es la mitad del trabajo", añade.

Espera la autora que la novela, aunque fundamentalmente destinada para mujeres, pueda gustar también al público masculino: "Pese a que pueda parecer frívola, quizás les ayude a desentrañar parte de la psicología femenina, porque Nada tiene pensamientos con los que cualquier mujer podría identificarse, aunque afortunadamente no todas seamos como ella. Es observadora, va al detalle y tiene esa capacidad de ubicuidad, de estar en todo", concluye.