Tres años de literatura viajera
De izquierda a derecha, Kirmen Uribe, Ana Pez, Emilio Bueso. Debajo, Iban Barrenetxea y Raquel Lanseros
El Programa para la Internacionalización de la Cultura Española de Acción Cultural Española cumple tres años posibilitando la presencia y la difusión de la literatura española en el extranjero. Hablamos con cinco escritores e ilustradores que han participado en actividades del programa este año.
"Un tipo de iniciativa imprescindible, porque es la manera de que los autores podamos acudir a las invitaciones de otros países y difundir la cultura que se está haciendo en este momento en España", afirma la poeta y traductora Raquel Lanseros, asistente, gracias al programa a la edición de este año del Festival Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), en México. Allí también ha viajado la ilustradora Ana Pez, que recalca que "cualquier tipo de intercambio entre profesionales de distintos países es siempre interesante porque se comparten experiencias, ideas, perspectivas..." Llegar al otro lado del mundo es muy fácil ahora con internet, pero la presencia física y el contacto siguen teniendo un valor irremplazable, "especialmente en este siglo XXI, en el que el mundo está cada vez más conectado", añade el escritor vasco Kirmen Uribe.
Uribe acaba de regresar de Japón, en donde ha participado en el festival Daidokoro Shijin no Kai y ha asistido a diversos actos promocionales con motivo del lanzamiento de la edición japonesa de su novela Mussche, en la que relata la vida del escritor belga Robert Mussche con la emigración vasca a Europa como telón de fondo. Un problema de la difusión literaria es el de las traducciones. Más aún en el caso de Uribe, que no sólo escribe en prosa, sino que también es reconocido por su obra poética en euskera, de la que afirma que "sobrevive" perfectamente a la traducción. "Un traductor no traduce, vuelve a escribir aquello que se ha dicho en otra lengua, inventa una música nueva desde la misma fuente. Mi poesía, una vez traducida, emociona igual". Para Raquel Lanseros, que también ha participado en la FIL, la traducción poética es un acuerdo interno del traductor entre si quiere primar más el mensaje (contenido) o ser muy fiel a la forma (continente). "Entre esas dos tensiones avanza siempre la tarea de un traductor de poesía. El cien por cien de éxito en ambas cosas a la vez nunca se puede tener". Aunque asegura que la traducción es algo imprescindible, "porque nadie conoce todos los idiomas y sin los traductores no tendríamos acceso a todas las obras que merecen la pena del resto de lenguas".
Ilustración, idioma universal
Pero no todo el espectro que ofrece la literatura cuenta con las mismas condiciones. Si la poesía es algo muy íntimo, donde la voz del autor, y por tanto su origen y circunstancias, es algo imprescindible y capital, en el mundo de la ilustración no ocurre lo mismo. "Al grueso de lectores no creo que le importe especialmente el origen del autor, sino la calidad de la historia. O quizá no tanto la calidad, sino la empatía con la misma", explica Ana Pez. "Para muchos lectores, especialmente los infantiles, el autor es sólo el nombre que va debajo o encima del título del libro, da igual su origen, sólo importa el libro y cuánto te gusta lo que hace". En la misma línea se pronuncia el también ilustrador Iban Barrenetxea, otro de los ilustradores españoles presentes en Foro Internacional de Ilustradores FILustra gracias al Programa: "En el extranjero, como en España, cada cual tiene su propia percepción sobre un determinado ilustrador, según los gustos personales de cada uno".Imagen de la edición de este año del Festival Internacional del Libro de Guadalajara
Y es que lo importante, independientemente del autor, es la historia. Una buena historia es clave para que la literatura sea exportable. "Hay ciertos valores o temas universales que nos conectan a todos: amor, miedo, muerte... El humor también, aunque el humor puede ser algo más regional. Las historias que más llegan supongo que son las que emocionan y hacen disfrutar", opina Ana Pez. En esa línea se inserta Uribe, que afirma que la historia "debe ser universal pero a la vez contar algo único. Historias humanas, que aunque tengan una ambientación local se puedan entender en todo el mundo". En lo tocante a la gran literatura de masas, enfocada al entretenimiento, Emilio Bueso (escritor participante en el Programa FIL Joven) no cree "que el público español sea muy distinto de los demás. A los hechos me remito: la realidad es que los productos de éxito estrictamente local suelen ser escasos, hoy día".Esa es la tecla que pretende tocar cada autor, que cuenta además con el buen cartel del que goza nuestra literatura de puertas para fuera. "Todo el mundo sabe que la tradición literaria española es muy rica y que nuestros antecesores han tenido cotas de calidad literaria altísima. Creo que la percepción de la literatura española como un todo histórico, como una tradición que se continúa, es normalmente muy buena", asegura Lanseros. Hay una región donde, por razones históricas e idiomáticas, el éxito de la literatura española es particularmente acusado: Latinoamérica, donde, en palabras de Bueso "nos consideran el referente en lengua castellana. Ven nuestra envergadura y nuestro mercado como algo mucho más potente y capaz, aunque lo cierto es que a ellos sobre todo les llegan los grandes lanzamientos". Más complicado es acceder a otro tipo de mercados como el anglosajón, plagados de producción propia, muy cerrados hacia el interior y muy exigentes con el volumen de publicación. "Además está la barrera de la traducción", indica Bueso. "Traducirme al inglés puede costar más de 18.000€, por lo que las ferias internacionales o cualquier evento de este tipo, brindan ocasiones excelentes para franquear este tipo de inconvenientes de mercado".