Letras

Narrativa en castellano, femenino singular

Lo mejor de 2015: Ficción

24 diciembre, 2015 01:00

Especial: Lo mejor del año

Por vez primera desde que los críticos de El Cultural comenzaron a elegir los 10 mejores libros de ficción en castellano del año hay mayoría absoluta de escritoras, siete, siendo Marta Sanz la más destacada al resultar finalmente la ganadora con Farándula. Sólo Ricardo Piglia con sus Diarios de Emilio Renzi, Fernando Marías y Pablo Gutiérrez, tres voces muy distintas, rompen el gozoso matriarcado de Milena Busquets, Sara Mesa, Pilar Adón, Emma Reyes, Cristina Fernández Cubas y Gabriela Ybarra. Demasiada unanimidad editorial en la lista, ciertamente, pero no hemos querido alterar la opinión de los críticos.

1. Farándula

Marta Sanz. Premio Herralde. Anagrama.

Marta Sanz (Madrid, 1967) narra en Farándula una trama cruzada de actores, como Daniel Valls, una estrella internacional detestada por sus posiciones públicas radicales ya que es un millonario y vive y tributa fuera de España; Valeria Falcón, una actriz casi exitosa pero también incómoda; Natalia de Miguel, una joven promesa que acabará convirtiéndose en estrella de un reality televisivo, o Ana Urrutia, una gran y anciana dama del teatro, libre y dura. A través de ellos, de sus peripecias y abandonos, la autora perfila una "farsa jocosa" que, como destacó Nadal Suau al reseñarla, "acaba por resultar demoledora, sin dejar de responder a la convicción de que el narrador tiene una responsabilidad". Con esta novela "estupenda", Sanz da un paso más en su apuesta por una literatura comprometida pero exigente, que no rebaja su nivel político ni literario y que exige un lector a la altura.

2. Los diarios de Emilio Renzi

Ricardo Piglia. Anagrama.

Los diarios de Emilio Renzi, alter ego del propio Piglia, arrancan en 1957, cuando tiene 16 años y no es escritor, y acaban en 1967, cuando ya es un narrador célebre. Aunque quedan (¡ojalá!) futuras entregas de los diarios, éste es, para nuestros críticos, el segundo mejor del año, ya que, en palabras de Nadal Suau no sólo "es imprescindible para los frecuentadores de la obra pigliana y de la literatura argentina", sino que indaga en "cómo se forma un escritor y en qué consiste ser alguien, ser Yo, ser Piglia".

3. También esto pasará

Milena Busquets. Anagrama.

A Blanca/Milena, su madre le contó de niña un cuento chino para superar la muerte de su padre. Ahora, cuando es su madre quien acaba de morir, le escribe esta novela intimista de amor y soledad en la que explica que tal vez"también esto pasará", pero que, mientras tanto, el dolor y la ausencia pueden alterarlo todo. Estamos ante una "reflexión desolada por la muerte que -según Santos Sanz Villanueva- convive con el instinto de vivir en una novela cuya apariencia leve es solo un hábil engaño literario".

4. Cicatriz

Sara Mesa. Anagrama.

Dos jóvenes, Sonia y "Knut", se conocen en un foro literario de internet, entre ellos opera una ambigua atracción, y comienzan a intercambiar mensajes por e-mail hasta entablar una extraña relación amorosa virtual en la que él le envía regalos (libros, pero también perfumes, ropa interior) y ella recibe constantes consejos, pero también exigencias y quejas. Entre el conocimiento inicial y el desengaño último, pasaron por la plenitud de sentimientos compartidos y por juegos morbosos. "Prosa concisa, sostenida en la sintaxis de la brevedad, fría, inquietante", escribió Ángel Basanta en su crítica de El Cultural.

5. La isla del padre

Fernando Marías. Premio Biblioteca Breve. Seix Barral.

Fernando Marías vio morir a su padre en 2013, y entonces las preguntas que dan origen a esta novela-confesión comenzaron a agolparse: ¿conocía él al padre? ¿Lo reconocía al mirarse en sus propios gestos, en sus victorias y fracasos? Indagación en sí mismo, es también una reivindicación del valor de la palabra y de la escritura. "Por eso -escribió Nadal Suau-, y porque existe el amor, la muerte de un padre siempre es importante para el verdadero escritor. Marías ha escrito una memoria sin desgarro que lo demuestra".

6. Las efímeras

Pilar Adón. Galaxia Gutenberg.

En un territorio simbólico, natural, casi primitivo, dos hermanas, Dora y Olivia, viven aisladas, juntas y solas en una relación asfixiante de la que un día Olivia, la más joven, intenta escapar, acercándose al inquietante Denis, otro "desterrado" a causa de una leyenda familiar de la que no puede defenderse. Una novela "inquietante y perturbadora" que, como resaltó Pilar Castro en El Cultural, "no se lo pone fácil al lector".

7. Los libros repentinos

Pablo Gutiérrez. Seix Barral.

Nadal Suau definía este libro como necesario, a pesar de que por su ambición y temática, Pablo Gutiérrez hubiese podido "despeñarse por inverosímil o blando". Lo es porque la historia de Remedios, su protagonista, "implica hablar de la historia empantanada de España". Lo es por su estilo "hiperventilado, de agilidad ingeniosa", y lo es también por su humor y dureza, y por su valor.

8. Memoria por correspondencia

Emma Reyes. Libros del Asteroide.

Es posible que este libro no hubiese existido sin Gabriel García Márquez: él animó a su autora a proseguir la correspondencia que le dio origen. En él, Emma Reyes recrea su desdichada niñez mediante 23 cartas enviadas al historiador Germán Arciniegas, y lo hace, como escribía Narbona, "con una prosa sin voluntad de estilo, áspera y sincera, que elude la autocompasión y el juicio moral. Aunque no hay propósito estético, cada página desprende una helada y escabrosa belleza".

9. La habitación de Nona

Cristina Fernández Cubas. Tusquets

Siete años después de reunir Todos los cuentos, Cristina Fernández Cubas ha regresado a su reino, el del relato, por la puerta grande con estas seis narraciones pobladas por sus fantasmas más personales. Con todo, lo mejor, según Nadal Suau, resulta "la mirada a punto de crepúsculo de la autora, cuya madurez no se traduce tanto en desengaño como en una convivencia desencantada con la sombra".

10. El comensal

Gabriela Ybarra. Caballo de Troya.

La gran sorpresa del año tal vez ha sido El comensal, la primera novela de Gabriela Ybarra (Bilbao, 1983), - "tejida con materiales íntimos, con retazos de autobiografía y crónica" escribía Care Santos- en la que narra la muerte de su abuelo a manos de ETA y la de su madre a causa del cáncer. Sin sensiblerías: sólo hay verdad y literatura.