La chica de California y otros relatos
John O'Hara
15 julio, 2016 02:00John O'Hara. Foto: Patrick Murffin
Bastante poco conocido en nuestro país, John O'Hara (1905-1970) llamó por primera vez la atención unos años atrás gracias al rescate de su primera novela, Cita en Samarra (1934). En su época de esplendor, O'Hara fue un novelista de lo más exitoso, que vio cómo muchos de sus textos se adaptaron a la gran pantalla. Él mismo hizo sus pinitos en Hollywood colaborando como guionista en alguna que otra película. Sin embargo, todos coinciden en apuntar que el poderío literario de O'Hara siempre residió en el cuento, género que cultivó con fruición en el prestigioso New Yorker. Richard Ford, de hecho, lo incluyó en su canónica antología, pero es ahora cuando el lector español tiene la oportunidad de acceder a lo más representativo de su obra.Bajo el título de La chica de California y otros relatos se nos ofrece una comedida ración de su extensísima producción: veinticinco cuentos de los que muy pocos saben a relleno (faltaría más, sabiéndose que O'Hara llegó a escribir más de cuatrocientos). Asimismo debe aplaudirse esta edición (muy cuidada y hermosa), por el detalle de señalar las fechas de publicación de cada relato, cosa que inexplicablemente no siempre sucede en este tipo de compilaciones. Esta información nos sirve más que nada para comprobar que O'Hara fue el mismo escritor toda su vida, que nunca se dejó arrastrar por moda alguna, lo que otorga una coherencia brutal a su relatística.
A pesar de la uniformidad de su propuesta, y de moverse en unas coordenadas muy determinadas (en principio poco arriesgadas), hay algo en ella que la hace irresistiblemente atractiva, incluso hoy día. Si bien O'Hara se muestra atípico en lo formal, con esos finales tan ambiguos y esos diálogos vertiginosos tan predominantes, lo cierto es que sus historias suelen tocar temas cotidianos, mostrando cierta querencia por el mundo del espectáculo y de la empresa: no estaría mal, de hecho, que "El hombre de la ferretería" (1964) se estudiara en las escuelas de negocio de todo el mundo. Sin llegar a ser un autor humorístico, su mirada, entre amable e irónica, consigue que casi siempre lo leamos con media sonrisilla. Por otro lado, Gibbsville, trasunto de su ciudad natal y lugar donde transcurre la mayoría de sus historias, parece en ocasiones un decorado sacado de una película buenrollista de Frank Capra.El libro vuelve a poner en el mapa a este escritor malencarado, de mirada amable y gran destreza
Más que genialidad, garra o temperamento (de lo que parece que iba sobrado en vida) lo que detectamos en la escritura de O'Hara es oficio y destreza, y una personalidad inmutable, tozuda, que sin duda ayudó a que su literatura hiciera de puente entre varias generaciones. Mientras que en algunos de sus primeros y magníficos relatos, como "Deportividad" (1934) o "La carrera pública del Sr. Seymour" (1935), se pueden encontrar trazas del mejor Thurber o del Lardner más divertido, casi siempre hay algo en ellos que apunta hacia otro lado. Por ejemplo, en relatos tan sobresalientes como "El hombre ideal" (1939), "Ahora ya lo sabemos" (1945) o "Demasiado joven" (1945) puede uno atisbar lo que al poco consolidarían maestros de la talla de Cheever o Vonnegut, gracias a esa lectura tan "marciana" que hicieron del American way of life.
A tenor de lo aquí recopilado quizás cueste considerar a John O'Hara como un maestro del relato (como muchos apuntan), pero nadie podrá negar que como antología La chica de California funciona a las mil maravillas. Más que nada porque vuelve a poner en el mapa a este escritor malencarado con hechuras de boxeador, a este falso moderno que sin experimentos allanó el terreno para que otros aterrizaran, como en una lona, suavemente sobre él.
@FranGMatute