Image: Juancarlismo ilustrado

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Letras

Juancarlismo ilustrado

5 mayo, 2017 02:00

Juan Carlos I durante su proclamación el 22 de noviembre de 1975

Primeras espadas del ensayismo como Santos Juliá, José-Carlos Mainer, Javier Gomá y Vargas Llosa ponderan desde distintos ángulos la figura de Juan Carlos I en el libro Rey de la democracia, coordinado por José Luis García Delgado y editado por Galaxia Gutenberg en el 40.° aniversario de la Ley para la Reforma Política que marcó el inicio de la Transición democrática.

En 2017 se han cumplido cuarenta años de la Ley para la Reforma Política que supuso el inicio de los trámites legales para devolver la democracia a España. Con el libro Rey de la democracia, la editorial Galaxia Gutenberg celebra la efeméride y pondera el papel crucial de Juan Carlos I en la Transición y en la posterior consolidación del régimen democrático. Para ello ha convocado a un equipo de ocho ensayistas de renombre, comandados por José Luis García Delgado, catedrático emérito de la Universidad Complutense, que analizan la figura del monarca desde distintos ángulos (político, diplomático, social, militar y cultural). Son Santos Juliá, José-Carlos Mainer, Javier Gomá, Victoria Camps, Charles Powell, Francesc de Carreras, Juan Francisco Fuentes y Fernando Puell. El volumen se cierra con un epílogo de Mario Vargas Llosa en el que el Premio Nobel de Literatura considera "un acto de justicia [...] recordar los grandes servicios que Juan Carlos I ha prestado a la democratización pacífica y a la modernización de España", llegando a afirmar que "sin el rey Juan Carlos no hubiera habido democracia en este país". Una opinión manifestada también por algunos de los autores que han asistido a la presentación del libro este jueves en la Fundación José María Castañé de Madrid.

El editor de Galaxia Gutenberg, Joan Tarrida, ha destacado que "este libro no es una suma de ensayos, sino que tiene un planteamiento de conjunto bien articulado", y aunque la intención de la editorial y de sus autores es reconocer la labor de Juan Carlos I como introductor de la democracia en España, sus artífices defienden la objetividad del libro: "Nos hemos alejado de la hagiografía y de las versiones autorizadas. Somos profesionales", ha recalcado García Delgado. Por su parte, José-Carlos Mainer asegura: "Ninguno hemos pretendido hacer una reivindicación de la importancia de la figura del rey porque no hacía falta, ni hemos ocultado los sucesos de los años finales que conducen a su honrosa abdicación en 2014, después de actos poco afortunados y en medio de una situación difícil para el país".

Mario Vargas Llosa: "Sin el rey Juan Carlos no hubiera habido democracia en este país"

Los autores del volumen opinan que democracia no es hoy sinónimo de república y antónimo de monarquía. Para Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, esto fue así en España hasta Alfonso XIII, pero actualmente "Alemania o Francia no son países más democráticos que Suecia o Dinamarca por ser repúblicas. La monarquía parlamentaria es un tipo de jefatura del estado en el que la sucesión se aplica mecánicamente. Es una institución que no tiene poderes, así que no le demos tanta importancia al asunto".

Santos Juliá, Premio Nacional de Historia y uno de los historiadores españoles más destacados de su generación, se ha remontado a los años diez del siglo XX para rastrear los primeros intentos de que monarquía y democracia no fueran "términos contrarios". Así, su artículo comienza con la llamada de Ortega y Gasset a los intelectuales de su generación para "obligar a la monarquía a salir del sistema creado en la Restauración, liberal oligárquico, no democrático, que se basaba en el fraude electoral, e introducir reformas que condujeran a una monarquía democrática liberada del peso de las instituciones tradicionales, Iglesia y ejército", explica el historiador. Partiendo de aquel momento histórico, Juliá opina que el hecho que impidió que la monarquía transitara entonces hacia la democracia fue la Guerra de Marruecos y la manera en que se administró. Más tarde, durante el franquismo, el actor principal de una posible restauración monárquica fue Juan de Borbón, padre de Juan Carlos, pero considera que fue "incapaz de definir" qué tipo de monarquía estaba en juego. Con el nombramiento de su hijo como príncipe de España y heredero del régimen a título de rey se da el encuentro entre dos tendencias: quienes preferían una monarquía tradicionalista y católica con una democracia limitada y quienes querían una nueva constitución, herederos de los postulados del exilio. "Ambas tradiciones se encontraron en la monarquía parlamentaria", señala el historiador.

Charles Powell es doctor en Historia por la Universidad de Oxford, director del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos y director académico de la Red para el Estudio de las Monarquías Contemporáneas. Aunque reconoce que es un lugar común referirse a la importancia de los monarcas en la proyección exterior de sus países, al mismo tiempo considera que el fenómeno "no ha tenido la suficiente atención del mundo académico". Su artículo pretende contribuir a "paliar esta laguna" y se centra en "el papel clave de Juan Carlos I en la redefinición de la posición de España en el mundo". En este sentido distingue cuatro bloques cronológicos en su reinado: el primero corresponde a sus años de formación, nombrado ya príncipe de España por Franco (1969-1975); después vinieron los años de normalización en la política exterior de España (1975-1982), con el acceso a la OTAN y las negociaciones para el ingreso en la Comunidad Económica Europea, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con México o el acercamiento a Israel; en la tercera fase (1982-2000) España se consolidó como actor político relevante en el ámbito internacional; y, por último, entre 2000 y 2014 se produjo una disminución de la relevancia del rey en la acción exterior española. Para Powell, los monarcas forman "un club o red" que permite practicar una diplomacia "discreta pero eficaz" con un fuerte papel simbólico. "Nadie como un rey puede proyectar una nación en el exterior", opina el experto.

Juan Carlos I visitó durante su reinado más de 100 países en viajes oficiales, "mucho más que Carlos Gustavo de Suecia o Beatriz de Holanda, sobre todo por la necesidad de recuperar el tiempo perdido", señala Powell. Además, ha ejercido su influencia en beneficio de los intereses económicos de España desde los años 70, cuando consiguió de las monarquías árabes un trato de favor en la venta de petróleo a nuestro país, hasta su reciente intercesión para que las obras del tren de alta velocidad saudí entre La Meca y Medina se adjudicaran a empresas españolas. "Esto ha suscitado en España y en otras monarquías parlamentarias un debate sobre hasta qué punto debe involucrarse los monarcas en cuestiones de interés económico", afirma Powell.

Un príncipe y tres reyes

Para Francesc de Carreras, Juan Carlos I ha sido un príncipe y tres reyes: "Don Juan Carlos ejerció de príncipe heredero de un dictador, de rey con unas instituciones antidemocráticas, por breve tiempo como rey de una transición hecha a su medida y, finalmente, tras aprobarse una Constitución, durante treinta y seis años ejerció como rey de una monarquía parlamentaria dentro de un Estado social y democrático de Derecho". En la última y más larga etapa, Juan Carlos fue "un rey sin poder político (ni legislativo, ni ejecutivo, ni judicial) pero sí con autoridad". Para De Carreras, se la ganó durante el 23-F y acatando escrupulosamente el papel que le confirió la Constitución.

"De todos los organismos estatales, el que más ha cambiado desde 1975 son las fuerzas armadas", opina Fernando Puell, Coronel del Ejército retirado, doctor en Historia Contemporánea y Presidente de la Asociación Española de Historia Militar. En Rey de la democracia se encarga de explicar la
Fernando Puell: "De todos los organismos estatales, el que más ha cambiado desde 1975 son las fuerzas armadas"

magnitud de los profundos cambios acontecidos en el ejército desde el advenimiento de la democracia. Según el experto, el rey no tuvo un papel directo en esta modernización, que se hizo desde las esferas gubernamentales, pero esta no habría podido llevarse a cabo sin él. Puell destaca en primer lugar el importante papel del general Gutiérrez Mellado con la creación del Ministerio de Defensa, que separó la parte administrativa del ejército de la operativa. No obstante, "el gran cambio tuvo lugar durante la etapa de gobierno de Felipe González, con Narcís Serra como ministro de Defensa", señala.

Para Puell, en 1975 buena parte de las fuerzas armadas se oponían al proceso democratizador y podría haberlo detenido si no hubiera sido porque "Juan Carlos I era visto por los militares como de ellos y no se atrevieron a saltarse su autoridad". "Aunque el 23-F fue el episodio golpista más importante que salió a la luz pública, hubo otros anteriores y posteriores que fueron abortados en fase embrionaria", recuerda Puell.

José-Carlos Mainer, uno de los ensayistas que más ha contribuido a renovar el estudio de la historia de nuestra literatura, se encarga en este libro de analizar la evolución de la cultura española durante el reinado de Juan Carlos I con un ensayo titulado "Un importante legado cultural: innovación y continuidad". Para el catedrático de literatura, "la cultura que comienza en España en 1975 es una cultura desencantada y angustiada. En buena medida, los libros de la época reflejan cumplidamente ese cansancio histórico de haber soportado una dictadura, con muchas cuentas pendientes, a pesar de que la literatura del exilio se había ido colando por los resquicios del régimen en los años sesenta y setenta". Esto dio paso a una "cultura exultante" durante los años ochenta y primeros noventa, "que pasa enseguida a una cultura inquieta y por último a una cultura indignada" en los últimos años. Mainer describe a Juan Carlos I como "un rey de formación esencialmente militar, no particularmente aficionado a

José-Carlos Mainer: "En la creación de una cultura de Estado el rey hizo gestiones poco conocidas pero decisivas"

la lectura ni a la cultura, pero sí con una disposición favorable a ella, a la que acompaña su simpatía natural y su capacidad para establecer contacto inmediato con la gente". En este sentido ha destacado los encuentros del rey con figuras como Vicente Aleixandre, Francisco Ayala, Rosa Chacel, Camilo José Cela o Salvador Dalí. En sus páginas centrales, el libro recoge decenas de fotografías de estos encuentros y de otros momentos históricos, como su coronación, la firma de la Constitución, recepciones oficiales, actos militares e inauguraciones importantes.

Mainer también ha destacado el papel del rey en la "creación de una cultura de Estado" en España, que se diferenciaba de la cultura "dirigista" del franquismo y se acercaba al tipo de cultura oficial surgida en las potencias democráticas después de la Segunda Guerra Mundial, es decir, "una red importante de museos, exposiciones internacionales y premios". "En esa cultura de Estado el rey hizo grandes cosas y gestiones poco conocidas pero decisivas", como su intervención para promover la llegada a España del legado Thyssen o el regreso a España del Guernica de Picasso. También durante su reinado aumentó el prestigio de las reales academias. "La RAE se convirtió en un fuerte dispositivo de apoyo al idioma español en el que la intervención del rey ha sido decisiva", opina Mainer. Lo mismo ocurrió, según el ensayista, con el Instituto Cervantes, "que ha colocado a nuestro país en la primera línea de la cultura internacional", y con el Museo Reina Sofía.

El filósofo Javier Gomá, director de la Fundación Juan March, es conocido por haber dedicado casi toda su carrera como intelectual al concepto de ejemplaridad, pero no suele dar ejemplos concretos. De hecho, se enorgullece de "escurrir el bulto" cuando los periodistas le preguntan por asuntos o figuras públicas de actualidad. Por eso cree que a muchos lectores les sorprenderá su participación en este volumen -él la califica incluso de "excéntrica"-, pero al mismo tiempo considera que un intelectual "no debe dejar el mundo sin decir una palabra sobre su país". Este es el motivo por el que accedió a participar en este libro, y lo hace con un artículo que no trata directamente de la figura de Juan Carlos I, sino de la evolución de España durante su reinado. Se titula "Tarde pero bien" y se refiere al modo en que nuestro país, por medio de la Transición, ingresó en el "delta de la modernidad" donde desembocan los ríos que son los países de Europa occidental.

@FDQuijano