La mentira como arma
Daniel J. Levitin quiere ayudarnos a detectar las falacias en una era donde los grandes medios y los políticos extienden un gran número de falsedades
10 septiembre, 2019 08:08Daniel J. Levitin. Traducción de Jesús Martín Cordero. Alianza. Madrid, 2019. 296 páginas. 21 €
Si lee este libro con atención, será más cauto en todas las esferas de la vida donde le ofrezcan cifras, en particular sobre su salud. Daniel J. Levitin (San Francisco, 1957) quiere armarnos a todos con habilidades para pensar de manera crítica y detectar las falacias lógicas en una era donde los grandes medios de comunicación y la mayoría de los políticos extienden deliberadamente o por ignorancia un gran número de falsedades.
Su autor es un tipo muy interesante. Dejó sus estudios en matemáticas aplicadas para dedicarse a la música y trabajó en este campo durante años, pasando por diversas bandas y llegando a ser productor de estrellas tan conocidas como Santana o los Grateful Dead. Cumplidos ya los 30 cambió su carrera hacia la neurociencia, flexibilidad que se da en particular en el mundo anglosajón y que tanta envidia produce. Estudió psicología cognitiva primeramente en la Universidad de Stanford, donde recibió en1992 las más altas distinciones. Actualmente es profesor emérito de psicología y neurociencia del comportamiento en la Universidad McGill en Montreal. Es miembro asociado en teoría musical, ciencia computacional, neurología, neurocirugía y educación. El libro que se publica en España, La mentira como arma es una puesta al día de su libro A Field Guide to Lies: Critical Thinking in the Information Age.
¿A qué persona corriente no le intimidan las cifras? Por ello aceptamos confiados los datos que nos ofrecen. La mala estadística está por doquier y nos lleva a decisiones equivocadas y conclusiones incorrectas. El hecho de que aparezca una cifra no significa que se haya obtenido adecuadamente. Los que recopilan información son personas, por ello proclives a una panoplia de sesgos y errores. El mero hecho de que alguien cite una estadística o nos muestre un gráfico no denota que sea pertinente para el asunto que se quiere probar. Y, si queremos engañar, maniobrando el tiempo suficiente y retorciendo los datos, encontraremos alguna métrica para defender nuestra posición.
Levitin quiere ayudarnos a detectar las falacias lógicas en una era donde los grandes medios y los políticos extienden un gran número de falsedades
La mala estadística no se da sólo porque quienes la elaboran sean unos mentirosos. A menudo son sinceros y bienintencionados. Pero no lo hacen bien. Nuestro deber es asegurarnos de obtener la información relevante e ignorar la información que no lo es. Por desgracia, tendemos a aplicar el pensamiento crítico sólo en aquello en lo que no estamos de acuerdo.
La primera dificultad es conseguir buenos datos. Hay cosas que no pueden conocerse o son inverificables. Como dijimos en la anterior reseña sobre el libro de S.S. Davidovitch Todo el mundo miente, la gente engaña en cuestionarios y encuestas. Somos una especie social y preferimos evitar el enfrentamiento, agradar. Algunos encuestados incluso dan respuestas falsas para asombrar o quedarse con el encuestador. Sin contar con que hay temas muy politizados: aborto, matrimonio, guerra, cambio climático…
Levitin da un repaso a conocidas noticias fake como la polémica en torno de la supuesta fabricación del primer aterrizaje americano en la Luna. ¿Por qué no se ven estrellas en el cielo que aparece en las fotos? ¿Por qué la bandera ondea cuando no hay viento en la luna? La revista española El Escéptico le dedicó gran atención en su momento.
Levitin está muy concernido con las fake news o los sesgos de confirmación, problemas que han ido a peor en una era de información y redes sociales. La falta de confianza en los expertos hace que vayamos hacia un populismo científico que trata de imponer como democrático que algo se apoye en el consenso de una mayoría. Y la ciencia, como tal, no es de ninguna manera democrática. No es que los expertos nunca se equivoquen, es que estadísticamente es más probable que acierten. Para el autor lo peor son los "pseudo expertos". Si leen los capítulos donde aparecen temas médicos, entenderán su preocupación. A veces algunos médicos ("expertos") carecen de la necesaria formación estadística y de una buena comprensión del método científico.
Pese a que la mayoría de nosotros nunca participará en el proceso de recolección de
datos o cifras, la reflexión crítica se puede aprender y está al alcance de todos. Este ameno libro podría ser una espléndida base para un manual para jóvenes. Como dice su autor, las habilidades necesarias no superan las capacidades de un chico de 14 años. Necesitamos urgentemente esos chicos de 14 años.