Ortega y el nacionalismo catalán
Lleno de equilibrio e información, este volumen de Andreu Navarra nos lleva sin remedio a establecer una estrecha analogía entre la Cataluña y la España del siglo presente
27 enero, 2020 02:42Del buen hacer de Andreu Navarra (Barcelona, 1981) dejamos testimonio al ocuparnos de Devaluación continua (Tusquets, 2019), un sincero y agudo análisis en torno a alumnos y profesores de enseñanza secundaria. En esta entrega vuelve a la historia y aborda la relación entre José Ortega y Gasset (1883-1955) y el nacionalismo catalán. Una relación que es al mismo tiempo un retrato de época y un análisis del pensamiento de Ortega.
Se abre este volumen con la llegada a Barcelona el sábado 22 de marzo de 1930 de Ortega y Gasset y Ramón Gómez de la Serna. Vienen, invitados desde París, al banquete homenaje a los “intelectuales castellanos” que habían celebrado hacía seis años un acto en defensa del “espíritu catalán”. El domingo 23 arriban Gregorio Marañón y Ángel Ossorio y Gallardo. En la estación de tren son recibidos por lo mejor de la intelectualidad y la política catalana. Una ingente multitud se añade en el trayecto al fastuoso hotel Ritz. Un recibimiendo “sorprendente y ensordecedor” que agasaja a los recien llegados y les obliga a dirigir unas palabras desde los balcones del hotel. Ortega y Gasset, Fernando de los Ríos, Azaña, Pittaluga, Marañón y Ossorio improvisan saludos y agradecimientos.
El banquete, pagado como todo por Cambó, está cuajado de ilustres. Lo preside Ramón Menéndez Pidal, a la sazón director de la Real Academia de la Lengua. A la hora de las intervenciones, Ortega no improvisa y del enorme salón se adueña un denso silencio. Señala, como escribe Navarra, la conveniencia de entrecruzar, en un clima de cordialidad, opiniones distintas. Al mismo tiempo, pide diálogo con los interlocutores catalanes.
En enero de 1930, un abandonado, cansado y enfermo Primo de Rivera había hecho algo inusual entre los dictadores: presentar la dimisión. En un clima pacífico el rey Alfonso XIII opta por un retorno suave a la Constitución de 1876 y pone al frente del gobierno al general Berenguer, jefe de su casa militar. En noviembre, Ortega publica su conocido artículo 'El error Berenguer' dando por liquidada la monarquía española.
Lleno de equilibrio e información, este volumen nos lleva sin remedio a establecer una estrecha analogía entre la Cataluña y la España del siglo presente
El 14 de abril de 1931 se proclama la República. Al tiempo, Françesc Macià, dirigente de Esquerra Republicana, proclama de modo unilateral la “República Catalana dentro de la República Federal Española” y se constituye en su presidente. Desde Madrid se busca un acuerdo que no rompa el Estado y se accede a resucitar el término Generalidad de Cataluña. Un término medieval que da mucho juego en la construcción del imaginario historicista e independentista catalán.
En mayo de 1932, Ortega lee en el Congreso de los Diputados su famoso discurso sobre el Estatuto de Cataluña. Afirma que el problema catalán no tiene solución y “que sólo se puede conllevar”. Hay que escuchar a los catalanes en catalán pero, como escribe Navarra, “Cataluña continuará causando dolor a España para siempre, y viceversa”. Ortega propone modificaciones que acomoden mejor a los catalanes en España, conllevancias mutuas, pero es claro hasta el final de su vida: las peculiaridades catalanas no suponen el derecho a tener un Estado propio. Nunca aceptó a Cataluña como ente soberano.
Navarra sujeta el recorrido intelectual de Ortega en su proyecto editorial. El Faro, España, El Sol y la Revista de Occidente conforman un pespunte que mantiene muy bien el hilo narrativo. En paralelo, apoyado en muchas horas de trabajo en hemerotecas, sitúa y retrata a los personajes de la época. Gaziel, Lerroux, Joan Maragall, Cambó, Azaña, Aznar, Unamuno o Pla, entre otros muchos. El resultado es magnífico como ya habíamos visto en su La escritura y el poder. Vida y ambiciones de Eugenio d’Ors (Tusquets, 2018).
El ajustado prólogo de Ignacio Peyró completa un fluido volumen lleno de equilibrio e información. Un texto que, si atendemos al Ortega que pone en la noción de perspectiva nuestra manera de ver el mundo, nos lleva sin remedio a establecer una estrecha analogía entre la Cataluña y la España del siglo presente.