Gervasio Posadas, entre espías y asesinos
En 'El mercader de la muerte' el escritor vuelve a la Europa de entreguerras para contarla controvertida historia del fabricante de armas real Basil Zaharoff
26 octubre, 2020 09:19Es interesante remontarnos a La venganza de Hitler (2016), novela de Gervasio Posadas (Montevideo, 1962) que precede a esta última, El mercader de la muerte, porque con ella el autor se estrenó en la aventura narrativa que, de alguna manera, ahora prosigue. Presentaba entonces a un periodista español, José Ortega, corresponsal en Berlín en un momento puntual de la Europa de entreguerras, y convertía en materia de su relato la razón de ser del protagonista elegido, Erik Jan Hannusse, un famoso mentalista que jugó un destacado papel junto a Hitler en la toma del poder nazi. Se trataba de un personaje documentado en la realidad de la época, aunque sin aparente trascendencia en la historia de ese período. En cierto modo, lo que logró ese gesto de pericia del escritor fue operar con los conceptos de realidad y ficción al modo cervantino: mezclar lo real con la ficción, con el objeto no tanto de perseguir la verdad histórica, sino de situar su historia en el ámbito de lo posible.
La idea jugó a su favor, de ahí que la retome en este nuevo thriller que, de igual modo, va envolviendo al lector con el formato de la novela realista, de aventura y misterio, y erigiendo un microuniverso narrativo para un fabricante de armas real, Basil Zaharoff, simple figurante en una de las aventuras de Tintín con el nombre de Bazaroff. Narrado en primera persona por el carismático Pepe Ortega, con buen tono y el ánimo de quien busca compartir la complicidad de la trama a la que le empuja la curiosidad propia de su oficio, cuenta su llegada a Montecarlo, donde desfila lo más granado de la alta sociedad de la época (Alfonso XIII, la princesa de Mónaco), persiguiendo una entrevista que le permitiera recuperar el prestigio perdido.
He aquí una historia de amor y de guerra, de poder y de ambición sin límites. Un envite bien jugado
Pero un giro inesperado, unido a su precariedad laboral, le llevó a aceptar la oferta de leer el Quijote para un anciano millonario amante del libro y del castellano, para muchos el misterioso y controvertido Zaharoff, para él un auténtico desconocido. Alojarse cerca de él, en el “Hotel París”, le permitirá ir descubriendo las diferentes versiones que unos y otros le ofrecen sobre quien fue capaz de las mayores bondades y las peores atrocidades, todo un poder en la sombra, durante la segunda guerra mundial.
El misterio se desata cuando el clima de cordialidad entre ambos crece, como si se tratara de la relación entre “criado y escudero”, y este le confía que está escribiendo sus memorias, documento objeto de intereses internacionales dispuestos a todo por obtenerlas. La presión por hacerse con ellas es la principal fuerza motriz de la acción. Pero no la única. El interés mejor urdido es el de ir recomponiendo la escenografía que respalda a esa personalidad poliédrica como si se tratara de un puzle con piezas que reflejan una historia de amor y de guerra, de poder y ambición sin límites. Y en el fondo, de verdades relativas, sugeridoras de lo real, lo posible, lo creíble. Un envite bien jugado.