Aventureras de leyenda: las siete magníficas
Para no renunciar al placer de descubrir otros mundos no tan lejanos, he aquí el retrato de siete espléndidas viajeras de nuestro tiempo
10 agosto, 2021 09:02Las siete protagonistas de nuestra historia tuvieron que superar prejuicios y accidentes, retrasos inesperados y trabas burocráticas a golpe de ingenio, persistencia y voluntad, ya fuese para atravesar por primera vez el desierto del Sáhara en coche, sin más alimento que cien huevos duros, o para dar la vuelta al mundo. A partir de lo que sobre sus equipamientos aparece en Expediciones al descubierto, de Ed Stafford (Anaya Touring), he aquí un breve resumen de sus hazañas sabiendo que ninguna es comparable con sus propias vidas y que, como una de ellas, Amelia Earhart, solía decir, “la aventura vale la pena en sí misma.”
Nellie Bly, la mujer que derrotó a Phileas Fogg
Pionera en un mundo de hombres, Nellie Bly (Pensilvania, 1864-Nueva York, 1922) trabajaba como reportera en el New York World cuando propuso a sus jefes dar la vuelta al mundo en menos tiempo que el héroe de La vuelta al mundo en ochenta días de Julio Verne. Cuando su editor le respondió que necesitaría un acompañante "y tanto equipaje que se retrasaría a la hora de los trasbordos. Sólo un hombre puede hacerlo", Bly le propuso que enviara a un periodista que compitiera contra ella mientras conseguía su hazaña... para otro medio.
Naturalmente, prefirió que lo hiciera para ellos, así que casi un año después, apenas dos días antes de embarcar rumbo a Inglaterra, la avisaron para que se preparara. Lo primero que hizo fue encargar un traje que aguantase un uso continuado durante tres meses, y preparar un equipaje que cupiera en un maletín junto a un tintero, lápices y papel carbón, esencial porque Bly enviaría cartas desde cada una de sus escalas para que el New York World publicase una serie sobre sus hazañas.
Tras muchas vicisitudes, tormentas y retrasos, compitiendo con la enviada de otro medio rival, el Cosmopolitan, Bly logró su objetivo, contando además con la complicidad de las tripulaciones de los barcos y trenes que empleaba en su aventura. El 25 de enero de 1890, de nuevo en casa, una Bly atónita comprendió que lo había conseguido: había dado la vuelta al mundo en sólo setenta y dos días y había enamorado a toda la nación.
Eva Dickson, la reina de África
Musa y modelo de pintores, escultores y fotógrafos de la época, diseñadora de moda y aventurera, Eva Dickson (Steninge Slott, Suecia, 1905-Bagdad, Irak, 1938) fue la primera mujer en cruzar el desierto del Sáhara en coche. En realidad, la culpa de todo la tuvo una apuesta: una noche de 1932, mientras estaba de safari en Kenia junto a su amante, marido de Karen Blixen, un amigo la desafió a conducir desde Nairobi a Argelia. El perdedor debería invitar a todos los presentes a champán. Ella, naturalmente, aceptó...
Aunque pensaba hacer el viaje sola, camino del taller para las revisiones finales del auto, un lugareño, Hassan Ali, se ofreció a acompañarla. El viaje resultó más que complicado, no sólo por los previsibles pinchazos o los problemas de abastecimiento, sino porque al llegar a Sudán, Dickson tenía síntomas de malaria, con fiebre alta, escalofríos y náuseas. Deshidratada y sin provisiones, tuvo que convencer a novecientos hombres para que restauraran un puente que había desaparecido y pudiera continuar su travesía. A base de panecillos, casi sin agua, tras veintisiete interminable días, la sueca pudo llegar finalmente a Argelia.
Cinco años después, ya convertida en nueva baronesa Blixen, Dickson emprendió su última aventura: decidió recorrer la Ruta de la Seda desde Estocolmo a Pekín. El problema fue que, tras conducir su descapotable sin problemas hasta Turquía, Irán e India, se encontró la frontera norte cerrada por la guerra entre China y Japón. Exhausta y sin fondos, de nuevo una apuesta marcó su destino, ya que se jugó que tardaría menos en coche que en barco de vapor regresando a Londres desde Irak, pero no sobrevivió a una curva mal tomada a las afueras de Bagdad.
Amelia Earhart, nacida para volar
Cuenta la leyenda que Amelia Earhart (Kansas, 1897-?) tenía 23 años cuando voló por primera vez: había pagado diez dólares por diez minutos a bordo de un aeroplano de Long Beach, y en ese momento explicó que "tenía que volar". Tras conseguir la licencia de piloto, estrellarse un par de veces y perseverar, en 1928 se convertía en la primera mujer en sobrevolar, ida y vuelta, Estados Unidos. Pero no era suficiente: en mayo de 1932 fue la primera piloto que cruzó el Atlántico en solitario y sin escalas, y tres años después, la primera en sobrevolar 3.860 kilómetros del Pacífico también en solitario. Mientras, batía siete récords mundiales de velocidad y resistencia.
Pronto la fama de Earhart rivalizó con la de las estrellas de Hollywood, aunque ella misma era consciente de que “la prensa presta más atención a una mujer que hace el mismo trabajo que un hombre, pero también le presta más atención cuando se estrella”.
Su sueño, sin embargo, estaba por cumplir, porque lo que deseaba por encima de todo era dar la vuelta al mundo. Tras un primer intento que se saldó con un aparatoso accidente, Earhart y su copiloto Fred Noonan salieron de Florida el 21 de mayo de 1937. El 2 de julio efectuaron una parada técnica en Papúa-Nueva Guinea y enviaron un último mensaje por radio "KHAQQ llamando al Itasca. Debemos estar encima de ustedes, pero no los vemos... El combustible se está agotando...". Fue la última vez que se supo de ella. Durante décadas se multiplicaron las especulaciones, pero jamás se ha hallado certeza alguna de lo que realmente pasó.
Robyn Davidson, la dama del camello
"Le escribo con la esperanza de que su revista patrocine mi viaje, que me llevará a través de algunos de los paisajes más hermosos y áridos que el desierto puede mostrar. Tengo tres camellos entrenados y un ternero pequeño". Así fue como Robyn Davidson (Miles, Queensland, 1950) comenzó una carta a National Geographic en 1977 para financiar su viaje de 2.700 kilómetros a través de Australia hasta llegar al mar. Cuando consiguió su apoyo económico, partió con cuatro camellos, su perra Diggity, setecientos kilos de equipamiento y provisiones y un fotógrafo de la revista, que dio cuenta de sus aventuras.
Tras nueve meses de peripecias, en los que no faltaron momentos de crisis y enfermedad y descubrimientos como que "eres tan poderoso y fuerte como te lo permitas. Lo más difícil de cualquier esfuerzo es dar el primer paso, tomar la primera decisión", Davidson llegó a su destino. Atrás dejaba una de las experiencias más fascinantes de su vida, gracias a la que entró en contacto con numerosas tribus de aborígenes, conquistando su respeto al punto de que fueron ellos quienes la apodaron "la dama del camello".
Autora de un libro sobre su aventura, Las huellas del desierto, en el que se basó la película Tracks, galardonada con un Óscar en 2013, Davidson reconoce que hoy sería imposible repetir su aventura: "Hay teléfonos móviles, satélites, una gran cantidad de tecnología, pero también la cultura es diferente. La gente es adicta a ser escuchada y a ser vista a través de la tecnología", así que es imposible imaginar ese viaje de nueve meses sin contacto con el resto del mundo, en la era del selfie compulsivo.
Sarah Outen, la vuelta al mundo en kayak
Tras convertirse en la persona más joven y en la primera mujer que cruzó remando en solitario el océano Índico en 2009, Sarah Outen (1985) se planteó un nuevo desafío: cruzar a remo los océanos Pacífico y Atlántico, recorrer en bicicleta los continentes que los separan y viajar en kayak para unir ambos extremos. El 1 de abril de 2011 partió en kayak por el Támesis hasta Francia; desde allí recorrió en bicicleta casi 20.000 kilómetros a través de algunas de las regiones más remotas de Europa, Rusia y China, a través de cadenas montañosas y desiertos, antes de navegar en kayak desde el lejano este de Rusia hasta Japón.
Sólo un tifón que destruyó su nave pudo alterar sus planes: repatriada a Inglaterra, logró comprar con la ayuda de su familia y diversos patrocinadores un kayak gemelo al perdido, y en abril de 2012 zarpó remando desde Japón rumbo a Canadá. Sin embargo, allí se enfrentó a semanas de tormentas y corrientes imposibles, que la obligaron a "virar" hacia las Islas Aleutianas. Un mes más tarde, después de 150 días sola en el agua, desembarcó en Alaska tras su expedición más agotadora hasta el momento y regresó a casa para entrenar para el próximo viaje en kayak con su compañera de remo Justine Curgenven. Ya en la primavera de 2014, volvieron a Alaska para recorrer a lo largo de siete interminables meses Estados Unidos en bicicleta.
Y de ahí, de vuelta a Inglaterra, con una sola certeza: "Sólo me siento tan conectada conmigo misma y con el mundo en general cuando estoy al aire libre y en la naturaleza. Por el contrario, al llegar a casa y asentarme en la vida posterior a la expedición, a veces me descubro en desacuerdo conmigo misma y con la realidad que se me impone. Una parte de mí, quizá la mejor en realidad, siempre está ahí fuera, en el océano o en la carretera".
Laura Bingham, penúltimo desafío en canoa
Aunque parezca imposible, aún quedan ríos sin navegar, alturas imposibles por vencer, tramos por conquistar. Laura Bingham (1993) se planteó hace tres años que había llegado el momento de recorrer en canoa, por primera vez, el tercer río más largo de Sudamérica, el legendario Esequibo, en Guyana. No era su primera aventura: seducida por la idea de explorar el mundo, Bingham viajó a México en 2014, donde se involucró en un programa oficial de conservación del jaguar, para a continuación embarcarse un trimarán que navegó durante dos meses por el Atlántico. Además, en enero de 2016 recorrió Sudamérica en bicicleta y sin dinero, desde la costa oeste hasta la costa este en bicicleta, haciendo 7.000 kilómetros en 164 días, de Ecuador a Buenos Aires.
Que el río Esequibo aún no hubiese sido conquistado fue su siguiente desafío: tras formar una tripulación con otras dos aventureras, Ness Knight y Phillippa Stewart, hicieron prácticas de supervivencia y entrenamiento en kayak. Y en febrero de 2018 se abrieron camino a machetazo limpio por la selva amazónica a lo largo de tres interminables semanas hasta que, a 32 kilómetros de la frontera con Brasil, llegaron al nacimiento más lejano del Esequibo y se lanzaron a la aventura, recorriendo en kayak 965 kilómetros en 72 días, enfrentándose a vientos contrarios, manchas de petróleo y residuos de todo tipo, así como a jaguares, serpientes, arañas, escorpiones y caimanes... Para documentar todo lo visto y vivido, y para que su exaltación de los paisajes y su denuncia de la degradación ambiental de ciertas zonas tuviera eco, mientras bajaban el río blogueaba y subía imágenes a Instagram.
Su hazaña no solo figura ya en el libro Guinness de los récords, sino que es un verdadero mensaje a favor de la sostenibilidad y el medio ambiente, reivindicando la necesidad de preservar la naturaleza para las próximas generaciones. Mientras prepara su próximo desafío, Bingham confiesa que el secreto de su éxito es "la dedicación y la perseverancia. Una de mis citas favoritas es 'la perseverancia es la diferencia entre los que lo logran y los que no', algo en lo que creo firmemente".
Alicia Sornosa, siempre sobre ruedas
La última de nuestras aventureras es española. Se trata de la periodista, viajera y activista Alicia Sornosa (Maddrid, 1973) y como ella misma explica en su blog, todo empezó "en septiembre de 2011, en plena crisis, salí a dar 'una vuelta en moto'. En octubre de 2013 regresé a España tras haber recorrido los cinco continentes, coronándome como la única europea y mujer de habla hispana de este siglo en haber dado una vuelta al mundo con su moto en solitario". En realidad, antes de ella, solo lo había conseguido la inglesa Elspeth Beard, en 1968.
Desde entonces, no ha dejado de viajar, quizá porque para ella es "una droga para el alma. Una vez que has empezado, necesitas ver cosas nuevas, conocer nuevas gentes, vivir experiencias insospechadas". Lo mejor es que ha sabido dar a sus aventuras un marcado carácter solidario, pues dando la vuelta al mundo comprendió la repercusión que podía tener llamar la atención sobre un problema, un pueblo, una persona que necesitaba ayuda o merecía aplauso, y sabiendo que la solidaridad es hoy más necesaria que nunca. Intenta además animar a todos a dar el paso y a viajar, a tavés de libros como Toda aventura comienza con un sí (Anaya, 2021), en el que destaca que no hay que tener miedo a la aventura. "No es tan complicado, ni tan caro ni peligroso como parece, solo hay que salir de casa, y echarle imaginación, marcar el día en que te vas y no mirar atrás buscando excusas".
Su última aventura, por el momento, ha sido recorrer durante dos semanas los más de 3.000 kilómetros que separan Madrid de Suiza (viaje de vuelta incluido) en moto eléctrica, lo que le ha exigido una planificación mayor, aunque, a cambio, le ha permitido escuchar sonidos imperceptibles cuando se viaja con una de gasolina. Además, en su blog da consejos para aventureras noveles, y organiza viajes que huyen de los itinerarios turísticos.