Los secretos más íntimos de Ian Gibson: de pensar en matar a su hermana al descubrimiento de Lorca
'Un carmen en Granada' son las memorias del hispanista, que regresa a una infancia de represiones y complejos en una familia archipuritana
13 junio, 2023 02:44Las memorias de Ian Gibson, irlandés de 1939, español desde 1984, más español que muchos otros compatriotas porque él (como Max Aub) ha escogido serlo, tienen tanto de recuerdo de vida como de confesiones, donde se siente positivo, y limpio escudriñar la intimidad. En la literatura española hay muchos libros de memorias, pero muchos menos de confesiones, hondo defecto tenga o no su origen en el sacramento católico.
Tener o vivir en un carmen granadino, la casa con el cuidado jardín interno, ha sido el sueño (logrado) de un chico dublinés perteneciente a una familia de clase media, pero protestante y además metodista –es decir, archipuritana– no común en la católica Irlanda. A Gibson –aunque con muchos amigos y hasta una mujer inglesa– le molesta que lo tomen por inglés pues, de algún modo, cree en el daño que la dominación británica hizo a Irlanda, donde el gaélico minoritario (aunque se enseñe en el colegio) nunca pudo ya desbancar al inglés.
Más de la mitad del libro de Gibson –hasta 1960, al menos– es la vida familiar y la educación de un muchacho, que vive entre infinitas represiones y complejos. Sabemos que es buen estudiante, que le gusta mucho la ornitología y el rugby –en el que interviene con fortuna, adolescente ya– todo lo cual es una noble curiosidad que se eleva cuando el apacible registro memoria pasa al más soterraño mundo de la confesión.
[Ian Gibson se abre en canal en sus memorias: "Encontrar a Lorca fue un milagro en mi vida"]
En una familia donde todo está vetado, desde el alcohol al sexo, Ian nos cuenta cómo los celos le llevan a pensar en matar a su hermana pequeña mientras siente la lejanía de una madre fría y el calor tibio de un padre –con complejo de poca estatura– que todo lo aguanta sin hablar de nada. Otro de tantos, tantísimos matrimonios rotos. “Aquellos primeros años de represiones, miedos y prohibiciones me marcarían para siempre”.
El muchacho, curioso de la inteligencia, pero que no deja de orinarse en la cama hasta tarde, vive en el omnímodo terror metodista, y así no tardará en padecer ereutofobia (ruborizarse inesperadamente y por todo, con el añadido sentimiento de vergüenza) y poco después, fascinado por unos tebeos ingleses que muestran el británico apego a las nalgadas como castigo, más que atisbos de flagelomanía.
Las memorias de ian Gibson tienen tanto de recuerdo de vida como de confesiones y de escudriñar la intimidad
Pero Ian seguirá buscando chicas, sobre todo en el más permisivo internado cuáquero, y empezará a admirar a los famosos –desea ser admirado y famoso– sobre todo si son chicos altos y guapos como el jugador Tony O’Reilly. También confesar cuando ve de niño el culo desnudo de su madre al aplicarle un enema, raro brote de deseo oculto, debe decir mucho de lo que conforma una psique que va buscando y lentamente halla la liberación.
Vemos que aquí, según adelanté (con una escritura amena, nunca rebuscada), la confesión gana enteros a la unida memoria, como, más adelante, al narrar sus primeras experiencias sexuales con Julia –su amor perdido– o sus temores de ser impotente, el muy masculino temor al gatillazo, precisamente cuando se aleja de la amada.
[Ian Gibson gana con sus memorias el Premio Comillas de ensayo]
Luego –aunque hay adelantos– veremos al Ian Gibson estudioso y enamorado del francés, y después (estrepitosa y hondamente) de España. Rubén Darío –nicaragüense tan español–, Antonio Machado y Lorca. Los libros sobre Federico García Lorca son el eje y acaso lo mejor, es bien sabido, del muy estudiado hispanismo de nuestro autor, que escribe en español casi siempre.
Otros notables trabajos biográficos de Gibson (Dalí, José Antonio, Antonio Machado) son directamente ondas del axial orbe lorquiano, como el carmen en Granada. Notable hispanista, muy buen investigador, Gibson muestra en estas memorias/confesiones lo noble de investigarse también a sí mismo.