Remedios Zafra, filósofa: “Vivimos como si en nuestras pantallas no se pusiera el sol”
A vueltas con la precariedad y la relación enfermiza con el trabajo, la autora denuncia en 'El informe' los peligros de una nueva forma de esclavitud.
27 mayo, 2024 03:18Con la visión y el oído muy afectados, la incansable actividad de Remedios Zafra (Zahueros, Córdoba, 1973) mueve al asombro. Pero la ensayista llega a todo: conferencias, cursos, investigaciones, y ahora un nuevo libro, El informe (Anagrama), del que confiesa a El Cultural que, "si no lo escribía enfermaba (más) o moría, como mis últimos libros, que son, supongo, una pequeña salvación para todo lo demás, el sentido que me ha ayudado a seguir...".
Pregunta. ¿Cuál es la prehistoria de este libro, cómo nace, y por qué, este Informe?
Respuesta. Nace del dolor que sentimos cuando no podemos dedicarnos con concentración a hacer bien nuestro trabajo, siendo en muchos casos un trabajo que amamos. Como si el fracaso estuviera no en el incumplimiento sino en el desamor y eso fuera intolerable.
»Hay otro punto de inflexión que lo moviliza y es la sensación de agotamiento y hartazgo de la forma en que trabajamos, vivenciada en una comida en la que alguien que me quiere me leyó un poema y una cuerda a la que agarrarme se iluminó como una revelación recordándome lo que me trajo aquí, al trabajo intelectual, algo que siempre he creído que congregaba todo el valor y el sentido.
P. Entonces, ¿es cierto que surge de una experiencia real?
R. Sí, de la petición del enésimo informe administrativo que te obliga a dejar de hacer un trabajo con valor para dedicarte a la justificación de lo que supuestamente debieras estar haciendo, y lindas el agotamiento y la lágrima ante un trámite que sientes innecesario. Pero en este caso es como si un rayo nos penetrara y nos convirtiera en otra persona capaz de decir, hasta ahora sí, en adelante "no".
»Es una posición frente a la vivencia callada y cotidiana de las maneras en que trabajamos siendo responsables y queriendo hacer bien nuestro trabajo, pero cada día más neutralizados por justificaciones y tareas que empujan el verdadero cometido de nuestro trabajo (investigar, crear, enseñar…) a los tiempos de descanso o fines de semana…
"En este libro he pretendido narrar lo que se esconde en la zona no visible de nuestro trabajo"
»Así, el porqué de este Informe es porque no valía con un mero desahogo entre compañeros, ni con un acatamiento para responder a las burocracias de manera obediente buscando entregar rápido para volver a lo que importa, porque si seguía haciendo lo de siempre, todo seguiría como siempre.
»Me parecía imprescindible hacer algo diferente para poner el foco en lo normalizado, convertir informe en desinforme, abrir su estómago y narrar lo que se esconde en la zona no visible de nuestro trabajo.
P. ¿Qué supone este libro en su proyecto global de narrar la complejidad de la época?
R. Mirar lo pequeño se me hace imprescindible en una época donde la escala global de lo que vivimos empuja a narrar lo macro, proporcionando infinitos datos que a menudo pasan por alto matices y diversidad … Para mí la complejidad viene de la narración de la vida material donde lo político, lo económico, lo laboral y lo biográfico se incrustan e interrelacionan.
»En cierta forma llevo años escribiendo distintas partes de un mismo libro que se pregunta por la complejidad de esta época mediada por pantallas. Los énfasis en mis últimos ensayos vienen de las maneras en que el trabajo se está transformando y nos está transformando.
»Y en El informe ese foco está encendido por el riesgo de desafección con la vida y con lo que hacemos si no liberamos nuestros tiempos de tareas sin sentido, si no dejamos de idealizar la tecnología que usamos pasando por alto que entretanto esté dominada por fuerzas monetarias la motivación antepondrá productividad a sentido, eficacia a empatía, desigualdad y privilegios a cuidado de la vida y del planeta.
[Narrar la complejidad de la época, por Remedios Zafra]
P. ¿Somos conscientes de hasta qué punto somos esclavizados por la prisa y la eficacia?
R. Es duro pensar cómo muchas personas pasan los tiempos cabalgando en la prisa, trabajando o pensando en el trabajo, o preparándose para el trabajo, o descansando para volver con más ganas al trabajo y, vaya, la vida se nos ha ido.
»Hay una perversión en esta forma de vivir y es que al sentirnos activos pensamos que estamos progresando, pero también se está activo dando vueltas como un hámster en la rueda, pues, sin desvíos que nos lleven a la incomodidad del ¿qué estoy haciendo?, también movemos nuestra rueda. Por otro lado, extender la idea de que algo es inevitable nos daña.
"Anteponemos productividad a sentido, eficacia a empatía, desigualdad a cuidado de la vida y del planeta"
P. ¿En qué sentido?
R. Bueno, el hecho de que lo veamos en la mayoría no significa que debamos resignarnos a ello. Es en esta conciencia, alentada por la cultura, la ciencia y el pensamiento, en la que nace el extrañamiento con lo habitual, el disentimiento…
P. Como usted misma pregunta en el libro, ¿por qué trabajamos como trabajamos?
R. Porque hemos pasado del miedo al vago al miedo al vacío. En las generaciones que nos preceden, aquel que no trabajaba era estigmatizado. La aparición del tiempo libre en nuestras sociedades fue rápidamente apropiada por lógicas liberales que han buscado rentabilizarlo llenando de paquetes turísticos y todo tipo de ofertas para colmar esos tiempos.
»Además, el tecnocapitalismo favorece que la tecnología nos regale la libertad de elegir el dónde trabajamos, pero se ha apropiado del cuándo, derramándose en un "todo el tiempo". Esta, al menos, es la posibilidad, poder trabajar siempre que estemos conectados o con la tecnología incorporada. Porque de ella se derivan no solo nuevas necesidades, sino la sensación de que los días son perpetuos, de que nunca se pone el sol en nuestra pantalla.
P. ¿De ahí la importancia del trabajo intelectual?
R. Creo que el trabajo intelectual es el que permite crear casillas vacías para pensar y organizar nuestros tiempos como imprescindibles, para pensar en nosotros y construirnos como sujetos libres.
»Si no dejamos espacios/tiempos vacíos para la autoconciencia, las personas serán más fácilmente manipulables, seguirán los itinerarios que marca la mayoría. Y eso asusta en un mundo donde esos caminos están fuertemente controlados por el capital y las tecnologías, donde la búsqueda de un “valor” en lo que hacemos está sesgada al “logro mercantilista”.
»El trabajo intelectual detiene a las personas y las anima a pensar, a relacionarse con otros, a empatizar, a observar contradicciones, a abordar lo que es complejo y a veces complicado de verbalizar… Ese universo de poesía, cultura, ciencia, de cultura e imaginario, es como el agua en el puesto fronterizo, nos mantiene con vida como humanos capaces de preguntarse por lo que supone ser humano. Un poema, un libro, una obra de teatro, un profesor motivado… también pueden salvarnos.
"Es duro pensar cómo muchas personas pasan los tiempos trabajando y, vaya, la vida se nos ha ido"
P. Así que tiene remedio...
R. Sí, debemos construir alternativas, no resignarnos. Algo tenemos claro y es que estas formas que criticamos no nos valen, nos hacen sufrir. Para ello, me parece importante renegociar los usos del tiempo que parecen impuestos pero son “convenidos” socialmente, pensar en por qué cada vez nos sentimos más privados de tiempos propios.
»Pensar en medidas como la reducción de la jornada, la necesidad de situar los cuidados en el corazón de la vida, revalorizar el goce de la cultura y su papel en la cohesión comunitaria, limpiar de burocracias obsoletas nuestros trabajos, no conformarnos con una digitalización movida solo por intereses mercantilistas…
[Secuestrados en la red por nuestros hábitos de consumo: Remedios Zafra al rescate]
P. El informe plantea una visión optimista de la juventud, que a pesar de la precariedad, se plantea una manera distinta de vivir. ¿Qué dice de ellos su preocupación por el planeta?
R. Es un ejemplo luminoso. Su despertar colectivo por el planeta y por la paz es un grito frente al individualismo precario que ha caracterizado el mundo en las últimas décadas y debiera contagiarnos a todos. Su preocupación por el planeta es una denuncia cargada de propuestas que habla de resituar lo que importa en nuestras vidas, pero es también señalamiento político a las formas de desigualdad y acumulación de riqueza que sostienen esta deriva.
»Es curioso cómo la paz puede resultar para algunos una idea ingenua, cuando es el reto más poderoso, el que requiere exigencia e inteligencia para cambiar de una vez ese viejo y enquistado poder que se empeña en mostrarse como el único posible para los humanos. Me refiero al poder del más fuerte, de la voz más alta, del tirano más macho y más duro. Basta ya de ese poder bélico…
"Inmunizarnos ante las tragedias cotidianas es algo que tristemente
se entrena frente al ordenador"
P. ¿Y qué evidencia del poder su postura ante las tragedias cotidianas que acabamos casi olvidando (Gaza, Ucrania…)?
R. Inmunizarnos ante esas tragedias es algo que tristemente se entrena frente a la pantalla. Hay en ese blindaje una suerte de autoprotección ante un mundo hipervisibilizado en la tragedia, pero también un riesgo de deshumanización cuando nos habituamos a ello.
P. ¿La experimentación sobre los límites narrativos sigue siendo su motivación política y poética?
R. Más que nunca. Creo con pasión que en la experimentación narrativa hay una búsqueda no solo poética sino también política y que adentrarnos en ella ayuda al sujeto que escribe a compartir distintos niveles de complejidad que no siempre piden ser vestidos como argumento o idea.
»Hay veces que la duda o la ambigüedad de una idea pide a las palabras que se hagan aliteración o tachadura, más ruido, más repetición o más silencio. Es para mí propósito, pero en este libro diría que también necesidad, ejercitar estos límites para llegar de la comunicación a la empatía, para compartir una narración reflexiva que no esconde la vulnerabilidad de quien habla y se sube también a la mesa de disección.
[Remedios Zafra gana el Premio Anagrama de Ensayo]
P. ¿Siente que está sola en su proyecto intelectual, o se sabe miembro de una corriente de provocadores e inconformistas natos?
R. ¿Sola? Ni mucho menos. De hecho, hasta cierto punto me parece algo injusto que un libro como este lo firme solo yo, cuando son muchas las personas con las que he hablado, a las que he leído, o que han compartido conmigo sus testimonios, las que acompañan una voz que debiera ser entendida como plural. También en su propia conformación como libro, con la fina interlocución de quienes nos acompañan y ayudan con la edición.
»Creo que los trabajadores de la cultura y de la academia somos muy cómplices en nuestras reivindicaciones. Yo me siento intelectualmente muy acompañada por muchos inconformistas. Es la conciencia compartida que no esquiva lo que duele lo que nos ayuda a ser más fuertes en nuestra fragilidad. Suena paradójico, pero es la fortaleza de quienes se saben interdependientes y se ayudan.