La muerte de cinco niños palestinos en un accidente cerca de Jerusalén, un relato que vale un Pulitzer
En su libro 'Un día en la vida de Abed Salama', Nathan Thrall reconstruye el terrible suceso a la vez que explica el día a día de la ocupación israelí.
10 junio, 2024 02:29En una mañana lluviosa de febrero de 2012, en una autopista a las afueras de Jerusalén, un camión articulado colisionaba con un autobús escolar lleno de alumnos de preescolar y sus maestros. El autobús volcó, con las puertas hacia abajo y estalló en llamas. Murieron una maestra y seis niños. Algunos de los supervivientes presentaban quemaduras tan graves que un lugareño que rompió una ventana y trepó por el autobús para sacar a los niños tuvo dificultades para reconocerlos como humanos.
Los pasajeros eran palestinos, al igual que el conductor del camión. Sin embargo, a diferencia de los primeros, este último poseía una codiciada identificación azul, una especie de pasaporte que permite una mayor libertad de movimientos en Jerusalén y sus alrededores.
El accidente podría haber acaparado unos cuantos titulares, pronto olvidados, de no ser por "Un día en la vida de Abed Salama", un mordaz artículo publicado en 2021 en The New York Review of Books por el periodista Nathan Thrall, afincado en Jerusalén. El artículo sigue a un palestino llamado Abed Salama cuyo hijo de 5 años, Milad, iba en el autobús.
Cuando Abed llega al lugar del accidente, los niños ya han sido trasladados a hospitales por buenos samaritanos y trabajadores sanitarios de Naciones Unidas que se toparon con el accidente. Abed debe decidir cómo buscar a su hijo, pero a causa de su carné de identidad sus opciones son limitadas.
Thrall amplió la historia en un libro de igual título ganador del Pulitzer de No Ficción en el que entreteje escenas de las secuelas del accidente con pasajes del contexto histórico que explican los límites físicos y legales que conforman la vida de los palestinos que viven en Jerusalén Este.
Pero Thrall también amplía su alcance, extendiendo el relato a lo largo de décadas, empezando por la primera vez en que Abed se enamoró. Todo este contexto adicional desplaza levemente la fuerza gravitatoria de la historia del accidente, permitiendo examinar no solo las consecuencias del mismo, sino también las decisiones individuales y políticas que lo precedieron.
La tragedia suele suscitar preguntas obsesivas que pueden sobrepasar los límites de la razón: ¿habría sido todo diferente si uno hubiera hecho esto o aquello? Thrall concluye el prólogo con este sentimiento, mientras Abed corre hacia un hospital en la ciudad cisjordana de Ramala. "¿Estoy siendo castigado por lo que le hice a Asmahan?", se pregunta, sobre la forma en que terminaron las cosas con su primera mujer. La disolución de su matrimonio impulsa la narración de Thrall en el primer tercio del libro.
Mientras que la culpa de Abed se remonta a décadas atrás, otros personajes del libro recuerdan decisiones más inmediatas: dudaron antes de enviar a sus hijos a la carretera; nunca habían visto una lluvia tan terrible. También está el hecho, que salió a la luz tras el accidente, de que la empresa de transporte utilizaba un autobús viejo y matriculado ilegalmente. Estas estampas de culpabilidad individual chocan con crudas realidades políticas.
Como explica Thrall, muchos palestinos de Jerusalén Este como Abed envían a sus hijos a escuelas privadas no reguladas porque las públicas están saturadas y el consumo de drogas es elevado en las escuelas gestionadas por la ONU. La carretera por la que circulaba el autobús se había asfaltado para que los colonos pudieran ir y volver de Jerusalén sin tener que pasar por Ramala, y crear así "la ilusión de una presencia judía continua desde la ciudad hasta los asentamientos".
[El escritor israelí Nir Baram: "Ya no veo la manera de dividir esta tierra en dos Estados"]
Después de que Israel construyera nuevas autopistas para los colonos, la mayoría de los que utilizaban la antigua carretera eran palestinos, que solían ser detenidos en los puestos de control, lo que suponía que el tráfico se acumulaba. Y para escapar del atasco, adelantaban a los vehículos lentos desviándose al carril contrario.
Y hay un detalle concreto del accidente que me sigue estremeciendo. El autobús "crepita al arder". Se oyen gritos. Los niños arden en el interior. El accidente ocurrió a pocos minutos en coche de un asentamiento y a segundos de un puesto de control. Una ambulancia israelí podría haber tomado una ruta directa al lugar del accidente. Pero al cabo de media hora, escribe Thrall, "no había llegado ni un bombero, policía o soldado".
Thrall es uno de los pocos escritores capaces de combinar una narración vívida con un análisis en profundidad
Uno empieza a preguntarse si el trágico accidente representa un fallo de la burocracia o si, por el contrario, es la burocracia. ¿Cuánto importan las decisiones individuales en un sistema que determina el curso de la propia vida e incluso de la propia muerte?
Thrall es uno de los pocos escritores capaces de combinar una narración vívida con un análisis en profundidad de la ocupación sin recurrir al carraspeo político, y a lo largo de todo el libro mantiene un enfoque claro e inquebrantable sobre el fracturado sistema político. Es una autoridad en la historia del muro fronterizo y de los políticos que construyeron intencionadamente "carreteras del apartheid", y su experiencia le permite alternar ágilmente entre los puntos de vista de familias desesperadas y líderes palestinos, y los de funcionarios israelíes y colonos.
[Diez películas esenciales para entender el conflicto entre Israel y Palestina]
El libro de Thrall obliga a los lectores a centrarse en un hecho difícil y, sin embargo, evidente: los jóvenes palestinos están inextricablemente enredados en un conflicto eterno. Cada año, el tribunal militar israelí condena a centenares de niños a penas de prisión por lanzar piedras, muchos de ellos de entre 12 y 15 años.
Pero ¿qué ocurre con un niño de 5 años? ¿Cómo lo ven los ciudadanos de a pie? Poco después del accidente, los jóvenes israelíes respondieron a la noticia con una serie de mensajes y comentarios en Facebook: "¡Genial! ¡Menos terroristas!", decía uno. Un reportero de la televisión israelí, Arik Weiss, localizó a algunos de los autores de los comentarios, que resultaron ser adolescentes. "¿Cómo demonios hemos llegado hasta aquí?", se preguntaba.
Este vistazo al cinismo mortal de los jóvenes que se convertirán en soldados y líderes de Israel es la tragedia más grande que abarca el libro. Una forma de empezar a responder a la pregunta de Weiss es examinar el sistema de apartheid que divide intencionadamente a israelíes y palestinos, como hace Thrall de forma tan convincente en esta sombría narración.
© The New York Times Book Review. Traducción: News Clips