Claire Keegan, autora de 'Bien tarde en el día'. Foto: Edinburgh Book Festival

Claire Keegan, autora de 'Bien tarde en el día'. Foto: Edinburgh Book Festival

Letras

'Bien tarde en el día' de Claire Keegan, la escritora "incómoda" que analiza la sociedad con bisturí

La irlandesa, comparada con Raymond Carver, observa el comportamiento humano hasta llegar a la médula de la enfermedad de la indiferencia.

21 julio, 2024 01:04

Claire Keegan (Wicklow, Irlanda, 1968) es una escritora incómoda. Parece que sus his torias describen una aburrida charca de vidas mediocres y cuando te das cuenta emerge un monstruo que condensa un desamor frío como el hielo. Esto ocurre en Bien tarde en el día.

Bien tarde en el día

Claire Keegan

Traducción de Jorge Fondebrider. Eterna Cadencia, 2024. 70 páginas. 15,90€


En España, Keegan ha pasado de puntillas, pese a que la editorial argentina Eterna Cadencia viene traduciendo al castellano parte de su obra y sus relatos están publicados en treinta idiomas, con notable reconocimiento por parte del New Yorker y Granta, prescriptoras del talento internacional. Pero el público lector recordará The Quiet Girl, la magnífica película del irlandés Colm Bairèad de una niña poco querida, que se alzó en 2022 con el Oscar a la mejor película extranjera, basada en la novela Tres luces de Keegan.

La falta de afecto y las pequeñas crueldades cotidianas en la capa más profunda de las relaciones, son el caldo de sus tramas. La escritora irlandesa ha declarado que le interesa observar qué se hacen los seres humanos entre sí. Y sin estridencias, pegada a la realidad, desliza un bisturí templado y exacto hasta llegar a la médula de la enfermedad del desapego y la indiferencia.

En menos de 70 páginas, Bien tarde en el día liquida una historia de un presunto amor y su desenlace intuido a lo largo de cuatro breves capítulos. La novela comienza un 29 de julio en Dublín, en la oficina de Cathal, un hombre gris y rutinario, y termina el mismo día con el personaje masculino rumiando sus miserias en su casa.

Las horas pasan con la voz de un narrador omnisciente que transcribe los recuerdos del personaje. En el capítulo II, Cathal rememora sus iniciales encuentros con Sabine, su enamorada francesa instalada en Dublín. En el capítulo III, en un flashback, vemos cómo una furgoneta de mudanzas llega a la casa de Cathal con las pertenencias de Sabine, tras la decisión de ambos de unir sus vidas.

Un pequeño diálogo anuncia conflictos. Ante la expresión de terror de él, Sabine pregunta qué le ocurre. "Es que no sé nada de estas cosas, es eso", dice él. "¿De qué cosas? ¿Mis cosas?", interroga ella. "Esas cosas. Todas tus cosas. Todo eso", repite él. "¿Creíste que iba a venir sin nada?", pregunta ella. "Es que es mucho", intenta explicar él. "¿Mucho? No tengo mucho", replica ella. En ese cruce de frases advertimos un peligro sutilmente anunciado. Seguirá una conversación más dura por parte de Sabine.

En el capítulo IV, desde la perspectiva de Cathal se conocerá el desenlace y se percibirá su resentimiento. La rapidez del relato, el escueto realismo de las escenas, la condensación de la tensión acrecentándose, nos dan idea de la profundidad psicológica que Claire Keegan alcanza con las palabras justas. Para no destripar el final, se puede avanzar que el título de la traducción francesa de esta novela es: Misogynie. Misoginia.

La rapidez del libro y la condensación de la tensión acrecentándose, nos dan idea de la profundidad psicológica de Claire Keegan

El traductor de las obras de Claire Keegan al español para la editorial Eterna Cadencia es Jorge Fondebrider, un buen escritor argentino y conocedor de las lenguas que traduce. Si el propio George Steiner en Después de Babel comenta que Samuel Beckett se traducía a sí mismo al francés y necesariamente en el traspaso de lenguas había diferencias marcadas de tono y de ritmo, encontramos en este texto expresiones del español de América Latina y ciertos argentinismos que, lejos de molestar, hacen más sorprendente esta versión de la irlandesa Claire Keegan.

Han comparado los relatos de Keegan con Raymond Carver o con la escritura de Carson McCullers. Digamos que Claire Keegan se mantiene en la superficie de lo real, con una capacidad de observación de agudos detalles psicológicos, y esa mirada totalizadora y objetiva recuerda también al tratamiento del cine realista irlandés contemporáneo.