Juan Luis Arsuaga (izquierda) y Juan José Millás (derecha). Foto: JEOSM

Juan Luis Arsuaga (izquierda) y Juan José Millás (derecha). Foto: JEOSM

Letras

Millás y Arsuaga, sin remedio: publican el tercer libro conjunto manteniendo posturas irreconciliables

En 'La conciencia contada por un sapiens a un neandertal', el escritor y el paleontólogo continúan con su tira y afloja, ésta vez abordando la creación del "yo".

5 septiembre, 2024 02:02

"Millás es un tremendo narcisista. No hay mayor narcisista que el que niega serlo. Es egocéntrico como solo un artista puede serlo. Solo existe el yo, nada más, el yo lo invade todo, lo ocupa todo. Es el narcisismo en el estado más puro, de una belleza absoluta". Apenas unos minutos comenzada la entrevista, Juan Luis Arsuaga realiza esta afirmación con la rotundidad que otorga estar seguro de lo que se dice. El aludido, mientras tanto, mira impertérrito al frente desde el otro extremo del sofa en el que ambos están sentados; no ve necesario defenderse.

Portada de 'La conciencia contada por un sapiens a un neandertal', de Juan Luis Arsuaga y Juan José Millás (Alfaguara)

Portada de 'La conciencia contada por un sapiens a un neandertal', de Juan Luis Arsuaga y Juan José Millás (Alfaguara)

Además de narcisista, Juan José Millás (Valencia 1946) es periodista y escritor. A una dilatada carrera en la que se ha coronado como uno de los articulistas de mayor prestigio en España se suma la publicación de novelas como El mundo (Premio Planeta 2007) o  Solo humo (2023).

Millás también es un romántico. Por eso, hace ya 4 años, fue al yacimiento de Atapuerca para "ver a sus abuelos". De aquellos ancestros no pudo ver más que huellas de su existencia pasada, pero sí que pudo conocer a Juan Luis Arsuaga, codirector de la excavación. Aquello fue el comienzo de un proyecto que ya va por su tercera -y última- parte, La conciencia contada por un sapiens a un neandertal (Alfaguara). 

Del narcisismo de Arsuaga no se sabe nada. No ha proporcionado datos sobre él la máquina que durante la narración de éste último trabajo corrobora la afirmación del paleontólogo sobre el ego de Millás midiendo las descargas eléctricas de sus impulsos neuronales. Lo que sí sabemos es que, además de liderar las investigaciones que se llevan a cabo en Atapuerca y dirigir el Museo de la Evolución Humana de Burgos, recibió junto a su equipo el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica.

Durante las tres obras que han publicado juntos, el paleoantropólogo y el periodista han enfrentado opiniones contrarias en asuntos de trascendencia vital como la muerte, la vida, o el yo. Todas aquellas páginas, sin embargo, no han logrado que acerquen posturas. Ambos hombres continúan discutiendo sobre cualquier tema. Incluso habiendo concluido su proyecto conjunto. Incluso durante una entrevista. 

Pregunta. ¿Qué viene antes, el otro o el yo?

Juan Luis Arsuaga. El otro. 

Juan José Millás. En la teoría freudiana -Arsuaga resopla- es muy importante la figura del tercero. El niño está muy apegado a la madre, hasta el punto en que no se diferencia el cuerpo suyo de la madre incluso después del parto. Pero hay un tercero que trunca ese idilio: el padre. Yo diría que en la vida del ser humano siempre hay un tercero. 

»Gracias a la intervención de ese primer otro, tú eres alguien, porque si no seguirías formando parte del cuerpo de la madre. Hay otro que corta ese cordón. Luego, después de esta primera interrupción, a lo largo de la vida siempre vienen nuevos terceros a joderte la existencia. 

P. ¿El escudo del Real Madrid es un síntoma evolutivo de la autoconsciencia?

JLA. Sí. Cualquier símbolo, el del Barça también. Es resultado de la capacidad del ser humano de fabricar identidades colectivas

P. Cuando les entrevistamos a raíz de la publicación de La muerte contada por un sapiens a un neandertal, Millás afirmó que la idea de no estar le parecía relajante. En este nuevo libro habla de desconectarse del cuerpo como algo apetecible ¿Desea anular el yo?

JLA. Ya en el libro anterior Millás estaba con el asunto del desprendimiento del yo. Le sugerí que cuando publicáramos éste no pusiera su nombre en la portada. Yo me esperaba ver un espacio vacío junto a mi nombre. Fue una sorpresa ver que al final, junto al mío, estaba el suyo, todavía ahí. Tal y como yo lo veía, después de varios años dedicándose a deshacerse del yo, a estas alturas debería haberlo logrado. 

JJM. Es un camino arduo y lleno de dificultades. Para llegar a la santidad hay dos métodos. Está la mística o la ascesis. La mística es la divinidad absorbiéndote; yo no he tenido esa suerte, así que solo me queda la vida asceta en la que me privo de cosas. Pero eso es mucho más frustrante, complicado y largo. 

JLA. Insisto en que fue una sorpresa ver tu nombre en la portada. Deberías haber sido como Prince, que se convirtió en "el artista anteriormente conocido como Prince". Tú tendrías que haber pasado a ser "el escritor anteriormente conocido como Millás".

P. Pero, ¿por qué le molesta tanto el yo a Millás?

JLA. Porque el yo es un tirano. Trabajas para él. Te pasas la vida esclavizado por él. Cuando eres joven tienes que tener un ego porque si no te pisan. No te queda más remedio. Pero ya cuando tienes una edad... Los artistas continúan adictos al ego mucho más tiempo del necesario.

JJM. Es un sufrimiento perpetuo. Pero también en el mundo científico. 

P. Relacionado con el mundo científico, hace poco hubo un escándalo con el rector de la Universidad de Salamanca por el prestigio que había cosechado empleando técnicas fraudulentas de autocitado, ¿eso también es un asunto de ego?

JLA. Absolutamente. Fíjate, yo para la elección del rector de la Universidad de Salamanca haría un casting muy sencillo. Elegiría sin duda al que más se pareciera a Unamuno. Sería la única condición: para ser rector de aquella universidad es obligatorio parecerse a Unamuno, aunque sea con barba postiza. 

P. Si un individuo se cría separado de la sociedad, ¿no puede desarrollar autoconsciencia?

JLA. No, no puede. Un ser humano aislado no es ser humano. 

JJM. Un hombre sólo, una mujer / así tomados, de uno en uno / son como polvo, no son nada. ¿Conoces el poema? Es de José Agustín Goytisolo, Palabras para Julia. Luego Paco Ibáñez la cantó. ¿No la has oído? Pues cuando llegues a casa, no, ahora en cuanto puedas, coges el móvil y la escuchas. 

P. Usted, Millás, ha confesado varias veces estar obsesionado con "desenchufarse", ¿dormir no es, en ocasiones, eso?

JJM. Bueno, depende. Hay noches que son tremendas. Hay días en los que uno no sabe si se despierta o resucita. No, no. Lo que es un desenchufe es la sedación. Es maravilloso. Sedarte es no estar, es alucinante. Con el propofol, por ejemplo, que se utiliza para intervenciones quirúrgicas menores, te lo aplican y estás veinte minutos absolutamente fuera de la realidad. Sencillamente, no eres. 

»Un día, en una comida, me di cuenta de que todos mis amigos se habían hecho una colonoscopia menos yo. Fui al médico y dije: oye, ¿qué pasa? Así que me la hicieron, y utilizaron propofol. Me tumbé y le pregunté al médico mientras me aplicaba el sedante: ¿me vas a hacer daño? Y el me respondió: no, va a ser como una despedida de soltero.

»Entonces cerré los ojos y cuando los abrí le dije a la enfermera que empezaba a notar el efecto del sedante. Ella me dijo que ya habían realizado la intervención. Me quedé maravillado, dije: ¡Durante unos minutos no he estado! ¡Fantástico!

P. ¿Qué papel cumple el arte en la autoconsciencia?

JLA. La expresión artística es un delirio. Es patológica, si hablamos de la música y el arte moderno -Millás se revuelve en su asiento-. El arte paleolítico no responde a los cánones de arte que hay ahora, es ceremonial. No es el arte por el arte. 

»Lo otro, las novelas, es cotilleo. No hay motivo aparente para que nos interese. La mayoría de las historias que en los libros se cuentan no son ni tan siquiera reales. El arte es una historia compleja. No es práctico.  Pescar sirve para comer. Cultivar sirve para comer. Hacer cerámica sirve para fabricar recipientes. Pero ornamentar la cerámica, ¿para qué?

JJM. Siempre responde a algo. 

JLA. Pero no tiene una función práctica. 

JJM. Todo a lo que se refiere Arsuaga es de orden práctico. Pero la función del arte, en general, es que es un modo de conocimiento de la realidad

JLA. Pero, ¿para qué decoras un botijo?

JJM. Habría que analizar el botijo. Si lo inspeccionamos veríamos que, de un modo u otro, es un método de conocimiento de la realidad. 

JLA. Pero eso es muy amplio. Te voy a decir lo que es el arte, que es algo que me respondió Miquel Barceló a la misma pregunta: "si lo supiera, no me dedicaría a ello". Eso es a lo que me quiero referir: si el arte fuera algo que se pudiera codificar o entender, ¿qué necesidad habría de hacerlo? Lo haría un algoritmo, lo haría cualquiera. No necesitaríamos creadores. Si fuera algo que tuviera lógica, que se pudiera estandarizar, sencillamente se produciría en masa. 

JJM. Yo te lo digo de otro modo: escribo porque no logro entender la realidad. En ese sentido, la literatura se entiende muy bien. Es un modo de conocimiento distinto al científico. Es una aproximación alternativa a la realidad. Esto se puede extrapolar a todas las artes. Una vez le pregunté a un historiador del arte cuál era la diferencia entre decoración y arte...

JLA. Ninguna. 

JJM. ¿Tú crees que es lo mismo?

JLA. Desde luego. Se llaman artes decorativas por algo. 

JJM. Yo creo que no me quieres entender. 

JLA. No, es que no estoy de acuerdo contigo. 

JJM. ¿De verdad crees que no hay frontera ninguna?

JLA. No, claro que no, me sorprende que me preguntes eso. 

JJM. Vale. 

P. Entonces, entiendo que este tercer libro es el último debate que mantendrán el "sapiens" y el "neandertal", ¿no?

JLA. Sí. Ya está. Las cosas tienen un final. Hay belleza y grandeza en eso. Ya está hecho el trabajo. 

JJM. Sí, se acabó.