Mathias Enard. Foto: Pierre Marques

Mathias Enard. Foto: Pierre Marques

Letras

'Desertar', la nueva novela de Mathias Enard: historias de una guerra en Oriente Próximo y recuerdos del 11-S

14 octubre, 2024 02:36

La lógica comercial propia de nuestros tiempos, que premia libros entretenidos y adictivos, pero de escaso vuelo, hace cada vez más difícil identificar autores de profunda ambición literaria y estilística que tengan, a su vez, cierto reconocimiento del público, e incluso algo de popularidad mediática y social en algunos casos.

Desertar

Mathias Enard

Traducción de Robert Juan-Cantavella Random House, 2024. 216 páginas. 20,90 €

Hay excepciones, como en nuestro país el añorado Javier Marías (de cuya muerte se cumplieron dos años hace escasos días), el también fallecido hace pocos meses Cormac McCarthy, o los franceses Michel Houellebecq y Emmanuel Carrère, entre otros.

Y entre esos otros está el también francés Mathias Enard (Niort, 1972), padre de una obra profunda y coherente que llegó a nuestro país en los primeros años de la década pasada con la traducción de sus primeros libros. Quizá recuerde el lector Remontando el Orinoco y su adaptación cinematográfica, titulada A corazón abierto y protagonizada por Juliette Binoche.

Durante esos años, Enard recibió algunos de los galardones de las letras más prestigiosos de su país, como el Prix du Livre Inter 2009 por Zona (novela de una sola frase de cuatrocientas páginas) y, sobre todo, el Goncourt en 2015 por el que es su libro más reconocido hasta ahora, Brújula. Una novela en la que el autor mostraba todo su conocimiento no solo de la técnica literaria, sino de Oriente Próximo, de su actualidad dramática y de su historia reciente, tan plagada de tópicos que se proponía desmontar. No en vano, Enard es experto en la materia, traductor del árabe y el persa, y residente durante años en una ciudad mediterránea como Barcelona, donde impartió clases en la universidad.

También escribió Enard el fascinante Habladles de batallas, de reyes y elefantes, donde recreaba un episodio poco conocido de la vida del renacentista Miguel Ángel: su viaje a Constantinopla invitado por el sultán Bajazet II, quien le había encargado la construcción de un puente para conectar la ciudad europea con la parte asiática. Enard es, como Miguel Ángel, renacentista en sus intereses diversos, además de en su vocación artística.

'Desertar' atesora las virtudes de su autor: la ambiciosa voluntad de estilo y su no menos importante intención política

Se publica ahora en español Desertar, merecedora del Premio Camus 2022, que atesora las virtudes de ambos fundamentos de la literatura de su autor: la innegociable y ambiciosa voluntad de estilo (más evidente en Zona) y su no menos importante intención política (presente de forma más clara en Brújula). Lo hace, además, con dos historias diferenciadas que transcurren de forma alterna.

En primer lugar, la historia que remite estilísticamente a Zona, en la que se narran las vicisitudes de un soldado que deserta y que se pone en marcha en busca de un lugar en el que refugiarse. Pero no uno cualquiera, sino un espacio concreto en el que fue feliz en una juventud inocente cuyo recuerdo aparece como vía de escape ante el horror de la guerra. Enard no especifica de qué guerra huye ni a qué país regresa el desertor, pero la atmósfera sugiere que no estamos lejos del convulso Oriente Próximo que volvemos a ver presa de la guerra, el sufrimiento y la muerte.

Durante un periplo narrado en pretérito perfecto compuesto y a través de una atmósfera muy particular, llena de descripciones plásticas de olores, hambre y sed, el desertor encuentra la compañía de una joven víctima también de la humillación y la violencia. Ambos componen una pareja en la que sus historias representan la barbarie, pero en la que no deja de latir cierta esperanza por el futuro a partir de ese encuentro fortuito.

El relato alterno se inicia el 11 de septiembre de 2001, justo antes de que nos llegaran las noticias y las imágenes de los atentados terroristas de los aviones estampados contra las Torres Gemelas y el Pentágono (fecha fatídica la del 11 de septiembre para la literatura, pues fue un día como ese, pero de 2022, cuando falleció el mencionado Marías). Capítulos narrados de manera más notarial y directa.

Durante aquella mañana del final del verano, en un barco que navega entre Potsdam y Berlín, se celebran unas jornadas de homenaje a Paul Heudeber. Horas que recuerda desde el presente su hija Irina, historiadora de las matemáticas. Heudeber es un reputado matemático de la antigua República Democrática Alemana que ha permanecido fiel, a pesar de todo, al credo comunista tras a la caída de la URSS. En el barco están sus amigos y colegas, además de su hija y de la madre de esta, Maja Scharnhorst, su gran amor y figura influyente en la Alemania occidental de la década de los setenta.

Es en ese contexto cálido y celebratorio donde irrumpen las imágenes del World Trade Center. Del homenaje se pasa a la congoja y las conjeturas sobre el futuro inmediato. Como si la guerra, a la que se daba por desterrada, hiciera un acto de sorpresa deliberado que viniera a desmontar las tesis más complacientes sobre el final de la Historia.

Dos décadas después, y con Europa de nuevo sufriendo una guerra a gran escala en su territorio tras la invasión rusa de Ucrania, Irina recuerda aquellas jornadas interrumpidas por las imágenes de Nueva York tiznada del polvo desparramado por las dos torres derribadas, a la vez que dibuja la historia de la vida de su padre.

Un fresco del siglo XX con moralejas desalentadoras, tanto por el propio relato del impacto emocional perdurable de los atentados del 11-S, como por las consecuencias políticas que produjo. El desertor que justifica el título de la novela nos habla de lo segundo, y en su falta de identificación y referencias, parece haber también intencionalidad. Al fin y al cabo, ese desertor no está en ningún lugar en concreto porque podría estar en demasiados.

Quizá estas referencias veladas casi automáticas, esta línea de puntos previsible, sean la parte menos refinada de la novela, al modo de un Spielberg mostrando un plano de las Torres Gemelas al final de Múnich, su película sobre la venganza israelí a los atentados contra los deportistas israelíes de las Olimpiadas de 1972.

El mundo se ha desordenado, nadie lo duda. Y aunque el trasfondo de los libros de Mathias Enard quizá resulta demasiado pesimista, nadie puede dudar de su brillantez literaria. Tampoco en Desertar.